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Migrados
Coordinado por Lola Hierro

Cuerpos gramaticales: la conquista del territorio

El colectivo AgroArte homenajea en Barcelona a las víctimas de la guerra de Colombia con un acto en el que se sana por medio del cuerpo y se hace catarsis por medio de la tierra

Momento de la actuación del colectivo Agro Arte con su acción Cuerpos Gramaticales en Barcelona.
Momento de la actuación del colectivo Agro Arte con su acción Cuerpos Gramaticales en Barcelona.Luz Bibiana Pineda
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Es la primera vez que los chicos de AgroArte salen de Colombia con su siembra y, ha sido la primera vez que España se ha encontrado con una acción reivindicativa tan contundente, dramática y fuerte como Cuerpos Gramaticales. Lo vio, lo vivió y lo sintió Barcelona cuando, un día de finales de octubre, los vecinos que paseaban por el parque de La Estación de Nord se encontraron con 25 mujeres “sembradas” en el más absoluto de los silencios, protagonizando una actividad de introspección que comunica, a través de sus cuerpos, los dolores que la guerra de más de 52 años ha dejado en su país y que ha llenado de fosas comunes gran parte de un territorio tan diverso como Colombia.

Cuerpos Gramaticales es una actuación en la que se sana por medio del cuerpo y se hace catarsis por medio de la tierra. El eje de todas las acciones es el cuerpo, pues es el que ha recibido los dolores, la agresión de la guerra y la violencia, y ha sido el cuerpo mutilado el que se ha usado para aterrorizar a la población, para generar miedo en las comunidades. Son aquellos que han sido tirados a las escombreras, los que bajan por el río muertos, los que han sido mutilados; pero también son los que resisten, las madres que han quedado buscando a sus hijos, los que han sido obligados al exilio. Desde ahí es como el colectivo AgroArte hace catarsis con el otro y con la otra a través de las historias que cuentan los cuerpos porque, al final, han sido ellos los que se han utilizado y violentado en esa guerra absurda.

Es una manera de sentir. Una opción de vida en la que se une el hip-hop al que llaman “agrario”, con las plantas y la tierra. Es una forma de encuentro mediante una metodología en la que, a partir de la siembra, la música y la unión, se cuenta lo sucedido antes, durante y después de las 23 operaciones militares que en el año 2002 el Gobierno del entonces recién posesionado presidente Álvaro Uribe Vélez ordenó perpetrar en la Comuna 13, una zona marginal en las laderas de la ciudad de Medellín, la capital de Antioquia. Operativos que dejaron muerte, desolación, huérfanos, viudas, torturados, desaparecidos y una escombrera llena de cadáveres mutilados. Con ellos Uribe Vélez dio a conocer su proyecto de “Seguridad Democrática”, que no fue otra cosa que el asesinato de civiles en operativos que arrojaban falsos resultados a favor de las fuerzas militares.

La familia creada alrededor de AgroArte ha sido objeto de amenazas por parte de los grupos paramilitares

La socióloga Sandra Milena Álvarez tiene 32 años y desde los 14, cuando creó con otros jóvenes de la Comuna 13 el Colectivo AgroArte, su vida es la resistencia pacífica y la denuncia. Desde su adolescencia está en el proceso de juntar a la gente para contar la historia de lo sucedido en su barrio y denunciar los abusos del Estado para hacer memoria, reconstruir tejido social, resignificar el territorio y encontrarse a partir de las narrativas del destierro, del despojo, de los desaparecidos y de todos esos hechos victimizantes que han marcado la cotidianidad no solo de los habitantes de la Comuna 13, sino de todos los colombianos.

La escombrera es un descampado de la Comuna, donde se arrojaban residuos de obras, basura y desechos, que fue convertida en fosa común y en la que se dice, hay más de 300 personas sepultadas. “Ese es el proceso de memoria que venimos haciendo para exigir el reconocimiento de las personas que han tirado allí, porque no se están buscando huesos, sino seres humanos", comenta Sandra. "Se necesita ponerle rostro a esa guerra para poder seguir caminando en la búsqueda de la verdad y la justicia. Nuestra principal acción ha sido poder unirnos los jóvenes, los niños, los mayores y las mujeres en espacios de protección y de territorio, pues ahí se unen las acciones que realizamos como colectivo”.

