Por qué a las mujeres les gusta el cine X (y no debería)
Empiezan a alzarse voces contra su trato vejatorio en las pantallas
Posturas acrobáticas, felaciones y gimoteos de alta intensidad, primerísimos planos de miembros viriles y fluidos masculinos grabados con objetivo macro. Son elementos comunes del cine porno, digamos convencional, en el que él lleva la batuta, y todo gira en torno a ella.
Lo consumen tanto hombres como mujeres y mientras muchas lo defienden como parte del abstracto mundo de la fantasía, empiezan a alzarse voces contra el trato vejatorio protagonista de la trama.
“Una exuberante rubia vestida como una colegiala sale por la noche sin permiso y llega a casa por la mañana. Sus hermanastros la están esperando para regañarla por desafío. ¿Cómo la castigan? Mientras la penetran, ella sonríe, gime y se disculpa sumisa con un tímido I’m sorry.
"[El porno es] una muestra más de cómo el modelo de sociedad patriarcal en el que vivimos cosifica y minusvalora a las mujeres", Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas
Esta escena, descrita por Erika Lust, directora de cine para adultos y pionera del movimiento de pornografía feminista, podría ser parte de una de las millones de películas de cine pornográfico convencional que consumen los españoles, quienes, por otro parte, son grandes aficionados a este género.
Al menos es lo que se desprende de los datos proporcionados por el portal de Internet especializado en la distribución de porno online, PornHub, el cual visitaron 23 millones de usuarios en 2016, ocupando España el puesto 13 en el ranking.
A los españoles (y a las españolas) les excita observar sexo ajeno a través de una pantalla. Ahora bien, este tipo de encuentros sexuales, paradigma de la corriente dominante del porno, también es para una parte de la ciudadanía "una muestra más de cómo el modelo de sociedad patriarcal en el que vivimos cosifica y minusvalora a las mujeres", critica Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas.
Esta abogada arguye que, "representar a la mujer como un elemento dador de placer, y no como sujeto activo de una relación, es lo que convierte a la pornografía en un elemento cosificador".
Un vestigio de poder exclusivamente masculino
Si para Besteiro el cine porno actual es machista (con todas sus letras), para Lust es además "absurdo". Así lo argumenta la autora de libros como Porno para mujeres (Melusina) o La canción de Nora (Espasa): "La mujer que aparece en la pantalla satisface los deseos sexuales del hombre, pero no busca el placer propio", se lamenta.
Para la cineasta, la película se desarrolla a través de una mirada masculina y la historia "finaliza cuando él eyacula. La mujer es simplemente algo que va cambiando de postura”. Y apostilla: “Incluso el cine lésbico está pensado para el hombre que lo está viendo, no para la mujer lesbiana”.
Por su parte, Joan Sanfélix, sociólogo en el Centro de Investigación de Estudios de Género (CIEG) de la Universidad Miguel Hernández de Elche, cree que más que machista, “el porno circulante es misógino”. Esta aversión hacia las féminas se perpetúa y fomenta, según el experto, a través de la pornografía imperante.
Para este especialista en el campo de las masculinidades, el cine para adultos desempeña una importante función de control social que ejercen los hombres desde su supuesta pérdida de poder. “Estas películas apelan a los deseos de dominación masculina en un escenario donde la identidad tradicional de los hombres empieza a quedarse sin anclajes materiales-simbólicos a los que acogerse", advierte.
"La mujer que aparece en la pantalla satisface los deseos sexuales del hombre, pero no busca el placer propio", Silvia Pérez, psicóloga especializada en relaciones de pareja en la agencia matrimonial Alter Ego
En esta crisis de identidad, "el porno devuelve a muchos hombres la sensación de poder que consideraban perdido respecto a las mujeres”, concluye Sanfélix.
Esta dominación masculina tiene algunas consecuencias. Un ejemplo: “Muchos hombres están convencidos de que a la mujer le gusta la sodomía y que si lo niegan o les duele es porque no han dado con un hombre que sepa cómo hacerlo. Por tanto, creen que es una cuestión de habilidad y no de gusto propio”, apunta Silvia Pérez, psicóloga especializada en relaciones de pareja en la agencia matrimonial Alter Ego.
El problema de fondo es que esta creencia, "puede llevar a muchas mujeres a pensar que si rechazan su práctica, su pareja pensará que son unas mojigatas o unas estrechas, de modo que acaban accediendo en contra de su deseo para complacer a su pareja", según la psicóloga.
También Carme Sánchez, sexóloga y autora de El sexo que queremos las mujeres (Lectio), hace referencia a este comportamiento servil: "En mi opinión, las mujeres buscan en el cine porno lo mismo que los hombres, una excitación rápida mediante el estímulo visual. Sin embargo, algunas veces ellas ven películas porno en pareja con el objetivo de contentarlo a él y facilitarle la excitación".
