Neones, tejidos y restos de una cena como respuesta a lo abstracto
El Pompidou Málaga expone 19 obras maestras de los artistas del nuevo realismo francés
La primera fotografía que se ve en la última exposición temporal del Centre Pompidou Málaga, El Nuevo Realismo, muestra a Jacques Villeglé (Quimper, Francia, 1926) en pleno proceso de creación, arrancando un cartel rasgado en París. “Siempre tengo que ponerme en modo actor, estaba posando”, ha dicho este jueves el artista, divertido, sobre la fuerza que transmite la imagen. Villeglé está presente en el montaje con dos obras, una de ellas compartida con Raymond Hains, quien también convirtió los rótulos en el centro de su trabajo artístico. Los dos pertenecen al grupo de nuevos realistas auspiciado en 1960 por el crítico Pierre Restany.
“Es un movimiento de inventores”, ha dicho Bernad Blistène, director del Museo Nacional de Arte Moderno, del Centre Pompidou, de donde proceden los fondos. En la exposición hay 19 obras de 13 artistas, incluida una instalación inédita de Christo y Jean-Claude, Empaquetado y suelo envuelto (1968-1969), una enorme tela desplegada y con ondulaciones creada en el taller de Nueva York. La bienvenida al montaje, que se puede visitar hasta el 25 de septiembre, la da la pizarra de Restany en la que su firma y la de los primeros ocho artistas dan fe de la constitución de esta nueva corriente.
El nuevo realismo surgió como alternativa a la abstracción, con el fin de ofrecer enfoques distintos sobre lo real. Sus propulsores se apropiaban de los objetos, sin usar o reciclados, los vaciaban de contenido y los convertían en materiales para crear una obra de arte. Es el caso de Arman, presente en Málaga con una creación que es un cúmulo de lámparas de radio de tubo, y de Daniel Spoerri, quien en La comida húngara (1963) cuelga una mesa con los restos de una cena organizada en la Galerie J de París en 1963.
“Queríamos crear belleza nueva, algo que no se hubiera visto hasta la fecha”, ha comentado Villeglé, quien llegó a París en 1944. “Al salir de la guerra [la Segunda Guerra Mundial], la censura intelectual completa que habíamos vivido nos obligaba a romper todos los moldes”, ha añadido. Uno de los objetivos era la “revolución intelectual”, además de reducir el tiempo que pasa entre el proceso creativo y el momento en que una obra llega al coleccionista, y en la década de los cincuenta “te preguntabas qué quedaba ya por hacer”.
Él optó por arrancar carteles, algo que empezó a hacer antes de integrarse en el nuevo realismo. “Leí una biografía de Picasso y vi que dijo una vez: se puede hacer un cuadro simplemente con letras. Eso se me quedó grabado. Las letras no pasan de moda, tenemos que partir de la palabra escrita”, ha explicado Villeglé, de 90 años. Con su trabajo quería recordar lo que había en las calles, obviando los eslóganes políticos.
Un ejemplo de su atracción por las letras rotas es Alfombra Maillot (1959), expuesta en el Pompidou de Málaga junto a otros carteles rasgados de Mimmo Rotella (Avventuroso, 1961) y de Hains (Tablón de anuncios, 1960). Yves Klein, impulsor del grupo junto a Restany, está presente con una pintura, hecha con lanzallamas, y el relieve que realizó de Arman en azul sobre fondo dorado, el único que completó de la serie que quería hacer con todos los miembros del nuevo realismo.
La única mujer de esta corriente fue Niki de Saint Phalle, quien creó Tir (1961) disparando con una carabina sobre globos llenos de pintura colocados en relieves de yeso blanco. La exposición también muestra el trabajo de Gérard Deschamp, César, François Dufrene, Martial Raysse (el neón América, América) y Jean Tinguely, con dos ejemplos de sus obras mecanizadas.
Se trata de propuestas que destacan por su fuerza, su “dimensión performativa” y unos planteamientos radicales, opina la comisaria de la exposición, Sophie Duplaix, para quien el nuevo realismo fue precursor del arte pop que empezó a surgir en Estados Unidos como respuesta al expresionismo abstracto. Una corriente que se dedicó a arrancar, acumular, ensamblar, comprimir o embalar.
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