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Tribuna
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Una asociación para la paz y la estabilidad en el Sahel

Es necesario ofrecer oportunidades, esperanza y un futuro a la juventud y a la población de la región

Manifestación en Bamako.
Manifestación en Bamako. HABIBOU KOUYATE (AFP)

La decisión adoptada en febrero por los cinco países del G5 del Sahel (Mauritania, Malí, Burkina Faso, Níger y Chad) de desarrollar una fuerza conjunta capaz de intervenir en nuestras fronteras para luchar contra el terrorismo y el tráfico ilegal de toda clase no tiene precedentes.

La voluntad de la Unión Europea de aportar un apoyo sólido y práctico a la iniciativa, con una contribución de 50 millones de euros, es un mensaje claro al continente africano y a toda la comunidad internacional. Se trata también y sobre todo de un mensaje de determinación y unidad destinado a los grupos terroristas y organizaciones criminales de traficantes.

Estos últimos años varios grupos terroristas, redes criminales y traficantes han devastado las ciudades, los tesoros culturales, las economías del Sahel, incluso las escuelas. Demasiadas personas han perdido su vida en el desierto, tras haberla confiado a traficantes sin escrúpulos. La libertad de movimientos tan arraigada en el Sahel debe preservarse, aunque debe ir acompañada de una mejor cooperación para afrontar nuestros retos comunes. En efecto, el vacío en el Sahel es el oxígeno del terrorismo. La fuerza conjunta que hemos creado se dotará de 10.000 hombres capaces de intervenir en el territorio de los cinco países y de reforzar la coordinación transfronteriza. Es una etapa importante hacia "soluciones africanas a los problemas africanos".

La UE lanza un mensaje de determinación y unidad destinado a los grupos terroristas y organizaciones criminales de traficantes

Los países del G5 del Sahel han optado por tomar las riendas de su propio destino y asumir la responsabilidad colectiva de la seguridad de sus ciudadanos y la defensa de sus valores. La Unión Europea apoya esta dinámica, convencida de que es la mejor forma de garantizar una mayor estabilidad en el Sahel y en toda nuestra común región. Saludamos la adopción de la resolución 2539 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que expresa su apoyo a esta iniciativa e invitamos a todos los socios bilaterales y multilaterales a seguir el ejemplo de la Unión europea.

La comunidad internacional ha contribuido hasta la fecha de forma significativa a la paz y la seguridad en el Sahel. La misión de Naciones Unidas, MINUSMA, y las fuerzas francesas de Barkhane han protegido al pueblo de Malí de la amenaza terrorista, con el precio de pérdida de vidas humanas, como se puso de manifiesto tras los ataques del pasado 3 de junio,  pero también los del 17 de junio, en los que falleció un militar portugués de la misión europea EUTM Malí. Les estamos agradecidos por ello. La Unión Europea, por su parte, se ha comprometido a formar a las fuerzas armadas, la policía y la gendarmería de Malí y Níger con tres misiones civiles y militares, cuya eficacia es reconocida por todos.

África y Europa se enfrentan a amenazas comunes, pero disponen también de oportunidades para hacerles frente

Sin embargo, aunque la seguridad es un requisito previo a cualquier actividad y al desarrollo en general, no puede ser la única solución. Es necesario también ofrecer oportunidades, una esperanza, un futuro a la juventud y a la población africana y del Sahel. Una vez más, la Unión Europea está presente junto a los países del Sahel, desde hace años, consciente de que invertir en el desarrollo de África es una inversión para nuestros pueblos respectivos. La UE y el Sahel adoptan un enfoque integral, que trate al mismo tiempo el desarrollo y la seguridad, y consistente en la combinación de todos los instrumentos disponibles en aras de un objetivo común: dar una esperanza a la juventud del Sahel.

La UE acompaña así su apoyo a la seguridad del territorio con proyectos en favor de la educación, del acceso al agua y a la salud, de adaptación al cambio climático o de creación de empleo, incluso en las zonas más remotas. Dos ejemplos: en Tombuctú (Malí), tierra de antiguas tradiciones y patrimonio de la humanidad, la UE ha contribuido a la conexión de la ciudad mediante la reconstrucción de la carretera que une Tombuctú a la carretera nacional, pero asimismo a la restauración de antiguos manuscritos destrozados por los terroristas. En Agadez (Níger) se han puesto en marcha proyectos europeos para ofrecer alternativas a las poblaciones que, tras haber vivido del turismo, han recurrido a los tráficos ilícitos. Hemos conjugado la lucha contra los traficantes con la ayuda a la formación y la creación de pequeñas artesanías y nuestros esfuerzos conjuntos están empezando poco a poco a dar sus frutos. También son necesarias acciones a más largo plazo, en particular, para la creación de empleo: es el objetivo del Plan Europeo de Inversiones Exteriores, que ofrece garantías a las empresas privadas para que inviertan en las regiones más vulnerables de África.

África y Europa se enfrentan a amenazas comunes, pero disponen también de oportunidades para hacerles frente. Las tierras de África y del Sahel tienen un enorme potencial que no puede por menos de valorizarse por su juventud. Un compromiso renovado y concentración de esfuerzos de la Unión Europea y de la Comunidad internacional son necesarios para obtener resultados concretos. La esperanza de África y del Sahel —una esperanza de paz y desarrollo humano— es también la esperanza de Europa. En palabras del escritor de Mali, Amadou Hampâté Bâ, "en paz, y solo en a paz, es cuando el hombre puede construir y desarrollar la sociedad, mientras que la guerra arruina en pocos días lo que se ha tardado siglos en edificar". Nuestra asociación tiene por objeto recuperar la paz para construir juntos nuestro futuro.

Federica Mogherini es Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. Firman tarmbién este artículo Roch Marc Christian Kaboré, presidente de Burkina Faso; Ibrahim Boubacar Keïta, presidente del Mali; Mohamed Ould Abdel Aziz, presidente de Mauritania; Mahamadou Issoufou, presidente de Niger, e Idriss Déby Itno, presidente de Chad. 

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