Melilla defiende por vía judicial la última estatua de Franco
La ciudad autónoma arguye que el monumento al dictador no incumple la ley
El Ayuntamiento de Melilla (PP) ha remitido al juez un catálogo que hace inventario de los vestigios franquistas que aún decoran los espacios públicos de la ciudad. Lo ha hecho tras haber sido condenada en octubre de 2016 por incumplir la Ley de Memoria Histórica. El documento del Consistorio incluye una serie de recomendaciones para la sustitución progresiva de las decenas de vestigios preconstitucionales que aún existen en la ciudad, con una excepción: la estatua de Francisco Franco, la última en el mundo de este dictador ubicada en un espacio público. Melilla aboga por su preservación.
El demandante es Eduardo Ranz, abogado memorialista de Madrid que ha puesto en marcha otros procesos judiciales en otras ciudades españolas. “Melilla es la ciudad con más vestigios franquistas de toda España”, sostiene el letrado. Ha puesto en marcha tres procesos judiciales. El primero se ha saldado con la sentencia que condena a la ciudad y le insta a la publicación del catálogo de vestigios. En segundo lugar, el abogado ha pedido la retirada directa de tres lugares con homenaje preconstitucional: las calles y plazas que homenajean a José Antonio Primo de Rivera, Onésimo Redondo y Millán Astray. El caso está visto para sentencia. En tercer lugar ha iniciado un tercer proceso que pide la retirada de la estatua de Franco.
Este monumento da la bienvenida a todos los pasajeros que llegan al puerto de Melilla. Fue solicitado en un pleno del Ayuntamiento de Melilla el 21 de abril de 1977, en el que se convocó un concurso público que anunciaba una licitación de tres millones de pesetas para erigir, en un plazo de seis meses, un monumento al "Generalísimo Franco”. Durante la realización de la obra, una vez ya adjudicada al escultor y exmilitar Enrique Novo, se decide cambiar (“por motivos desconocidos”, especifica el Ayuntamiento de Melilla) el homenaje. Ya no sería al “Generalísimo Franco”, sino al "comandante Francisco Franco, héroe de las campañas de África y liberador de Melilla”.
El Consistorio se aferra a este cambio para conservar la estatua. Recomienda su conservación por “evocar exclusivamente” la llegada de grupos militares a Melilla en 1921, cuando, según el Ayuntamiento, “la ciudad estaba a punto de ser invadida por las tribus rifeñas de Abdelkrim”. El documento recrea la situación: “Las tropas entraron por el puerto con la música de la banda del Tercio Legionario extendiendo de nuevo la confianza a los ciudadanos que, agolpados cerca de los barcos, pretendían huir a la península”. Y recalca que no hay referencia alguna a la sublevación militar, ni “exalta ni humilla a ningún colectivo”. El abogado Eduardo Ranz rechaza este argumento: “Es inseparable la persona Francisco Franco con la figura del que fue dictador durante 40 años. Y cualquier defensa del franquismo significa que uno es franquista”, subraya.
Hay un segundo gran vestigio del franquismo en la ciudad: el monumento a los Héroes de España. Fue erigido en 1941 tras el derribo del quiosco La Peña, el que fue el Café Gijón de Melilla, donde se reunían los intelectuales, artistas y periodistas para hacer tertulias. "Franco siempre consideró el 18 de julio como la fecha del alzamiento porque fue la etapa que él protagonizó. La ciudad levantó este monumento al 17 de julio por sufrir el trauma de no tener el reconocimiento de Franco de que el alzamiento se había producido en esta ciudad un día antes", afirma Vicente Moga, el director del Archivo Histórico de Melilla. El Ayuntamiento defiende que el grupo escultórico en bronce es “de calidad artística” y que pertenece a una zona considerada Bien de Interés Cultural, lo cual “es razón suficiente para su conservación”. No obstante, el catálogo admite la “importante carga ideológica” del conjunto de piedra y recomienda mantener solo la estatua de bronce.
Aparte de estos dos grandes monumentos hay tres placas y 57 calles dedicadas a personajes, melillenses o no, que participaron en la sublevación militar de 1936 que llevó a la Guerra Civil. “Aquí hay una generación perdida de héroes. Fueron militares aclamados y queridos por el pueblo que luego se sublevaron y perdieron esta condición", afirma Juan Antonio Bellver, director general de Cultura y Festejos de la ciudad. Bellver rechaza responder a cuestiones políticas y afirma que su perfil es "técnico". Como historiador sí hace una puntualización: "Ellos [Franco y el resto de militares] llegaron en 1921 y desfilaron por la ciudad para que el pueblo recuperara la confianza. Si para Eduardo Ranz esto no tiene valor, yo creo que sí la tiene". Este diario ha intentado contactar con Fadela Mohatar, la consejera de Cultura, sin éxito. Pertenece al Partido Popular, que gobierna la ciudad desde 1991.
36 de las 57 calles que incumplen la Ley de Memoria Histórica, en vigor desde 2007, están dedicadas a falangistas o alféreces melillenses que murieron en la Guerra Civil. “La mayoría de ellos eran jóvenes entre 16 y 22 años”, explica el documento del Consistorio. Otras diez calles recuerdan los nombres de militares que habían desarrollado su carrera en Melilla o el norte de Marruecos. El documento hace hincapié en que algunos de ellos lo hicieron “de forma muy brillante” y que sus nombres "ya estaban nominados antes de 1936". Las 11 calles restantes hacen referencia a otras personas afines a la sublevación, aunque no pertenezcan a Melilla, como es el caso de la céntrica avenida José Antonio Primo de Rivera. El Ayuntamiento de Melilla sostiene que las irá sustituyendo progresivamente.
Una segunda estatua
La estatua de Franco de Melilla es la última del mundo en un espacio público, pero hay un segundo monumento al dictador en la ciudad, alejado de la mirada de los paseantes. Se trata de la estatua ecuestre del dictador que fue retirada de las calles melillenses en agosto de 2010. El Ministerio de Defensa se la cedió al Grupo Gaselec, una empresa que tiene múltiples negocios en Melilla: comercialización y distribución de energía eléctrica, telecomunicaciones, infraestructura y construcción y un medio de comunicación de prensa, radio, televisión e Internet. Esta compañía tiene una fundación en cuyo patio exhibe la estatua de Franco, así otra al general golpista Juan Yagüe, conocido como El carnicero de Badajoz. La cesión de Defensa dribla la Ley de Memoria Histórica y aprovecha un vacío que permite las menciones por basarse en razones artísticas o arquitectónicas "de estricto recuerdo privado".
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