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Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado

Los árboles envueltos de Christo y Jeanne-Claude

La intervención de Christo y Jeanne-Claude que transformó el parque Berower en fábula

Intervención de Christo y Jeanne-Claude, 1997-98. Riehen, Switzerland ©Christo
Intervención de Christo y Jeanne-Claude, 1997-98. Riehen, Switzerland ©Christo Wolfgang Volz
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"Odio la obra de arte. El arte no está en las estatuas, está fuera, en otro sitio". Jorge Oteiza

Christo Vladimirov Javacheff (Bulgaria 1935) y Jeanne-Claude (Marruecos 1935 - Nueva York 2009) han sido, sin duda, una fuente incansable de inspiración dentro del campo de la arquitectura y el Land art.

De hecho, en Seres Urbanos ya dedicamos hace unos años un post para hablar de las obras de esta pareja y la relación que éstas tienen con la ciudad, y específicamente, con el paisaje.

En estas líneas queremos destacar la obra que tuvo lugar a finales de 1998 en la localidad fronteriza de Riehen, en el noroeste de Basilea (Suiza), específicamente en el parque Berower de la Fundación Beyeler. La pareja hizo una maravillosa intervención temporal llamada Verhüllte Bäume (Árboles envueltos) que consistió en envolver 178 árboles en un área de aproximadamente 55.000 metros cuadrados.

El envoltorio, la escala, la materialización y el color son las cuatro características que definirían parte de sus obras, siempre con una pasión incansable de integrar orgánicamente sus instalaciones con la naturaleza. El envoltorio es el que cambia totalmente la percepción y relación con el objeto ya sea con la construcción o con el paisaje circundante. La escala es la que supera completamente a la arquitectura y adquiere una dimensión de territorio. La materialización es esencial para dar textura al conjunto y el color exalta la condición plástica de la obra.

En el caso de la instalación “Los árboles envueltos”, se utilizó un tejido de poliéster –utilizada cada invierno en Japón para proteger los árboles de las heladas y de las bajas temperaturas- y unos veintitrés kilómetros de cuerda. Y es que, analizando el trabajo desde la materialización, la tela transforma totalmente el árbol (que en sí es el objeto principal) en una pieza frágil y llena de luz que, a medida que va oscureciendo, parece transparente. La cualidad metalizada de la tela es lo que hace que la forma del árbol parezca incluso fantástica o irreal.

Las ramas de los árboles fueron las encargadas de empujar la tela generando formas únicas. El tamaño de cada elemento era variable, de 2 a 25 metros de altura y de 1 a 15 metros de ancho, dependiendo del volumen de las copas. La instalación, así, se adaptaba orgánicamente al entorno construido, y no a la inversa. La mayoría de las instalaciones temporales de Christo y Jeanne-Claude no consisten en insertar un pabellón, por ejemplo, en un parque; sino más bien, en construir sobre lo ya existente.

Como siempre, los artistas cubrieron los gastos del proyecto a través de las ventas de sus trabajos originales en museos, coleccionistas privados y galerías de arte ya que no aceptan ningún tipo de patrocinio. En aquel entonces, alrededor de cinco millones de personas fueron partícipes de la exhibición en Riehen.

Pero, lo más interesante de esta intervención radica en que los artistas trabajaron e idearon este proyecto por muchos años. En 1966, propusieron envolver los árboles del parque de Saint Louis Art Museum en Missouri, pero se les denegó el permiso. Lo mismo pasó en 1969 en Paris, cuando pidieron el permiso para envolver 330 árboles en la Avenue des Champs-Élysées y Maurice Papon les denegó el permiso. Así entonces, la obra en Riehen fue el resultado de 32 años de trabajo, tal y como lo cuentan los artistas en su página web.

Este es un claro ejemplo del poder – a veces irracional- que tienen las autoridades para hacer posible que la ciudad pueda, o no, convertirse en una galería de arte.

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