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Doñana, agua y cerveza

Con el dinero de la cervecera Heineken y el apoyo administrativo de los ayuntamientos de la zona se han rehabilitado tres humedales del parque natural en Huelva y Sevilla

La laguna del Lince, rehabilitada por el proyecto Doñana Heineken, en Hinojos, Huelva.
La laguna del Lince, rehabilitada por el proyecto Doñana Heineken, en Hinojos, Huelva.Paco Puentes
Ángeles Lucas

Hay quien dice que va a pasar un fin de semana al campo para desconectar. Sería quizás más interesante acercarse a la naturaleza para conectar con ella, volver a lo que se es, a lo que permite ser. Reencontrarse con los ciclos de la luna, el oxígeno de las hojas, las temporadas de los frutos, los compases de la lluvia, el agua. El Espacio Natural de Doñana, compuesto por 128.485 hectáreas entre tres provincias andaluzas, genera vida a borbotones. Linces, jabalíes, yeguas, malvasías, águilas, flamencos, ibis, tortugas, camaleones, peces, arañas... Pinares, dunas, marismas, bosques, humedales… y humanos. Todos necesitados de agua, un recurso de polémica gestión por la sobreexplotación de sus acuíferos.

Reclama el agua cada hormiga con su fuerza por sobrevivir, cada rama de arbusto que busca su hueco para crecer, cada humano compuesto de ella que va al campo a darse sentido y con la que cultivar sus alimentos. Doñana es fuente de agua, y de sabiduría. Bajo las marismas crece la castañuela, de la que se alimentan los oscuros ánsares cuando cruzan Europa sin visado hasta llegar al coto. Es una raíz tan dura, que las aves, antes de comerlas, tragan arena para que les sirva de lija en las mollejas y les facilite la digestión. Todo encaja, cada cual tiene su función, su tiempo y su lugar en este fluir de erudición que se deja entrever por cada ser vivo del sobrecogedor espacio.

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Y ha sido el agua el elemento principal que ha salvado al paraje de arder sin control en el incendio que este junio ha arrasado cerca de 8.500 hectáreas de la zona, y afectado a más de 70 especies de aves y 40 de flora amenazada, según un estudio de Seo Birdlife. Solo tres días antes de que el fuego retara a la sapiencia del parque con su agresión, la empresa cervecera Heineken inauguraba la restauración de tres lagunas en Doñana: Las Pardillas y la de El Lince en Hinojos (Huelva), y la de San Lázaro en Villamanrique (Sevilla). Una actividad de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) que se ha realizado con la intención de devolver a la naturaleza cada gota de agua consumida para fabricar sus bebidas. Iniciativa privada que encuentra también beneficios de marca con esta acción y resitúa prioridades en la vorágine de quehaceres políticos públicos.

Eran humedales “abandonados”, según declaró Miguel Ángel Curiel, alcalde de Hinojos durante el acto de presentación de este proyecto, que ha contado con 300.000 euros por parte de Heineken y la colaboración administrativa de la Junta de Andalucía y de los Ayuntamientos, propietarios de los terrenos donde se han acometido las mejoras. “Es el maridaje perfecto que una empresa actúe sobre estas lagunas abandonadas, sin uso. Un esfuerzo hecho entre todos. No siempre las empresas ponen financiación privada a disposición de lo público”, declaró Curiel.

Un abandono que se contrapone a la consideración de patrimonio que el consejero de la Junta de Andalucía, José Fiscal, promulga para los 205 humedales de Andalucía, 25 de ellos incluidos en la lista Ramsar por su importancia internacional. “El objetivo es contribuir a la mejora de sus condiciones ecológicas, por su rica biodiversidad y porque son terrenos de vital importancia para la conservación de hábitats muy representativos del Espacio Natural de Doñana y de la fauna y flora”, dijo en el acto, donde avanzó que lanzará un programa para la supervisión de humedales de la comunidad.

