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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez
Opinión

Sin futuro en el desierto

Los jóvenes necesitan sus derechos para disfrutar de la vida, para explorar y construir un futuro que ha sido secuestrado

Una niña en un campo de refugiados en Tinduf (Argelia). Fotograma del documental 'Sáhara Marathon', de Aitor Arregi y Jon Garaño.
Una niña en un campo de refugiados en Tinduf (Argelia). Fotograma del documental 'Sáhara Marathon', de Aitor Arregi y Jon Garaño.

Miles de jóvenes viven en los campamentos de refugiados saharauis en el suroeste de Argelia. Allí fue donde se refugiaron nuestros padres ante el abandono por parte de España del Sáhara Occidental, que fue ocupada con la guerra por Marruecos.

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Los jóvenes nacimos aquí, bajo el calor de la hamada de Tinduf, Argelia. Nuestras viviendas son jaimas y casas de adobe, no tenemos agua y hace unos meses llegó la luz. Nuestra vida, como la de nuestros padres y abuelos, es muy difícil y sobrevivimos con la poca ayuda humanitaria que llega. Cuando éramos niños, nuestro día a día consistía en levantarse para ir a estudiar a la escuela y saber más sobre nuestro país, robado por Marruecos.

Los estudios eran lo más importante, pero cuando nos hemos ido haciendo mayores es cada día más difícil, pese a que todos estamos unidos por un mismo sueño: la libertad de nuestra tierra. Nuestra esperanza consiste en que un día podamos llegar al Sáhara Occidental para hacer una vida, estudiar una carrera y que cuando la terminemos podamos trabajar para ayudar a nuestro pueblo. Esta es nuestra causa: la autodeterminación.

No perdemos la esperanza, aunque muchas veces estamos amargados. Al no tener nuestro país y estar obligados a vivir en los campamentos, nuestra alegría viene de algún trabajo o algo que podamos hacer que nos motive en la vida. En los campamentos de refugiados donde vivimos, los jóvenes podemos estudiar hasta la secundaria. Si después no podemos viajar a Argelia o algún otro sitio, no se pueden completar los estudios. Esto es lo más duro a lo que nos enfrentamos porque, como jóvenes, necesitamos formarnos. Además, para poder viajar a otros lugares, se necesita dinero, y muchas familias refugiadas no pueden ayudar a sus hijos porque no tienen trabajo. Nos quedamos vacíos sin poder estudiar. Incluso aquellos que han podido conseguir becas de estudios en el extranjero, cuando vuelven a los campamentos no encuentran trabajo. En ese momento nos preguntamos: ¿por qué voy a estudiar si al final acabo sin nada?

Esta idea no solo pasa por la cabeza de los jóvenes, sino también de muchos niños, que piensan: ¿acabaré como estos jóvenes? Lo cierto es que los jóvenes saharauis hemos vivido privados de muchas cosas que sí tenían otras personas de nuestra misma edad en otros países del mundo, lugares donde sí se protegen sus sueños y sus derechos, donde sí se les permite disfrutar de la vida. Muchos jóvenes refugiados saharauis quieren planear su futuro, organizarlo y aprovechar el tiempo, pero la verdad es que, a veces, solo nos queda tomar el té junto a la familia porque realmente no hay nada que hacer.

A pesar de tanto esfuerzo, los hombres tan solo tienen una salida: el ejército. Cuando terminan los estudios, muchos saharauis se alistan en el ejército y se quedan allí hasta que consiguen un trabajo. Este es el único empleo de la mayoría de los chicos jóvenes. Es duro pero es mejor que nada.

Os hablo ahora de ellas, de las chicas. Las jóvenes refugiadas saharauis lo tienen aún más difícil. Cuando acaban sus estudios se quedan en su casa. Alguna consigue empleo pero hay poco donde elegir, el destino más común para la mujer en los campamentos es el de hacer cursos que les habiliten para ejercer de profesora o enfermera. Podemos realizar esos trabajos, pero además debemos trabajar en nuestra casa cuidando y alimentando a nuestra familia. A los campamentos han llegado organizaciones internacionales para ayudar a las mujeres, fomentando nuevos empleos o enseñándonos a montar nuestros propios negocios. Somos el pilar de la sociedad saharaui, pero nos falta mucho esfuerzo para poder trabajar en cualquier cosa.

Emigrar de los campamentos es el tema del que más hablan los jóvenes hoy en día. Hay muchos saharauis que han conseguido ir a otros sitios como España o Cuba. Los que fueron a Cuba han podido terminar sus estudios y conseguir mucho más; son muchos los que ahora luchan para ayudar a su pueblo como médicos. Otros jóvenes se quedaron en España tras el programa de Vacaciones en Paz, sus familias de acogida les ayudaron para que pudiesen formar su futuro y ayudar a la causa del pueblo saharaui.

Pero la mayoría nos quedamos en el desierto, muchos con la idea de ir a España.

Por eso, muchos jóvenes refugiados en los campamentos, cansados y aburridos por la falta de progreso, viajaron en avión desde Argelia hasta Madrid. Allí fueron retenidos, algunos solicitaron el estatuto de apátridas. La información se propagó tan rápidamente por los móviles que el Frente Polisario tuvo que tomar medidas para evitar que todos los jóvenes migraran.

¿Por qué pasó todo esto? En definitiva porque la vida en muy difícil para unos refugiados que no han podido establecerse en su tierra y disfrutar de sus riquezas. Porque la forma en que vivimos no es humana para unos jóvenes que necesitan de sus derechos para disfrutar de la vida, para explorar y construir un futuro. Un futuro que ha sido secuestrado, como nuestra tierra, que cada día vemos cómo es robada por empresas de Europa y Marruecos.

Somos la esperanza, somos la alegría, somos el símbolo de la lucha y el sacrificio. Esta es nuestra emoción. Queremos el derecho de cualquier joven a disfrutar de la libertad plena, tener un futuro y defender nuestra causa. Tenemos derecho a tener un país, derecho a obtener documentos de nuestro país y derecho a viajar a donde queramos, como cualquier persona. Necesitamos nuestro país para tener un buen futuro y alcanzar nuestras metas y sueños. Ninguna sociedad quiere que sus jóvenes migren pero sin estudios, sin trabajo, sin país, sin ayuda, sin independencia, sin casas, sin agua, sin derechos… ¿Cómo podemos levantar un futuro en mitad del desierto?

Kaltum Hamdi Blal es una joven refugiada saharaui que vive en los campamentos refugiados de Tinduf. Estudió allí pero las circunstancias no le permitieron completar sus estudios. Ha pasado temporadas en España gracias al programa 'Vacaciones en Paz' de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui.

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