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Reportaje:

El amanecer de los ánsares

Los gansos llegan a las marismas de Doñana en época invernal, cuando el frío del norte de Europa congela los campos en los que se alimentan

Ángeles Lucas

"¡El viento solitario, por la marisma oscura, moviendo -terremoto irreal- la difusa Huelva lejana y rosa!" describe Juan Ramón Jiménez en su poema Auroras de Moguer. Miles de kilómetros vuelan los ánsares, desde las frías cotas del norte de Europa, en busca de ese paisaje descrito por el premio Nobel. Persiguen el suave clima de invierno de las marismas onubenses.

Son gansos oscuros, como corresponde a un ave invernal, que abandonan Noruega, Alemania o Finlandia cuando sus campos se copan de blanco y las nieves no dejan que las raíces crezcan para alimentarlos. Viajan entonces sin visado por estas fechas, sobrevolando fronteras hasta llegar a Doñana.

Se instalan por miles en el parque natural. El pasado mes de noviembre ya eran 7.000 los ánsares que habían llegado a su destino en el sur; pero han alcanzado a ser hasta 50.000, como ocurrió en enero de este año, según los datos recogidos en el censo aéreo realizado por la Estación Biológica de Doñana.

En el Cerro hay perdigones de plomo escondidos entre la arena
El censo aéreo de noviembre registró más de 7.000 aves en el parque

"Los ánsares se convirtieron en aves migratorias hace miles de años, y aquí anuncian el cambio de estación. Con los inicios de la glaciación, quedaron en las zonas meridionales y la retirada de los hielos les dio pie a moverse en busca de su alimento", explica Juan Carlos Rubio, director del espacio natural de Doñana. "Nacen y se reproducen cerca del círculo polar, pero cuanto más frío es el invierno de aquella zona, y más se hielan los campos de los que se alimentan, más aves bajan a pasar la fría estación al sur, sobretodo si aquí hay agua", dice Rubio.

"En la transformación que sufrieron al convertirse en aves migratorias, perdieron los dientes para pesar menos y volar con más facilidad", detalla Rubio. Esto es el punto primigenio del ritual de los ánsares de Doñana en el amanecer, un acontecimiento único en el parque.

Y Rubio lo explica: "Estos gansos se alimentan de una raíz llamada castañuela que crece bajo las aguas de las marismas, pero es una raíz muy dura para ser digerida. Por ello, los ánsares tragan arena antes de comerlas, para que les sirva como de lija en las mollejas y les faciliten la digestión". Es entonces cuando empieza el espectáculo.

El alba les indica que tienen que levantar el vuelo hasta las dunas, hasta el cerro que lleva su nombre. El cerro de los ánsares. Llegan a dos luces, casi en la oscuridad. Y con un leve resplendor comienzan a escucharse los graznidos soltados desde las marismas que anuncian la llegada de los primeros cordones de estas aves migratorias, que se acercarán en familias, porque las parejas nunca se separan.

El ruido se hace más fuerte, y frente al cielo rosado del amanecer, o de entre las dunas y los pinos del coto, aparecen los primeros ánsares, que comienzan a seleccionar en la cumbre del cerro el lugar en el que se posarán durante algunas horas para tragar arena.

Esas dunas deberían de estar limpias, pero no siempre ocurre así. "En el cerro de los ánsares hay restos de perdigones de plomo escondidos entre los granos de arena y los matojos. De cuando los cazadores se escondían allí a disparar a los ánsares que se acercaban a por la arena", asegura Rubio. La visión serena de estos días contrasta con la que acontecía hasta los años setenta, con disparos que atronaban el aurora. Aquellos plomillos han quedado de herencia.

Ahora, cada verano, grupos de voluntarios ecologistas suben hasta el cerro el Día Mundial de las Aves para limpiar la zona y recoger los perdigones. "El problema surge cuando los ánsares lo ingieren y el plomo se incorpora a su sangre y la cadena trófica de otras aves como el águila imperial o los linces, que se alimentan de esta especie", declara Rubio.

Hasta que llega en el amanecer una señal que les indica a los ánsares que tienen que levantar el vuelo para volver de nuevo a las marismas a comer las castañuelas durante el resto del día. Es cuando los primeros rayos de sol empiezan a calentar sus alas. En ese momento, por bandadas, el cielo se colorea de aves a contraluz y el cerro de los ánsares queda calmado y preparado para la siguiente aurora boreal. "Aún con la noche fría tras su alba cruda -¡horizonte de pinos!- fría tras su alba blanca, la deslumbrada luna", termina su poema el premio Nobel de literatura.

Concentración de aves en una duna de Doñana conocida como el cerro de los ánsares.
Concentración de aves en una duna de Doñana conocida como el cerro de los ánsares.GARCÍA CORDERO

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Sobre la firma

Ángeles Lucas
Es editora de Sociedad. Antes en Portada, Internacional, Planeta Futuro y Andalucía. Ha escrito reportajes sobre medio ambiente y derechos humanos desde más de 10 países y colaboró tres años con BBC Mundo. Realizó la exposición fotográfica ‘La tierra es un solo país’. Másteres de EL PAÍS, y de Antropología de la Universidad de Sevilla.

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