“La cooperación internacional es determinante”
El ministro de Salud de Etiopía defiende las soluciones imaginativas para cubrir las enormes deficiencias de su sistema sanitario
Yifru Berhan Mitke (Shoa del Norte, Etiopía, 1972) insiste en que lo suyo no es dirigir, sino investigar. O curar. "Pero me pidieron que fuera decano de la facultad, y luego ministro y ¿qué puedo hacer?", se preguntaba antes de la crisis política que ha incluido la dimisión del primer ministro en su despacho del Ministerio de Salud etíope, un modesto edificio de oficinas en el centro de la capital, Adís Abeba. Ginecólogo y académico, Yifru ha pasado prácticamente por todas las ramas del sistema de salud de su país, que se esfuerza por llegar a una población de más de 100 millones.
Su principal preocupación desde que accedió al cargo hace un año es la falta de personal médico cualificado: solo hay 1.500 en todo el país, lo que sale a 70.000 pacientes por doctor. Y por eso defiende iniciativas como el Programa de Extensión Sanitaria, lanzado hace 15 años, u otros nuevos con los que, dice, Etiopía "innova" buscando soluciones para esa escasez de profesionales. "Aquí no nos limitamos a seguir las rutinas o prácticas de otros países". En estos tres lustros, el programa de extensión ha formado a casi 40.000 "agentes sanitarios" para acercar la sanidad a los etíopes.
Otro programa iniciado en 2006 —en cuya redacción participó el propio Yifru— ha atacado la ausencia de cirujanos. "Cuando se concibió, la gente estaba totalmente en contra, porque personas que no eran médicos iban a practicar cirugías", recuerda el hoy ministro. "Y los resultados una década después dicen que ha generado grandes mejoras en la salud materna y de los recién nacidos", apunta. En los distritos rurales, defiende, no hay ginecólogos, y son estos oficiales los que realizan casi todas las cirugía de emergencia. Una solución que, admite Yifru, no es la ideal, pero sí absolutamente necesaria. Lo mismo que otro programa que ha capacitado a enfermeras para operar en los casos de triquiasis (una complicación del tracoma, conjuntivitis muy extendida en Etiopía que puede derivar en ceguera). "En dos años hemos conseguido atender casi la mitad de los 800.000 casos de triquiasis detectados", presume.
Por eso Yifru, que este año preside el centro para la prevención y control de enfermedades de la Unión Africana, anima a los países del continente a buscar soluciones imaginativas ante la obvia falta de medios, no solo humanos, sino también materiales o de capacidades. "Ruanda, por ejemplo, tomó nuestra idea de reclutar a personas que velen por la salud del resto de su comunidad [Ejércitos de desarrollo sanitario, los llaman] y la mejoró, dejando que ellos mismos eligieran a los miembros en vez de que los seleccionaran los expertos".
En cualquier caso, el ministro reconoce que la cooperación de las agencias internacionales y de otros países aún son "determinantes" para que el sistema etíope pueda funcionar. Y no solo con donaciones, sino también con ayuda técnica, formación o la aportación de personal cualificado. "Hace unos 10 años teníamos unos 87 hospitales públicos, hoy tenemos unos cerca de 400. Y hemos pasado de unos 300 a casi 4.000 centros de salud. Los servicios sanitarios empiezan a ser accesibles para la mayoría de la población". Estos limitados progresos (en 2015 solo había tres camas de hospital por cada 10.000 habitantes), son posibles, según Yifru, gracias a los fondos que Etiopía recibe para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El progreso en salud de este inestable Estado del Cuerno de África es, según su ministro, "impresionante", aunque muy lejos de sus cifras macroeconómicas, con un crecimiento superior al 10% en los últimos años. "Hay varios indicadores que lo demuestran: hay estudios que muestran grandes avances en salud maternal y neonatal". Hay progresos, pero queda mucho por hacer: si en 2005 murieron 323.000 niños menores de cinco años, en 2015 (últimos datos disponibles) fueron 194.000.
“Más de un tercio de nuestra población está en las aulas. Tenemos que trabajar en estos grupos”
Mientras las enfermedades transmisibles (VIH, tuberculosis, malaria...) siguen siendo la mayor fuente de preocupación, crece la incidencia de problemas de salud no transmisibles (obesidad, diabetes, hipertensión, adicciones...) en especial en las áreas urbanas. Pero en un país donde más de uno de cada cuatro habitantes no come lo suficiente, los problemas de desnutrición —con todas las complicaciones derivadas de ella— minan todos los esfuerzos por proteger la salud de sus ciudadanos.
El ministro Yifru cree, de todas formas, que la prevención y la educación sanitaria serán clave para superar todos estos retos. Y por eso, que Etiopía está ante una oportunidad. "Más de un tercio de nuestra población está en las aulas. Tenemos que trabajar en estos grupos para conseguir efectos a corto y a largo plazo. Podemos controlar los problemas nutricionales o de salud e intervenir", defiende. Por ejemplo, vacunando. O haciendo tests del VIH y tratando los casos detectados.
Y también, sostiene, podrán promocionar hábitos saludables. "Llegaremos en el mejor momento para educar, entre los cinco y los 10 años. Queremos explicarles los riesgos de prácticas sexuales, del consumo de sustancias, de la violencia… Cuando tienen 50 años ya no nos escuchan, y no es momento de provocar cambios de conductas, sino de dar servicio", reflexiona el ministro sobre su futuro legado. "Una generación concienciada es una generación sana. Y la salud y la educación son los dos pilares del desarrollo. Necesitamos una generación sana y productiva que pueda marcar la diferencia y darnos un crecimiento económico que sea sostenible. Ese es mi sueño".
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