Una sevillana y un lisboeta en el Portobelo de Cristobal Colón
Su llegada no fue exactamente como la de Cristóbal Colón y desde luego no arribaron a bordo de la Santa María. Lo que sí hicieron Lourdes Gutiérrez (Sevilla, 1971) y Rui Dinis (Lisboa, 1981) fue confirmar lo acertado del nombre que el navegante al servicio de la Corona de Castilla otorgó al lugar: Aquel puerto era bello (en italiano). Más de 500 años después, a más de 100 kilómetros al norte de la capital de Panamá, en Portobelo han encontrado su lugar en el mundo el profesor de música Dinis y la ceramista Gutiérrez. Un Portobelo que es rico en historia ligada a galeones, piratas y mercados de esclavos. Como es hermoso en selva, ríos y Caribe.
El tiempo parece haberse parado en la época del corsario Drake, los sonidos, los mismos desde hace cinco siglos, lo hacen creer. Como otros muchos lugares en vías de desarrollo, la población de Portobelo, que no alcanza los 4.000 habitantes, en su gran mayoría niños y jóvenes, sufre graves carencias.
Ante la evidente falta de oportunidades, la fotógrafa panameña Sandra Eleta creó en 2010 la Fundación Bahía de Portobelo. Hoy están al frente de la fundación Aurora Fierro y su hermana Alejandra, conocida también por el nombre de Gladys Palmera y por ser poseedora de la mayor colección del mundo de vinilos de música afrocubana.
Pilares de la fundación son La Escuelita del Ritmo y La Casa de la Cultura Congo, que se cimentan, respectivamente, sobre el arduo trabajo del profesor de música Rui Dinis y la ceramista Lourdes Gutiérrez. “Yo firmé por un año para coordinar los proyectos artísticos de la galería de arte y poner en marcha programas sociales para la comunidad”, explica Gutiérrez.
“Aquí hay chicos que si estuvieran en Nueva York serían primeras figuras del ballet”
“Llegué a Portobelo con 29 años y caí rendido por la energía y el potencial de esta pequeña costa, pero es desolador el grave problema de educación que hay en un país con una economía tan poderosa [recordemos que Panamá posee el famoso Canal]”, explica Dinis.
“Aquí hay chicos que si estuvieran en Nueva York serían primeras figuras del ballet”, explica Gutiérrez, en referencia a uno de los muchos alumnos que durante el año pasan por las aulas de formación gratuita de la fundación.
“En Portobelo pasó algo mágico, me enamoré de su pueblo, de su cultura, de su día a día”, prosigue esta sevillana de Triana, que añade un dato muy curioso. “Cuál no sería mi sorpresa el día que recibí mi primera factura de la luz en Portobelo y resultaba que el barrio donde vivía se llamaba… ¡Triana!, como el barrio donde yo nací, pero ahora estaba a la otra orilla del océano”. El año de contrato se extendió y ya van seis y medio. “Soy feliz”, dice una sonriente Gutiérrez. Dinis se suma: “Han pasado siete años de mi llegada y soy un feliz portugués portobeleño”.
“Queremos que la música pueda llegar a todos los niños y adolescentes, difundir la educación artística, que impulsa el desarrollo social”, detalla Dinis. Desde la Casa Congo, Gutiérrez está ahora en pleno diálogo con la Consejería de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla para llevar a la ciudad hispalense una exhibición de arte afrocolonial de los artistas del taller de Portobelo rememorando las travesías fluviales de los siglos XVI y XVII.
“Conozco Portobelo desde pequeña, porque está en la entrada del Archivo de Indias de Sevilla, donde hay un grabado de su mapa del siglo XVI”, rememora Gutiérrez, vivo retrato de dos Trianas hermanadas.
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