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Columna
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El impacto que no cesa

El proceso catalán está cambiando, para peor, el mapa político español

Josep Ramoneda

Las ondas expansivas del impacto del 27 de octubre (proclamación ritual de la república catalana y aplicación del artículo 155) siguen produciendo estragos. Desde Europa se observa con cautela lo que podría ser un experimento piloto en tiempos en que los Estados-nación muestran sus limitaciones y, en su impotencia, alimentan el autoritarismo posdemocrático.

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En Cataluña, la unidad del independentismo se quiebra. Una alianza entre grupos tan diversos es difícil de sostener cuando el objetivo compartido que la cimentaba se aleja. Y más todavía cuando una de las partes, Junts per Catalunya, es un ente ficticio formado por un partido en construcción sobre las ruinas de Convergència y un liderazgo carismático que, desde su burbuja, intenta prolongar lo imposible. El desconcierto del independentismo, que se está jugando el preciado premio que obtuvo el 21-D, se traslada también a los demás partidos, impotentes para mover las cosas en la medida en que sólo los independentistas suman. Y así el éxito de Arrimadas palidece, porque ha resultado más efectista que efectivo. Todos parados a la espera del desenlace

Pero los efectos son también demoledores en la política española. ¿Quién iba a decir que Cataluña se llevaría por delante al PP? Empieza a ser una hipótesis verosímil. El proceso catalán y el carrusel judicial de la corrupción de los populares han sido dos vectores convergentes que han colocado a Rajoy bajo mínimos. Se juzgan casos del pasado, dicen. Sí, pero Rajoy ya estaba allí. Y nunca asumió responsabilidad política alguna. Ciudadanos vive la euforia de haber puesto al PP de los nervios, pero el paso de la adolescencia a la madurez siempre es conflictivo.

El proceso catalán ha provocado una seria transformación de las reglas del juego, que las últimas decisiones del Supremo han endurecido considerablemente. Y la izquierda está callada. Hay vientos de alternancia y el PSOE que es quien debería encarnarla sigue transparente. La noticia es que Pedro Sánchez cambia las reglas internas para controlar mejor el partido. ¿Dónde está el proyecto? ¿Dónde están las razones para que los españoles le encarguen el próximo Gobierno? De momento, los votos del PP y del PSOE se fugan hacia Ciudadanos.

Pedro Sánchez llegó para plantar cara al Partido Popular y ha vivido adosado a la derecha. ¿Será que ganó a Susana Díaz para aplicar el programa de Susana Díaz? En el conflicto catalán ha validado todo lo que ha hecho el Gobierno sin una crítica cuando a éste se le ha ido la mano. La razón nacionalista se ha impuesto. Y la tentación de la alianza gremial con el PP contra los intrusos, pervive. Cuando más se necesitaría al PSOE, resulta que no está. Como gran parte de la socialdemocracia europea, dicen algunos. Triste consuelo. Y Podemos sigue buscándose a sí mismo. Sí, el caso catalán está cambiando el mapa político español. Para peor.

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