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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

La primera batalla está ganada

La Cámara de Diputados argentina discute si le da o no media sanción a la legalización del aborto

Estudiantes argentinos se manifiestan a favor del proyecto de despenalización del aborto.
Estudiantes argentinos se manifiestan a favor del proyecto de despenalización del aborto.David Fernández / EFE

La primera batalla está ganada porque ahora se habla y discute públicamente, en el congreso y en la calle, sobre el aborto, y tanto las posturas a favor y en contra han tenido la posibilidad de manifestarse libremente.

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La primera batalla está ganada porque durante el último día de exposiciones en la Cámara por parte de organizaciones sociales y figuras reconocidas, estuvieron presentes el actual ministro de salud y dos exministros de salud, todos a favor de la legalización del aborto esgrimiendo argumentos fundados en la evidencia. Básicamente, que los países donde el aborto es legal han conseguido reducir la mortalidad materna y han disminuido la cantidad de abortos que se practican.

La batalla está ganada porque los mismos que hoy se oponen a la legalización se oponían a la educación sexual integral en las escuelas y a la distribución gratuita de anticonceptivos por parte del Estados. Dos herramientas fundamentales para evitar embarazos no deseados; aquellos que en la mayoría de los casos acaba en abortos. Esto demuestra que, como mínimo, aquellos que se oponen al aborto son incoherentes en sus argumentos o, peor aún, hipócritas. Y que no están a favor de la vida, como les gusta decir, sino en contra de la libertad de la mujer de decidir sobre sus propios cuerpos.

La batalla está ganada porque se habló de aborto en la calle, en las casas, en los medios, en las escuelas. Porque independientemente de qué suceda en el Congreso (aunque todos los que hemos militado la causa esperamos que se apruebe) quedó públicamente expuesto que la postura de quienes estamos a favor de la legalización del aborto basamos nuestra posición en datos concretos. Y que los que nos moviliza es la búsqueda de soluciones concretas y efectivas a un grave problema de salud pública.

Por ello, no estamos debatiendo si el aborto está bien o mal, aunque por momentos pareciera que muchos no lo entienden. Yo no me siento con ninguna autoridad para decir si está bien o está mal. Pero sí puedo fundamentar mi postura de porque, desde un punto de vista sanitario y de derechos humanos, estoy convencida de que el aborto debe legalizarse.

El aborto es un serio problema de salud pública. En Argentina el 15 % de los nacimientos anuales se produce en mujeres de menos de 20 años. Lo que es más grave aún, viene aumentando la cantidad de embarazo en niñas entre 10 y 14 años, lo que en la mayoría de los casos se debe a abusos sexuales. Lo anterior deriva en abortos inseguros, que se encuentran entre las primeras causas de mortalidad materna. En el caso de Argentina, esta tasa continúa siendo considerablemente alta, alcanzando 3,7 por cada 10.000 nacidos vivos, según datos oficiales.

La problemática del aborto se trata además de una cuestión de justicia social. Hay abortos de ricas y abortos de pobres. Las consecuencias para unas y otras son muy diferentes. El acceso a la salud por tratarse de un derecho debe estar garantizado por el Estado y por ello, la realización del aborto de forma gratuita, legal y segura como parte de los servicios de salud sexual y reproductiva, también debe estar garantizada.

Estar en contra de la legalización del aborto es estar a favor del aborto clandestino y de un enorme negocio que existe por detrás de la clandestinidad de esta práctica. Pensar que no legalizarlo terminará con el aborto es como pretender tapar el sol con una mano. El otro argumento en contra del aborto también es una falacia: al legalizar el aborto las mujeres no saldrán a abortar de forma desmedida, sino que lo que se estará garantizando es que quien decida realizar un aborto lo haga de forma segura y no ponga en riesgo su salud, incluso su vida. El aborto existe, existió y seguirá existiendo, negarlo es ser hipócrita. La cuestión es qué hacer al respecto.

Frente a un problema de esta magnitud hay dos caminos: hacer o no hacer nada. Ambas son una forma de manifestarse. Pero al tratarse de una decisión política, no deberían influir las creencias personales, ya que las decisiones políticas influyen en el conjunto de la sociedad.

Señores y señoras legisladores, voten lo que voten harán historia. Antes de emitir su decisión final, piensen de qué lado de la historia quieren estar.

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