AgroArte

Inicialmente fueron 15 jóvenes víctimas y protagonistas en primera línea de los ataques militares quienes dieron marcha al proyecto. Colombia sigue siendo muy agraria y la siembra une, de alguna manera a los colombianos, porque todos, de una u otra forma, tienen una tradición del contacto con la tierra en el campo. Entre todos plantaron una gran huerta, a manera de contención, alrededor de La Escombrera.

La socióloga, quien coordina la acción de Cuerpos Gramaticales, asegura: “No hemos tenido confrontación agresiva. A partir de la siembra le damos usos a esa tierra para que florezca la vida y que haya alimentos, flores, plantas mágicas, religiosas, medicinales. Nuestras estrategias han sido diversas porque, además de territorio, conquistamos la palabra por medio de la música, del hip-hop agrario, que nos apoya para tener una entidad en el territorio y, además, para seguir compartiendo toda esta tradición oral que tenemos en Colombia”.

Desde el año 2014, Cuerpos Gramaticales hace parte de las distintas acciones de memoria del Colectivo AgroArte. “La tierra es el simbolismo de nuestra acción, porque en trincheras en la tierra nos tuvimos que proteger de los ataques y a la tierra tiraron a nuestros muertos. Pero, también es la tierra la dadora de vida y esa vida brota es a partir de la siembra, por ello la acción simbólica no es enterrarnos, es sembrarnos”, asegura Sandra Álvarez.

Sandra Milena Álvarez, defensora de derechos humanos y activista, en Barcelona.
Sandra Milena Álvarez, defensora de derechos humanos y activista, en Barcelona.Bibiana Pineda

El proceso

Es una metodología que tiene un proceso de seis a siete meses, porque los cuerpos tienen que fortalecerse. Es una acción de catarsis colectiva, un duelo nacional. Es poner los dolores y las situaciones violentas que han movilizado a los participantes a florecer desde lo individual para penetrar en los asuntos del colectivo. “La importancia de realizar estos actos es que influyan y muestren una posición frente a lo que ha venido sucediendo en Colombia. Las personas que transcurren por el lugar de la actuación encuentran cuerpos sembrados de manera silenciosa y, dependiendo de la intención que le demos al espacio, el transeúnte se crea una percepción de nuestra realidad. Esto es ponemos en guardia sin tener que gritar, ni agredir a nadie, ni llevar pancartas sino quedarnos ahí, quietos, silenciosos, como una planta que necesita cuidado y atención", reclama Álvarez.

Son acciones que movilizan, porque "no es sólo plantarse un día en un parque o en una plaza, sino que Cuerpos Gramaticales necesita un caminar para que las cosas puedan suceder y para que la gente vea la importancia de realizar actos de memoria", indica la socióloga. Que el colectivo haya salido de su esquina en Colombia para hacer transnacional su denuncia ha sido gracias al apoyo logístico del Ayuntamiento de Barcelona y el Centro Nacional de la Memoria Histórica de Colombia.

Las personas que transitan por el lugar de la actuación encuentran cuerpos sembrados de manera silenciosa y se crea una percepción de nuestra realidad

La siembra

Al inicio, mientras los voluntarios acondicionaron el lugar del Parque de la Estación Nord con tierra y plantas donadas por el Jardín Botánico de Barcelona, se escuchaba el bullicio y la ligereza de la gente preguntando qué estaba pasando. Luego, en el momento en que la acción comenzó a cristalizarse con los cuerpos, vestidos de negro, arrancó la siembra en silencio y, lo que inició como una catarsis individual, se fue transformando en colectiva.

