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¿Cómo actúas ante las adversidades?

Las personas resilientes se adaptan mejor al medio, desplegando nuevas capacidades y destrezas

Getty

Si eres una persona con capacidad de empatía, capaz de plantearte un objetivo, perseverante, no te cansas de aprender cosas nuevas, cuidas tu autoestima, evitas el juicio a los demás a y ti mismo, te rodeas de entornos y personas que tengan una visión del mundo positiva y, además, buscas ayuda y apoyo en los demás cuando lo necesitas, posees las cualidades necesarias que te ayudarán a ser una persona “resiliente”, según afirma Catalina Fuster, psicóloga y entrenador de la Asociación Española de Coaching (ASESCO).

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El término “resiliencia”, que proviene de la física de los materiales, ha dejado de ser una palabra únicamente aplicada en disciplinas como la física o la ingeniería para ser utilizada de manera frecuente en el lenguaje coloquial. Un material resiliente expresa las cualidades de un resorte: resistir a la presión, doblarse con flexibilidad y recobrar su forma original. Un concepto que ha alcanzado una gran relevancia en la investigación científica y que hace referencia a la capacidad que tienen algunos seres humanos de asumir con flexibilidad situaciones límite, sobreponerse a ellas y salir fortalecidos.

Arquetipo de persona “resiliente” y responsable de que este término se haya popularizado incorporándose al lenguaje cotidiano, es el neurólogo, psiquiatra y psicoanalista francés Boris Cyrulnik quien, a sus 80 años, encarna el ejemplo perfecto de quien, pese a sufrir la muerte de sus padres en un campo de concentración nazi, del que logró huir cuando solo tenía 6 años, logró superar la adversidad y salir fortalecido de esta situación.

En la visión de Cyrulnik, la resiliencia significa un mensaje de esperanza. Según él mismo apunta, “en psicología nos habían enseñado que las personas quedaban formadas a partir de los cinco años. Los niños mayores de esa edad que tenían problemas eran abandonados a su suerte, se les desahuciaba y, efectivamente, estaban perdidos. Ahora las cosas han cambiado: sabemos que un niño maltratado puede sobrevivir sin traumas si no se le culpabiliza y se le presta apoyo".

Ana Lucas, Psicóloga Sanitaria, psicóloga Clínica Europea EMDR, afirma que existen claras diferencias entre las personas que poseen la cualidad de la “resiliencia” de aquellas que no. En su opinión, “las personas que tienen esta virtud son capaces de afrontar situaciones complicadas sin venirse abajo, tienen un estilo de afrontamiento activo, poseen una visión a medio plazo, son capaces de relativizar, buscar soluciones y pedir ayuda o apoyo en caso de necesitarlo”. Asimismo, Lucas apunta la existencia de estudios que señalan que, “la capacidad de resistir de las personas depende de la educación recibida en el entorno familiar, de cómo se ha gestionado en este contexto la autonomía, la resolución de conflictos y la asunción de responsabilidades. La familia se convierte en una base estable de seguridad”. Y finaliza, manifestando que, “factores como la personalidad, la estabilidad emocional y las fortalezas que tenga la persona influyen a la hora de resolver estas situaciones y tolerar el desgaste que suponen. Un factor importante es que la persona sepa pedir ayuda; la sensación de no estar solo frente al peligro fomenta la seguridad”.

¿En edades tempranas es posible predecir si nuestros hijos poseen esta capacidad de adaptación frente a las adversidades? Según Catalina Fuster, “resulta difícil y complejo predecir o adivinar las habilidades de una persona ya que, a lo largo de la vida las personas cambian. Pero Fuster sí sostiene que, observando la manera que los niños y niñas tienen de expresar sus emociones, sus rabietas y, en especial, cómo afrontan la frustración frente a algo que quieren tener o hacer cuando no lo consiguen, “se sabe si posee una buena tolerancia a la frustración, una característica de las personas resilientes que se aprende y se desarrolla a lo largo de la vida”. También, continua Fuster, “podemos observar cómo afrontan los cambios y alteraciones en las rutinas diarias y en los rituales cotidianos, ya que, para algunos niños y niñas pequeñas, estos cambios se viven como algo motivador por ser diferentes, mientras que en otros casos, es algo que desestabiliza y confunde a la persona”.

Según los expertos, la resiliencia se puede adquirir a lo largo del desarrollo y aprendizaje de los seres humanos. En opinión de Ana Lucas, “la resiliencia es como un músculo que se puede entrenar. Los psicólogos trabajamos a diario con personas sobrepasadas por alguna situación. Les enseñamos a dar la importancia justa, cómo abordarla, entrenamos en ganar estabilidad emocional y generar recursos para afrontar las adversidades: enseñamos a las personas a ser resilientes”.

Asimismo, las familias y la comunidad educativa, en general, también pueden ayudar a que se produzca este aprendizaje durante las distintas etapas de la vida del ser humano y en los diferentes contextos. Fuster comenta que para conseguir incorporar este aprendizaje en edades tempranas, “hay que aprender a no querer protegerles de todo, a no ocultar cosas que ocurren a su alrededor, pero también a responder a sus preguntas de forma sencilla y concreta, sin extendernos demasiado en las explicaciones y reflexiones. La forma de afrontar los cambios cuando sean adultos, dependerá en buena medida del aprendizaje que hayan hecho de dichos cambios en etapas infantiles”. Además, según Fuster, también es importante fomentar la autoestima y el autoconocimiento desde edades tempranas, pues, “un buen desarrollo de la autoestima va a ser la mejor habilidad para afrontar cualquier situación de futuro en el desarrollo adulto de la persona. Sin olvidar que para desarrollar la cualidad de la resiliencia es importante aprender a ayudar a los demás, fomentar la colaboración con los otros y no solo la competencia que promueve la comparativa de unos con otros”.

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