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Casa Kolacho: La violencia se cura con hip hop

La Comuna 13 de Medellín fue de las más violentas de la ciudad. Allí, una élite de raperos decidió lavar la imagen de su barrio con arte

Un grafitti en la Comuna 13 de Medellín, donde Casa Kolacho trabaja por reducir la violencia con la cultura hip hop como única arma
Un grafitti en la Comuna 13 de Medellín, donde Casa Kolacho trabaja por reducir la violencia con la cultura hip hop como única armaLola Hierro
Lola Hierro

La Comuna 13 de Medellín fue de las más violentas de la ciudad. Sus jóvenes, cansados, decidieron contar que su barrio es algo más que asesinatos y droga con el rap, el grafitti y el break dance y para ello fundaron la Casa Kolacho. Dos décadas después, este punto de encuentro de artistas ha dado una alternativa a los chicos para no caer en la criminalidad con el arte como única arma. Ellos aspiran a cambiar vidas.

Entregamos canciones hechas todas con pasión / provocando grandes cambios a tu posición / y tratando siempre de no perder la visión / enseñando cosas buenas en cada canción / quieres saber cómo lo hacemos / simple: a esto la vida dedicamos / generando mentes críticas y constructivas / a través de mensajes en letras propositivas

Chavo, Ciro y Kábala, los tres integrantes de la banda de Hip Hop Censura Extrema, rapean mensajes de esperanza frente al edificio Plaza Mayor de Medellín en un escenario a pie de calle. Frente a ellos, escuchan sus rimas cientos de asistentes al Congreso Global de Emprendimiento (GEC), que es el mayor acontecimiento a nivel internacional de este sector y que se está celebrando ese día del mes de marzo. Al final del concierto, los hiphoperos firman autógrafos y se hacen fotos con algunos admiradores. No son un grupo cualquiera, son una formación con historia: vienen de la mítica Casa Kolacho, en la Comuna 13 de Medellín, antaño una de las más sacudidas por esa criminalidad que la colocó como una de las diez más peligrosas del mundo en los noventa. Pero ellos se han ganado el respeto de toda la ciudad, la segunda más importante de Colombia, tras una década ofreciendo a los jóvenes una alternativa a la violencia y el narcotráfico a través de la cultura hip- hop.

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“Somos Casa Kolacho, una corporación que trabaja con el hip-hop entendiéndolo en cuatro elementos: el Dj, el rap, el graffiti y el break dance”, explica Chavo Censura, también fundador de esta institución del barrio de San Javier de la Comuna 13, una de las más humildes, habitada por unas 135.000 personas. En el local que ocupan en el barrio, él y su compañero Ciro explican a un grupo de periodistas internacionales de dónde vienen y a dónde van. “Hablamos de hip hop como estilo de vida y como mecanismo de transformación social, cultural, política e histórica de los territorios”, sostiene Ciro Censura.

Su historia comienza en el año 2000, cuando un grupo de jóvenes deciden utilizar sus versos para responder con arte a la violencia que se vivía por entonces. Eran los tiempos de las grandes operaciones militares que el Gobierno de Álvaro Uribe llevó a cabo junto a la policía, el Ejército y grupos paramilitares para sacar a la guerrilla de los barrios. Hubo hasta 12, pero dos marcaron la historia de la Comuna 13: la Mariscal el 21 de mayo 2002 y, sobre todo, la Operación Orión, el 16 de octubre de ese mismo año. Dejó 14 muertos, 40 heridos y más de 300 desaparecidos de los que no se ha vuelto a saber nada. “Aquí utilizaron dos helicópteros disparando por todos los barrios desde el aire, carrotanques, 3.000 uniformados…” recuerda Chavo. La terrorífica Orión dió el resultado que el Gobierno quería: desplazar la guerrilla y retomar el control que habían perdido durante años. “Aquí el Estado no transformó, vino e hizo el cambio de una estructura ilegal por otro aún más ilegal”, critica Ciro Censura en referencia a los grupos paramilitares con los que se había aliado Uribe. Esto hizo que los procesos juveniles y comunitarios empezaran a tener mucha fuerza y a querer contar una historia diferente.

