La extensión de la calle como experimento
Han sido muchos los artistas que han traído el arte a la ciudad, convirtiéndose la escena urbana en un sustento donde plasmar pensamiento e innovación creando un nuevo hito regenerador del entorno urbano.
Christo y Jeanne-Claude son quizá una de las parejas artísticas y de vida más conocidas por sus impactantes instalaciones urbanas, utilizando como herramienta el juego de la escala para intervenir en las ciudades. Entre sus trabajos más representativos se encuentra el proyecto “Wrapping buildings” que consistió en envolver edificios y monumentos emblemáticos de distintas ciudades del mundo.
Fue en 1995 cuando envolvieron el Reichstag de Berlín con una gran tela azulada y en 1985 el Pont Neuf de París quedó cubierto de un tejido de poliamida, de aspecto satinado simulando una piedra arenisca de color dorado.
Normalmente, todas sus instalaciones son de carácter efímero y temporal ya que todas ellas desaparecen en menos de un mes. Para Christo y Jeanne-Claude, la importancia de la obra está en la experiencia vivida por los usuarios más no en la perduración de la instalación.
Tras el fallecimiento de Jeanne-Claude en 2009, Christo quiso emprender un proyecto concebido por la pareja en 1970 llamado “The Floating Piers” o Muelles Flotantes. Con este proyecto, el artista ha ido más allá y ha querido demostrar que la calle, entendida como el espacio público por excelencia, puede conectar lo inimaginable.
Vista aérea de la intervención Muelles Flotantes. Imagen: Wolfgang Volz © Christo
Originalmente, la pareja no tenía una idea clara de adaptar el proyecto a un río o lago en concreto, a pesar de que conceptualmente, querían enlazar distintas locaciones a través del color amarillo. En entregas anteriores, propusieron crear un muelle inflable de 2000 metros de longitud en el delta del Río de la Plata, en Argentina. Posteriormente, la idea evolucionó y pensaron en crear dos muelles flotantes de 150 metros de largo cubiertos de tela, para conectar dos islas artificiales en la bahía de Tokyo, pero no fue posible debido a faltas de permisos.
Pero finalmente, después de explorar diversos lagos del norte de Italia, a unos 100 km al este de Milán y 250 km al oeste de Venecia, Christo encontró la locación perfecta para representar lo concebido hace ya más de 40 años: el Lago Iseo.
Se podría decir que "Muelles Flotantes" es una de las intervenciones artísticas al aire libre más esperadas de este año 2016. Una obra de carácter temporal (solo duró 16 días – del 18 de Junio al 3 de Julio) cuya finalidad fue la experimentación con el entorno a través del material y el color de la intervención. Es por eso que la curación y selección de los materiales es igual o más importante que el resultado ya que siempre se utilizan elementos reciclables para su fácil desaparición una vez finaliza la intervención.
Un conjunto de plataformas flotantes hechas con 220.000 cubos de polietileno de alta densidad fueron cubiertas por casi 100.000 metros cuadrados de tela amarilla brillante con el fin de hacer posible lo imposible; conectar por encima del agua las localidades de Sulzano, Monte Isola y la isla de San Paolo, situada en el centro del lago.
La intervención consiste en una pasarela de 3 Kilómetros de longitud recorriendo y experimentando sobre el agua un paisaje nunca visto. El color amarillo, además, juega con la luz y el agua transformando la pasarela en tonos rojizos y dorados a lo largo que transcurre el día.
El autor entiende estos muelles como una prolongación de la calle: abierta, gratuita y accesible. Es por eso, que la tela amarilla cubre las calles previas al acceso a las plataformas ocupando más de 2 kilómetros de calles peatonales tanto en la pequeña localidad de Sulzano como en la zona de Peschiera Maraglio.
"No hay billetes, inauguraciones, reservaciones ni propietarios. Los muelles flotantes son una extensión de la calle y son pertenencia de todos", dice Christo.
El análisis de esta obra se entiende como una alegoría a la calle como espacio público; las calles fueron alguna vez, lugar de disfrute, de paseo y de conversación donde el juego y la cotidianidad estaban permitidos, donde el dominio exclusivo de los automóviles quedaba en segundo plano.
El éxito de estas intervenciones radica en reconocer las debilidades y potenciar los recursos de ciertos enclaves de la ciudad. El arte y la sensibilidad aplicadas a la misma es un valor añadido pero a la vez, necesario para apropiarse del entorno con el cual coexistimos.