Los transeúntes se detenían igualmente en silencio para intentar interpretar qué era lo que se quería transmitir y, una vez comprendido el mensaje, se vieron brotar muchas lágrimas de impotencia, de solidaridad con el dolor de las víctimas. Aunque dura e impactante, ésta es una excelente y original estrategia que AgroArte ha ideado para contar —sin gritar ni violentar a nadie— la historia de la guerra en Colombia, de manera que el público es quien hace la lectura sin estar condicionado por banderas o ideologías, solamente con la ideología de la defensa de la vida.

Amenazas

La familia creada alrededor de AgroArte ha sido objeto de amenazas por parte de los grupos paramilitares, hoy denominados eufemísticamente Bacrim (Bandas Criminales). Sin dejarse amedrentar, estos jóvenes, muchos de ellos raperos se han hecho más visibles pese a las amenazas, o gracias a ellas

Momento de la exhibición de Agro Arte.
Momento de la exhibición de Agro Arte.L.B.P.

Para salvar su vida, los jóvenes amenazados comenzaron a llevar la metodología de su trabajo a diferentes lugares del país. Yido, uno de los artistas raperos presentes en Barcelona, comenta: “Estábamos muy encerrados y el encierro imposibilita reconocer otras historias y salir, buscando salvar la vida, han conseguido que nos juntemos. Transformamos las amenazas en una opción de sentir diferente, entonces nos apropiamos de 23 espacios de la ciudad (uno por cada acción militar), una ciudad que ha empezado a generar más desde el cemento, desde el asfalto. Nosotros hemos llegado con acciones de siembra, de plantación y de buscar florecer”.

Por su parte, Sandra asegura que sin militar en ningún partido, ni enarbolar ninguna bandera distinta a su dignidad y la vida, las amenazas paramilitares son constantes. "Nuestra opción ha sido volvernos más visibles aprovechando otros espacios y otros contextos. Esa es nuestra idea, visibilizar y poder seguir generando la voz resonante, cantante. Por ello hemos venido a Barcelona y a Guernica, porque queremos contar nuestra historia y que, a través de nuestra acción silenciosa, se nos escuche”.

Operación Orión

Entre el 16 y el 21 de octubre del año 2002, el Ejército Nacional de Colombia, la Policía Nacional y la Fuerza Aérea, en connivencia con los grupos paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), atacaron a la población civil por tierra y aire la Comuna 13 de Medellín con objetivo, según ellos, de recuperar el territorio de manos de la delincuencia y las milicias urbanas de las guerrillas de las FARC y el ELN. Orión, la más grande incursión militar urbana de la historia del país, fue también una forma de plantar la bandera de la política de Seguridad Democrática con la que Álvaro Uribe llegó a la presidencia con su promesa de “pacificar” el país arrancándolo de las manos del terrorismo y, además, como una estrategia militar que trasladó el conflicto del territorio rural al territorio urbano.

El cálculo aproximado es que en las dos operaciones previas a Orión (Mariscal y Antorcha), hubo más de 80 muertos y casi 100 desaparecidos,  sin contar las detenciones ilegales antes y después. En ella participaron mil hombres de la fuerza pública y tres mil paramilitares y, 15 años después, los hechos siguen impunes y ningún censo oficial que cuente cuántas fueron las víctimas de Orión.

En aquellas noches de terror las madres tenían que dormir con sus hijos debajo de las camas para protegerlos de las balas, sellar las puertas y ventanas con colchones y muebles y, pese a sacar pañuelos blancos, el fuego no se detenía. Los que no murieron en el ataque, desaparecieron a manos de los paramilitares en los días sucesivos, cuando los habitantes del barrio comenzaban a salir de sus trincheras para abandonar la zona. Se calcula que la cifra de desplazados de su territorio sobrepasa las dos mil personas.

Las víctimas llevan 15 años esperando verdad, justicia y reparación y que los responsables de estos crímenes paguen. El año pasado, cuando se iniciaron las labores de excavación para encontrar los cuerpos en La Escombrera, el expresidente y ahora senador Álvaro Uribe Vélez afirmó que la Operación Orión había servido para pacificar la Comuna 13, avalando con ello la impunidad para él y los militares implicados.

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