En la década de los setenta se drenaron las lagunas para evitar la malaria, lo que ha provocado que se pierda capacidad para retener agua

“Este proyecto es un ejemplo de lo que las Naciones Unidas propone entre sus Objetivos para el Desarrollo Sostenible y que permite retornos en términos naturales, como incrementar el volumen de agua almacenado, mejorar la biodiversidad, un enriquecimiento de la flora y fauna local y retornos económicos y sociales”, declaró en la presentación Mauricio Domínguez, director de RSC de Heineken, que se ha marcado con este proyecto el objetivo de retornar al medio más de 420 millones de litros de agua al año y que la compañía alcance así un balance hídrico neutro.

Ahora la laguna de Las Pardillas la tendrá almacenada durante al menos siete meses. “Se había perdido la capacidad para retener el agua de lluvia y de escorrentías, apenas se quedaba un par de meses tras los drenajes que se realizaron en la década de los setenta para evitar el paludismo”, apunta Iván Casero, ingeniero que ha dirigido los trabajos en las tres lagunas. Se controlaba así que la zona fuese foco infesto de los mosquitos portadores de la malaria, una enfermedad ya extinguida en España pero que en 2015 se cobró la vida de 429.000 personas en el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud.

El experto prevé que con las rehabilitaciones, las aves que cruzan de África a Europa cada año vuelvan a colonizar estos entornos. “Y se acercarán también los animales a beber. Se han restaurado con especies de ribera, taludes, paredes de vegetación, creación de islas y otros métodos para recuperar la biodiversidad”, asegura el experto, que destaca que el proyecto deja adecentada también la zona para favorecer el ecoturismo con la culminación de un carril bici y señalizaciones. “A la de Las Pardillas se accede por un agradable sendero de arena de 10 minutos y las otras dos se ven a pie de carretera”, dice Casero.

Así, los que ansíen conectar, los que se han desvivido por apagar las llamas del incendio o apuntado como voluntarios para reforestar los daños, o los que entienden la naturaleza como lo que les permite ser, tienen más oportunidades de acercarse a ella. Aquellos que entienden el respeto el medio ambiente como lo que los indígenas y otras comunidades ya ven intrínseco a sí mismos y que para los occidentales es el culmen de unos derechos reclamados desde la década de los sesenta frente al desarrollismo exacerbado.

El Parque Nacional de Doñana ocupa 54.252 hectáreas y es Patrimonio Mundial de la Unesco y Reserva de la Biosfera

Una lucha a la que quedan protestas en Doñana. Entre sus principales problemas está la sobreexplotación de sus acuíferos y la erradicación de los pozos ilegales de agua, o proyectos industriales como el dragado del Guadalquivir, la reapertura de la mina de Aznalcóllar o la construcción de un almacén de gas en el entorno. Se suman las amenazas de incendios, especies invasoras, sequías y otros fenómenos, propios de la también agresiva naturaleza, que acechan al Parque Nacional de Doñana en sus 54.252 hectáreas que acumulan títulos como Patrimonio Mundial de la Unesco o Reserva de la Biosfera, entre otros.

Mientras tanto, el corcho ignífugo de los alcornoques crece y protege el paisaje, los pinos se autopodan para mantenerse, las golondrinas ejercen su labor insecticida, una lince encuentra en el hueco de un árbol cobijo para sus crías frente a los machos que las matan para que vuelvan a estar en celo, los jabalíes limpian la arena del parque en busca de raíces, y los polluelos aprenden todavía torpes a sobrevolar los tarajes, bañados de agua. Sabiduría y sentido.

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Sobre la firma

Ángeles Lucas
Es editora de Sociedad. Antes en Portada, Internacional, Planeta Futuro y Andalucía. Ha escrito reportajes sobre medio ambiente y derechos humanos desde más de 10 países y colaboró tres años con BBC Mundo. Realizó la exposición fotográfica ‘La tierra es un solo país’. Másteres de EL PAÍS, y de Antropología de la Universidad de Sevilla.

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