La criogenia humana “es como congelar un filete putrefacto”
El CSIC acoge un congreso sobre prácticas con cadáveres de dudosa base científica
¿Es posible congelar a un muerto con la esperanza de resucitarlo cuando se conozca la cura del cáncer o se pueda revertir el envejecimiento? Esta ha sido una de las preguntas centrales del que se anuncia como primer congreso internacional de envejecimiento y criopreservación, que se celebra en Madrid desde ayer hasta el sábado.
El evento combina ponencias de científicos como Juan Carlos Izpisúa o María Blasco con las de profetas como Aubrey de Grey y un puñado de empresarios que cobran a sus clientes cientos de miles de dólares por preservar sus cadáveres usando una técnica de la que no hay pruebas de que sea reversible. El año pasado estas prácticas ganaron actualidad por el caso de una adolescente británica con cáncer que ganó una batalla legal para ser congelada después de fallecer.
Max More, director general de Alcor, una de estas compañías, explica el procedimiento al que someten a sus pacientes. Hay dos opciones, congelar todo el cuerpo o solo el cerebro sin extraerlo del cráneo. “Lo ideal es que estemos al lado de la cama cuando el médico declara la muerte legal. Después empezamos el proceso de enfriamiento" del cadáver, "reiniciamos la respiración y la circulación y le damos 16 medicamentos diferentes para evitar que la sangre se coagule”, detalla. Cuando el cuerpo llega a las instalaciones de la entidad, radicada en Arizona, se sustituye la sangre con “anticongelantes médicos” y se introduce en un tanque con nitrógeno líquido a 196 grados bajo cero.
Las empresas ofrecen dos opciones, congelar todo el cuerpo o solo el cerebro sin extraerlo del cráneo
“En ese punto se para el metabolismo, así que podemos esperar todo el tiempo que queramos, da igual si son 10 años o 100”, asegura este británico, filósofo de formación. Según las fantasías de More, en un futuro se podrán "clonar cuerpos" para los pacientes que revivan o revertir el efecto del envejecimiento en sus órganos.
"Un embuste"
Rafael Matesanz, presidente de la Organización Nacional de Trasplantes, explica a Materia que, en su opinión, la criopreservación de cadáveres “es un embuste”. “Una persona o está viva o está muerta. No se ha demostrado nunca, ni siquiera con animales, que se pueda volver a la vida” tras estas prácticas, dice, y añade: “me extraña la mezcla que se ve en este congreso, con gente muy seria y otra que vende promesas”, comenta. Cabo ha comentado que durante el congreso también se pretende explorar los aspectos legales que rodean a estas prácticas. “En España una persona con una parada cardiaca que no se recupera está legalmente muerta, pero en realidad está viva. Legalmente se le considera muerto y se le extraen los órganos para donar. En su testamento podría haber dicho que quiere que se le congele”, argumenta. Por eso, dice, “hay una puerta abierta a que te criopreserven, aunque por ahora es solo un debate, una hipótesis”.
Este británico explica que su empresa ha congelado así a 150 personas, al menos una de ellas española, aunque "hay toda una familia que ya ha firmado las cláusulas” para ser criopreservados cuando mueran. Entre sus clientes hay niños de unos dos años —uno de los más jóvenes murió de cáncer cerebral— y también una persona que falleció con 101 años. En total, señala, hay 1.130 miembros que pagan a Alcor, una fundación sin ánimo de lucro según sus estatutos, para ser congelados tras su muerte. El precio es de unos 200.000 dólares más extras por desplazamiento por preservar el cuerpo completo y 80.000 dólares por solo la cabeza.
Valeria Udalova, directora general de KrioRus, explica que almacenan 52 cadáveres y 21 mascotas en sus instalaciones cerca de Moscú. Cuando se le piden garantías de que sea posible regresar de la muerte tras ser criopreservado explica: “No hay ninguna garantía de que sobrevivas a esto, pero yo he hecho criopreservar a mi madre y otros directivos de la compañía han hecho lo mismo con sus familiares, esa es la garantía que ofrecemos”. Su compañía se vende como la única de su clase en Eurasia. Cobran 36.000 dólares por congelar todo el cuerpo y 18.000 por el cerebro. Entre las mascotas congeladas hay perros, gatos, varios pájaros y una chinchilla, asegura.
