El misterio está en el aire
YA HABÍA estado allí y sin embargo, al mirar el rostro de Dante, el espacio se volvió distinto, nuevo, inefable. Sentado en la Piazza Santa Croce de Florencia, cara a cara con la estatua del poeta, De Chirico tuvo una suerte de revelación, una epifanía cuyo recuerdo imprimió sobre el lienzo en su obra de 1910 Enigma de una tarde de otoño. La plaza se ve prácticamente desierta, la escultura descabezada. El ambiente rezuma somnolencia, porque todo parece producto de un sueño. Creador de la escuela metafísica —con obras clave como Las musas inquietantes—, el pintor italiano comenzó así su travesía artística, tantas veces inspirada por arquitecturas y cuerpos vacíos, cuyas etapas repasa CaixaForum Barcelona en la retrospectiva El mundo de Giorgio de Chirico.
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Crimen, traición, codicia y castigo. El cine negro, protagonista de un cuidado libro ilustrado.
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