Así empieza el trabajo fuerte de los raperos: escriben canciones, dan conciertos, muestran un poco de rebeldía y claman que allí también hay cosas buenas. “Todos los habitantes de la 13 estaban señalados por ser de este territorio, porque aquí había guerrilla y fuera nos veían como que todos éramos guerrilleros. Lo vivimos todos con nuestras familias, a mi papá le despidieron del trabajo porque les daba miedo… “, recuerda el rapero. “En este escenario, el hip hop empieza a contar que también somos personas que hemos trabajado muy duro toda la vida, que acá hay familias enteras que no tienen nada que ver con el conflicto”. Así nace un movimiento que reúne a 60 grupos de Rap de la misma Comuna en una sola asamblea para planear qué hacer por los jóvenes y por el territorio. Fueron bautizados como La Élite.

Uno de los primeros logros de esta agrupación juvenil fue el festival Revolución sin muertos, que se celebra por primera vez el 16 de octubre de 2003, aniversario de la Operación Orión. Lo que empezó como un evento de jóvenes inexpertos que querían ofrecer micrófonos, pintura y pistas de baile como alternativa a los tanques los helicópteros y las balas, creció hasta convertirse en un macrofestival de renombre internacional que ya en 2010 logró reunir a más de 30.000 personas.

El grupo Censura Maestra, durante su actuación en el Congreso Global de Emprendimiento de Medellín.Vídeo: Lola Hierro

Y llegó Casa Kolacho

Casa Kolacho nació de un acontecimiento luctuoso: el asesinato en 2009 de Héctor Pacheco, Kolacho, líder de esa élite que apoyaba el arte y la cultura como alternativa a la criminalidad. Dos hombres en moto le dispararon por la espalda cuando éste regresaba de visitar a su tía por su cumpleaños. “Ese mismo año creamos una escuela de hip hop, quisimos expandir el legado de Kolacho, llegar a los más jóvenes... Y llegamos a tener a 400 chicos”, asegura Chavo. Así nace este centro que hoy habitan Djs, grafiteros, fotógrafos, grupos musicales, productores y bailarines.

Pero los problemas continúan. En 2012 asesinan a otro rapero, El Duque, que era uno de los coordinadores. Su verdugo también amenazó al resto del colectivo y provocó el desplazamiento forzado de la Comuna de 76 jóvenes artistas. Algunos tardaron un año en volver pese a que el autor del crimen, de 17 años, fue asesinado por sus propios compañeros una semana más tarde. “El Duque era muy conocido y su muerte generó que la policía, la fiscalía y el Ejército vinieran a hacer allanamientos, a hacer capturas, a desmantelar las plazas de vicio...Entonces los jefes del pelao le culpan de poner a todo el combo en peligro, y lo asesinan”, recuerda Chavo. La muerte del Duque genera el nacimiento de Comuna 13 territorio de artistas, un proyecto un poco más grande que genera sinergias nuevas: “Empezamos a agruparnos con otras personas y seguimos con el trabajo tan fuerte que veníamos haciendo pero sin miedos ya; le hemos perdido el miedo a la muerte porque ya nos han pasado muchas cosas”, asegura Chavo.

Hoy la ciudad ha cambiado gracias a al esfuerzo conjunto de Gobierno y ciudadanía, y salido de la vergonzosa lista de las 50 más peligrosas del mundo que se publica anualmente. Sigue habiendo pequeños grupos dedicados al narco y a la extorsión de comerciantes, pero el número de homicidios ha disminuido sustancialmente en todos los barrios. “Podemos decir que al menos vivimos en paz”, indica Ciro. Así, los grupos artísticos y sociales del territorio aprovechan el momento para entrar en donde antes era imposible. “Llevamos la cultura, los procesos y la transformación que queremos, que es desde el arte y desde el interior de la persona. Un cambio que me transforme y me ayude a transformar la realidad”.

Un rapero baila 'break dance' durante el Congreso Mundial de Emprendimiento de Medellín.Vídeo: Lola Hierro

Los integrantes de Casa Kolacho han conseguido el respeto de cada una de las estructuras de cada territorio. “Antes éramos sinónimo de sicario, consumidor, vago… y la gente se cambiaba de acera si nos veía. Hoy la gente se cruza pero para saludarnos, nos tienen como un referente positivo de transformación del territorio”, sostiene Ciro con orgullo.

