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Columna
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540 millones

Estamos donde siempre: a la espera de que 5 diputados del PNV lo decidan todo

Manuel Vilas
Pedro Sánchez (Pedro Sanchez), nuevo presidente del Gobierno saluda a Aitor Esteban, portavoz del PNV.
Pedro Sánchez (Pedro Sanchez), nuevo presidente del Gobierno saluda a Aitor Esteban, portavoz del PNV.ULY MARTIN (EL PAÍS)

El debate de la moción de censura en el Congreso de los Diputados comenzó a las nueve de la mañana. Pero empezar a trabajar a las nueve de la mañana, para muchos españoles, es un lujo. Tendrían que haber comenzado a las siete de la mañana. Sí, a las siete de la mañana, a esa hora. No pude soportar el debate entero, porque era aburridísimo y porque todo es verdad.

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Es verdad que el gran enemigo del PP fue siempre el propio PP. El enemigo político de Rajoy nunca se llamó Pedro Sánchez, sino Luis Bárcenas. Es verdad que Pedro Sánchez tiene más ambición que talento. Es verdad que Pedro Sánchez no tiene el apoyo de las urnas. Sin el apoyo de las urnas va el buen hombre, a ver lo que pesca. Es verdad que el bipartidismo apesta. Es verdad que estamos donde siempre: a la espera de que cinco diputados del PNV lo decidan todo. Eso han sido históricamente el PP y el PSOE: la venta y supeditación de los intereses generales de las clases medias españolas a los intereses de los nacionalistas.

Por eso, enseguida, Sánchez aclaró raudo que si era nombrado presidente no tocaría los Presupuestos de Rajoy, con los 540 millones que se llevó el PNV como botín de guerra. La historia es vieja y es triste: a los españoles no nos quiere nadie. Ni nos quiere el PP, que se corrompió y nos robó todo lo que pudo, ni nos quiere el PSOE, que nos venderá mañana. Todo dependía de lo que dijera el PNV. Al menos, podrían madrugar. Podrían haber empezado el debate a las siete de la mañana. El PNV era el único partido que tenía claro lo que defendía. Defendía sus 540 millones para los suyos, que no somos nosotros.

Nunca fuimos nosotros los suyos. Y de eso iba la moción de censura, de que Pedro Sánchez garantizase los 540 millones al PNV. Lo demás son discursos vacíos, palabras baratas, cansancio y mentiras. Gente hablando. Gente que no madruga. Gente con buenos sueldos. Gente con coches oficiales. Gente con zapatos nuevos. Gente que no sirve a la gente que no tiene buenos sueldos ni coches oficiales ni zapatos nuevos. Vamos a seguir siendo pobres. El único contenido humano de todo el debate fue cuando José Luis Ábalos hizo la confesión de que era nieto de Guardia Civil. Pensé en el abuelo de Ábalos. Hubiera preferido un debate sobre los abuelos de los líderes políticos. Hubiera sido más hermoso y más moral y más digno que ver cómo el destino de los desgraciados españoles pasa a manos de cinco diputados del nacionalismo, de cualquier nacionalismo. Todos mienten. Nadie nos ama. Eso pasó. Tu sueldo, pobrecito trabajador español, seguirá menguando, eso te lo aseguro yo. Te doy mi palabra.

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