Ni siquiera el responsable de este congreso da crédito a este tipo de procedimientos
Un "rito funerario"
Ni siquiera el responsable del congreso da crédito a este tipo de procedimientos. “No hay ninguna evidencia científica para que esto se pueda hacer”, reconoce Javier Cabo, organizador del encuentro. Antiguo cirujano torácico del Hospital La Paz, en Madrid, Cabo es uno de los responsables de la Fundación Vidaplus, organizadora del congreso. La organización se dedica a poner “en contacto a la gente que quiere criopreservar células madre del cordón umbilical con grupos de investigación de Alemania que realizan la criopreservación”, explica. El médico reconoce que, por ahora, la criopreservación solo funciona con células, como óvulos, espermatozoides o embriones. “Cuando empiezas con válvulas cardiacas, por ejemplo extraerle la aorta con su válvula a un corazón y mantenerlo sin lesiones de la congelación, no es posible”, reconoce. Hacer algo similar con un cuerpo completo es “un mero rito funerario”, zanja. “Una vez que estás muerto, puedes elegir entre que te entierren, que te hagan una cremación o que te congelen y te conserven como hacían los antiguos egipcios, pero en frío”, comenta Cabo, que actualmente dice estar afiliado a la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA) y a la Universidad Católica Nordestana, en República Dominicana. Cabo sí defiende que se invite tanto a científicos serios como empresarios de este negocio. “Se me ha criticado mucho porque les invito, pero creo que es interesante que se unan, se haga un think tank y que esto pueda llegar a ser realidad algún día”, comenta.
"No tiene sentido"
Una de las voces más autorizadas y críticas del encuentro ha sido la del español Juan Carlos Izpisúa, investigador del Instituto Salk de California especialista en células madre, regeneración de tejidos y generación de órganos humanos en animales. El científico resaltó varias veces que, en todos los casos, el estado de estas investigaciones es “muy preliminar” . Sobre la criopreservación señala a Materia: “estamos todavía empezando a saber cómo podemos congelar y preservar una célula, imagínate un órgano”. “He oído y entendido que existen personas que quieren preservar órganos o incluso un organismo que ya no funciona, que está muerto”. “ Si usted congela un filete putrefacto, cuando lo vuelva a descongelar seguirá putrefacto. Si usted congela un filete que está bien, pues estará bien, quizás las condiciones organolépticas no son las mejores, pero estará más o menos bien, pero seguirá estando muerto. No se resucita. Me resulta muy difícil de entender ese argumento y estas actividades en las que se trata de convencer a la gente de que se puede congelar un órgano o un organismo entero que ha dejado de funcionar”, espetó. “Estamos hablando de algo que no tiene sentido”, añadió Izpisúa. El investigador señala que asistió al encuentro "para conocer lo que se decía" y asegura no haber cobrado por participar.
María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, ha sido otra de las ponentes de primer nivel. La investigadora ha expuesto el trabajo de su equipo en busca de tratamientos para alargar los telómeros, los extremos de los cromosomas, en ratones, y cómo esto puede revertir enfermedades cardíacas y pulmonares. Su hipótesis de trabajo es que alargar los telómeros podría alargar la vida y reducir los daños acumulados por el envejecimiento, aunque su esto aún no es aplicable a humanos. Blasco no hizo ninguna mención a la criopreservación de humanos durante su ponencia. Materia intentó sin éxito recabar su opinión sobre estas prácticas.
Las dos primeras jornadas del encuentro se han celebrado en la sede central del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el mayor organismo público de investigación en España. El CSIC no ha respondido a por qué decidió albergar el congreso ni si ha recibido dinero por hacerlo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.