Los tiempos de calma convierten a Casa Kolacho en un laboratorio de creación que se embarca en nuevos proyectos como Techo, una historia, con el que lograron involucrar a la esposa del anterior alcalde, Sergio Fajardo, y que sirvió para pintar con aerosoles coloridos dibujos en los tejados de chapa de algunos de los barrios humildes de Medellín. “Salimos de esta pequeña casa hacia los colegios, a los barrios, a las canchas… Nos vamos con un equipo de sonido a hacer un concierto pequeño a cualquier hora de la tarde, a hacer un graffiti nuevo, a dar un taller o hacer un festival en un cole donde muchos pelaos pueda participar o cantar”, describe Chavo.

No reciben dinero público porque no quieren rendir cuentas a nadie, pero son auto sostenibles gracias a los innumerables servicios que ofrecen a entes públicos y privados. Por un lado han organizado el Graffiti Tour, uno de los reclamos turísticos más populares de Medellín. Se trata de una visita guiada por la Comuna 13 en la que se explica la razón de ser de una serie de y enormes murales multicolor y el papel del hip hop en la transformación de esta comunidad. También las empresas les llaman para exponer sus marcas y productos en ferias y eventos. Además, cuentan con una tienda en el propio local donde se ubica Casa Kolacho donde se vende ropa, calzado, discos y aerosoles.

El hip hop empieza a contar que somos personas que acá hay familias enteras que no tienen nada que ver con el conflicto Chavo Censura

Insiste Ciro Censura en que, aunque gozan del respeto de los jóvenes del barrio, ellos no tratan de imponer nada a estos chavales, muchos de los cuales están inmersos en el mundo de las pandillas y no pueden salir de ahí. “Sólo hay tres salidas para ellos: entierro, encierro o destierro. ‘Si no estuviera en esto me encantaría ser como tú’, me dicen los pelaos”.

Para ellos es importante mostrar a esos jóvenes otras realidades y lo logran atrayendo hasta la Comuna a personajes y proyectos de diversa índole. “Hace poco hicimos el casting de una película y participaron todos los de las bandas. Ellos van a ser el equipo logístico y de seguridad de la peli, hay que darles un lugar y enseñarles. No sabemos qué puede pasar, puede cambiar la vida a un combo completo”, suspira Ciro.

Otra de las actividades especialmente diseñada para estas pandillas es la llamada Demos en la raya. “Vamos y les preguntamos: ¿qué sabéis hacer? Si saben rapear, les pedimos que escriban una canción y vamos a grabarla con un productor muy reconocido, les tomamos fotos y les hacemos de todo”, explica Chavo. Una vez concluído, reciben el disco grabado para ellos y para enseñarlo a sus familias. Así, los chicos ven que hay otra forma de cambiar, de estar en el territorio de otra manera. “De momento no le ha cambiado la vida a nadie pero podría ser y vamos a seguir hasta que alguno diga: ‘yo lo que quiero es cantar”.

La importancia del optimismo

Cuenta Ciro Censura, integrante de la banda de hip hop Censura Maestra, que cuando iba con sus compañeros a conciertos de rap en Medellín salía al borde de la depresión. "Todas las canciones eran de guerra, muerte, dolor, tristeza…", lamenta el artista. Así, su banda decidió reivindicar que en su ciudad, pese a los problemas, los barrios también tienen un lado positivo. "Decidimos mostrar a la gente que ha sufrido varios tipos de violencia y sale adelante, que sueña, que quiere, que ama, que cree, que crea… Personas que no se cansan de luchar para conseguir mejor calidad de vida, mejor futuro", afirma. Ciro asegura que ellos, desde el centro cultural Casa Kolacho, pueden ofrecer a los chicos el hip hop como estilo de vida, "pero antes de formar artistas queremos formar a seres humanos críticos, solidarios y constructivos", recalca.

Las letras de Censura Maestra hablan de lo palpable, lo real, de cómo son sus miembros. “Sí decimos que el mundo está feo porque uno no ayuda a otro, pero planteamos una solución, nos quedamos con mostrar lo positivo a través de soluciones para que el desarrollo no solo se vea en las infraestructuras sino también desde lo artístico, lo cultural y lo urbano”.

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Sobre la firma

Lola Hierro
Periodista de la sección de Internacional, está especializada en migraciones, derechos humanos y desarrollo. Trabaja en EL PAÍS desde 2013 y ha desempeñado la mayor parte de su trabajo en África subsahariana. Sus reportajes han recibido diversos galardones y es autora del libro ‘El tiempo detenido y otras historias de África’.

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