Donde las violaciones están a la orden del día
El machismo que rezuma el cine para adultos no parece ser un obstáculo para que muchas de las mujeres que consumen porno sigan haciéndolo de manera habitual. ¿Significa esto que la excitación que les provoca ver este tipo de cintas, contrarresta su oposición a los comportamientos machistas que fomenta? ¿O tal vez no ven en estas historias las humillaciones y vejaciones que otros denuncian?
"Es normal que a algunas mujeres les pueda excitar o gustar determinada pornografía que incluya violencia y humillación porque su deseo se ha construido en el modelo patriarcal", Joan Sanfélix, sociólogo en el Centro de Investigación de Estudios de Género
Para Sanfélix, "es legítimo, incluso normal, que a algunas mujeres les pueda excitar o gustar determinada pornografía que incluya violencia, humillación, etcétera, porque su deseo, como el del conjunto de la sociedad, se ha construido en el modelo patriarcal".
Es cierto que no necesariamente a todas las mujeres les atrae esta clase de sexo. Pero existir, existe. "Un ejemplo de ello es la fantasía de la violación", comenta el experto. Un enfoque valiente que contextualiza: "El machismo y su reproducción mediática nunca debe ser tolerable o admisible. Pero cuando entramos en el terreno de las fantasías todo parece relativizarse".
En este sentido, la sexóloga Sánchez asegura que el hecho de que las mujeres disfruten mirando este tipo de escenas, que podrían etiquetarse como machistas, es fruto de muchos siglos de una educación y una cultura determinadas. Y establece un interesante paralelismo con las fantasías sexuales: "Puedes soñar con protagonizar una determinada escena, pero eso no significa que quieras acabar experimentándola".
A ellas les excita, ¿y qué…?
Es precisamente esta oposición entre lo que les excita a muchas mujeres y lo que la sociedad aprueba que les excite, lo que hace que "muchas de ellas se sientan culpables por consumir porno", afirma Pérez.
La experta asegura que, "aunque a la mayoría de sus pacientes les preocupa que las etiqueten de sucias, poco a poco está aumentando el número de aquellas que reconocen excitarse y masturbarse con la pornografía".
Ahora bien, ¿cómo acabar con el machismo que subyace en el cine para adultos? ¿Es posible excitar sin cosificar a la mujer? Según el sociólogo Sanfélix, el porno puede transformar el mundo, "pero, quizás antes tengamos que modificar algunas estructuras y prácticas para ver emerger otro cine y una reconfiguración de las fantasías".
"Faltan más mujeres detrás de la cámara y en los roles creativos y de producción", Silvia Pérez, psicóloga especializada en relaciones de pareja en la agencia matrimonial Alter Ego
El experto aboga por "construir unas pautas de producción y consumo de pornografía diferentes, transformadoras, pedagógicas y representativas de otras posibles formas de deseo, más allá del masculino blanco heterosexual".
También Erika Lust se desmarca del porno convencional. Para la precursora del cine erótico feminista, "al actual le sobran posturas, simulaciones de pederastia e incesto, categorización basada en el origen o etnia de los actores y relaciones de poder y coacción".
La realizadora reclama más voces y perspectivas femeninas capaces de crear una alternativa. "Faltan más mujeres detrás de la cámara y en los roles creativos y de producción”, sentencia.
ES PARTE IMPORTANTE DE LA EDUCACIÓN SEXUAL DE LOS JÓVENES
"El porno actual es una máquina imparable y omnipresente de educación sexual que, además de ser racista, tiene un discurso muy dañino sobre los roles de género", reflexiona Lust. ¿Significa eso que se debería controlar el contenido de este tipo de cine? ¿Es necesario observar, cribar y suprimir, en su caso, aquellas escenas que fomenten actitudes y comportamientos machistas en la sociedad? "No creo en la censura", afirma."Eliminar ciertos mensajes transmite la idea de que eso está mal, lo relega al fondo de nuestra moral como algo oscuro. El BDSM (Bondage, Dominación, Sadismo y Masoquismo) está estigmatizado y, sin embargo, enmarca diversas prácticas sexuales en las que la comunicación y el consentimiento imperan". La presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas, Besteiro, tampoco está a favor de la censura, pero sí de la regulación de lo que se quiere transmitir. "Del mismo modo que no se admiten contenidos racistas en medios de comunicación, tampoco aquí deberían pasarse por alto los mensajes machistas", argumenta. Un asunto especialmente delicado en el caso de los adolescentes, "que ven en estos vídeos una especie de manual de supervivencia sexual", apunta la psicóloga Silvia Pérez quien añade que "muchos se quedan con la idea de que cuando una mujer dice que no quiere mantener relaciones sexuales, si se insiste, puede que su negativa acabe convirtiéndose en una aceptación". Esta función pedagógica del cine porno parece indicar hacia dónde se deben dirigir los esfuerzos si se quiere erradicar el machismo. Al menos así lo cree Lust: "Si deseamos contrarrestar la influencia de lo que vemos, debemos invertir en educación. Es imprescindible construir una cultura del consentimiento y de la igualdad de género tanto en la pornografía como en la educación sexualen las escuelas".
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