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La paradoja y el estilo
Columna
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155 horas

Mariano Rajoy y Carles Puigdemont deberían dialogar con Carmen Martínez-Bordiú

Carmen Martinez Bordiu, el pasado junio en San Sebastian de los Reyes.
Carmen Martinez Bordiu, el pasado junio en San Sebastian de los Reyes.Carlos R. Alvarez (WireImage)
Boris Izaguirre

Una de las cosas que me quedaron claras del momento Parlament del pasado martes es que el número 155 está de moda. Se trata de un artículo, pero podría ser un sustantivo. O la duración de una película. Es un número sugerente para una habitación de hotel, donde tener un encuentro rápido, una conversación o iniciar un nuevo amor.

Llevo una semana viviendo a 155 pulsaciones por minuto. La noche anterior a la sesión en el Parlament estaba en un restaurante japonés en Miami, rodeado de camareros cubanos con pantalones híper ceñidos y discutiendo con jóvenes empresarios españoles. La cena terminó con gyozas medio mordidas, vasos de sake o tequila y algunos de los jóvenes cantando el Viva España que llevamos escuchando más de 155 horas. Me sorprendió que ninguno supiese la letra. La murmuraban así como se hace con el rosario y se venían arriba en el estribillo. “La cantamos así desde que volvió a ponerse de moda tras ganar el Mundial”, me confesó, muy cañí, uno de ellos. Eufóricos decidieron llevarme a Eleven, un bar mítico entre la población heterosexual porque te reciben strippers que simulan sexo lésbico a ritmo de reggaeton. Reconozco que temí porque mi reputación se viniera al piso en menos de 155 segundos, pero decidí quedarme cuando observé a una pareja, ella vestida de Chanel y sorbiendo champagne rosado y él, con traje cruzado de color pastel, arrojando dólares sobre los senos descubiertos de las strippers. Cuando se giraron, descubrí, oh, que eran chinos. ¡Miembros de la república popular disfrutando la decadencia del capitalismo! Ahí sí me dije: fin del mundo. Y mis amigos agregaron: “Mientras Cataluña se independiza, Boris se heterosexualiza”.

Por eso, agradezco a Puigdemont que contuviera ese desmadre apocalíptico y mi identidad se mantuviera unida a mí. Me hizo ver con más interés ese momento en que los del Govern firmaban el acta de la sesión. Me encantó que los fotógrafos les pidieran a Puigdemont y a Forcadell, muy tranquis —ella con una casaca roja muy Dr. Zhivago y él con su peinado emo—, ambos con aspecto de recién salidos de la farmacia, que posaran bolígrafo en mano después de firmar. Muy teatral todo, como debe ser un momento histórico.

El productor Harvey Weinstein y su pareja Georgina Chapman. en la fiesta de 'Vanity Fair'. de los Oscar este año.
El productor Harvey Weinstein y su pareja Georgina Chapman. en la fiesta de 'Vanity Fair'. de los Oscar este año.Danny Moloshok (REUTERS)

Otras casi 155 horas han pasado desde que el New York Times destapara los acosos que Harvey Weinstein habría cometido contra actrices, becarias, asistentas de producción. El todopoderoso productor ingresó en una clínica de rehabilitación para tratar su adicción al sexo. Su esposa, la diseñadora Georgina Chapman, ha anunciado su divorcio para salvar su negocio, Marchesa, la marca que vistió a más de 155 estrellas de Hollywood, entre ellas Jennifer Lopez y Penélope Cruz. El reinado de Marchesa llegó a tal punto que ganarte un Oscar era el mejor accesorio para sus majestuosos trajes inspirados en las diosas de la mitología griega o persa. Otra señal de los tiempos que vivimos: que el esposo de la diseñadora de los trajes majestuosos sea ahora el acusado de abusos a las mujeres que modelaban las creaciones de su esposa. Ella vestía y él desvestía.

Muchos comentan que detrás de la caída en desgracia de Weinstein podría estar la mano tuitera de Donald Trump. Mientras, su primera esposa Ivana está a punto de rebasar las 155 entrevistas promocionando su nuevo libro, Criando Trumps, provocando un debate abierto con Melania sobre quién es realmente la primera dama. Todos sabemos que esa es Ivanka, pero la guerra sorda entre las dos señoras Trump empieza a ser divertida y promocional. Ivana ha reconocido que le ofrecieron a dedo la embajada de su país de origen, la República Checa, pero ella prefirió mantener su estilo de vida, dividido en estaciones y ciudades. Otoño en Manhattan, verano en Saint-Tropez. También le preguntaron si envidia el cargo de primera dama. Respondió, muy tranqui, con una sonora carcajada.

India ha sido la inspiración para que Carmen Martínez-Bordiú encontrara, de nuevo, el amor. Timothy McKeague nació en Australia hace 32 años y según Carmen se conocieron este verano en Saint-Tropez. Él estaba trabajando como coach emocional. Carmen lo define como “un alma libre. Con él hay que vivir el momento”. Timothy ha estudiado en un centro espiritual y spa ayurvédico, a dos horas al norte de Delhi que se ha puesto de moda entre las jet sets de Madrid y Barcelona. Un punto de encuentro alejado del centro. ¡Qué grande es Carmen! Mientras España iza banderas, cierra y abre parlamentos, ella descubre el budismo, la introspección y consigue novio. Rajoy y Puigdemont deberían dialogar con Carmen, antes que pasen otras 155 horas.

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