8 fotosDudas comunes sobre el alcohol que buscamos en Google, resueltas por gente que sabe más que Google¿Es estimulante o depresivo? ¿Existe la borrachera vegana?Mayte Martínez Guerrero15 may 2017 - 17:24CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceNo hay consenso. Por un lado, el doctor José Manuel Molto, vocal de la Sociedad Española de Neurología, es tajante: "El alcohol es una sustancia tóxica que deshidrata el cerebro, saca el líquido de las células y lo arrastra a la sangre, y esto provoca la muerte de las neuronas, como detalla un artículo de Alcohol and Alcoholism". Por otro lado, investigaciones publicadas en Journal of Neuroscience o The Lancet exponen que el consumo de bebidas alcohólicas no implica la muerte de esas células. "La ciencia es controversia, y sin ella nada avanza. Para nosotros, los daños crónicos son muy evidentes en la clínica diaria”, añade Molto. En este sentido, el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, Julio Bobes, agrega: “La bebida es neurotóxica y produce daño en todas las neuronas, provocando no solo la muerte de muchas de ellas, sino además la eliminación de conexiones entre ellas, la llamada poda sináptica. El número de dendritas [las encargadas de recibir y enviar los impulsos] aminora y empobrece”. Mientras la comunidad científica no llega a un consenso, lo único seguro es que el consumo de alcohol afecta a la relación entre esas células, y el descenso de esa plasticidad neuronal dificulta el aprendizaje.“Aunque actúe como desinhibidor en los primeros contactos, el alcohol no es un estimulante sino un depresor”, sentencia Bobes. En este sentido, el psicólogo Del Nogal añade que “esta sustancia bloquea los núcleos del control de la conducta en general, ocasionando ese efecto de verborrea, diversión y energía. Se da un proceso de envalentonamiento, de impulsividad y baja percepción del riesgo... pero después llega el efecto rebote”, haciendo que aparezcan efectos no tan agradables, como la pérdida de capacidad motora, la descoordinación de movimientos, la alteración de la visión o el mareo generalizado.Depende. “Para que un vino sea apto para veganos, no pueden haberse usado aditivos de origen animal en el clarificado, que es un proceso por el cual se filtra esta bebida para garantizar que no tenga ninguna partícula en suspensión”, aclara María Argüelles, del departamento de comunicación de las bodegas Grupo Matarromera. Por su parte, la Asociación Personas por la Ética en el Trato a los Animales (PETA) ha publicado una lista de productos que hacen que un vino no sea apto para veganos: la caseína (proteína de la leche), la quitina (fibra de las conchas de crustáceos), la albúmina de las claras de huevo o el aceite de pescado, entre otros. “En nuestro caso no añadimos nada de origen animal, sino que optamos por una base de proteína de patata”, explica Argüelles. Si la etiqueta del producto no lo deja claro, la mejor opción es consultarlo con su bodeguero de referencia.Aunque la respuesta pueda resultar lógica —sí, lo es— no dejan de publicarse artículos con argumentos sobre las supuestas bondades del vino y la cerveza. Según Barry Sears, bioquímico y presidente de la Inflammation Research Foundation, “hay que separar los efectos del alcohol y de algunos de sus componentes. Lo bueno del vino, por ejemplo, son los polifenoles [compuestos de origen natural con efectos saludables sobre el sistema cardiovascular, presentes también en algunas frutas, hortalizas, legumbres y café]. No obstante, para conseguir su efecto antioxidante, habría que tomarlos en grandes cantidades, y lo cierto es que su sabor es desagradable, y el alcohol camufla ese gusto. Pero si bebe en exceso, lo malo supera lo bueno”.Aunque su aceptación social dificulta que se vea como tal, la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la droga es tajante: “Sustancia, o mezcla de ellas (...) que al introducirse en un organismo vivo modifica alguna de sus funciones y, a veces, la propia estructura de los tejidos. Estos cambios también incluyen alteraciones en el comportamiento, las emociones, las sensaciones y los pensamientos de las personas”. Justo lo que hace el alcohol. “Sin lugar a dudas, es una sustancia que actúa en el organismo, y puede producir daños en todos los órganos”, asegura Julio Bobes, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría . Asimismo, el psicólogo Del Nogal añade que “el alcohol es legal por el porcentaje de impuestos que cobran los gobiernos, pero no deja de ser una droga. Es potencial de abuso y, bajo sus efectos, genera alteraciones de intoxicación”.“Sí. Pasa igual que con todas la drogas adictivas. El alcohol tiene un efecto de euforia y desinhibición que anima y estimula en un primer momento, pero después, deprime, y es aquí cuando se quiere volver a beber”, opina el doctor Sears. Por su parte, Miguel del Nogal matiza que “en personas más vulnerables, el alcohol puede provocar que se cronifique o intensifique el problema. Por ejemplo, algunos enfermos con depresión tienden a engancharse al alcohol por ese primer momento de ánimo, pero a la larga la situación empeora.” Según Julio Bobes, “esto sucede hasta el punto de que muchas veces, el paciente depresivo, presenta un cuadro derivado del consumo repetido de alcohol”.“Sí, es una revelación de nuestro cuerpo contra el efecto dañino del alcohol, explica el doctor Sears. “Es un mecanismo de defensa por el cual el organismo se libera de esta sustancia. Pero esto es durante un período muy corto”. Según Olga Hernández, licenciada en Medicina y experta en Nutrición y Micronutrición de la Clínica Tufet (Barcelona), “el alcohol es un vasodilatador a dosis moderadas, pero en exceso puede producir hipertensión”. En este sentido, la Fundación Española del Corazón detalla que su consumo es un factor productor de hipertensión arterial muy frecuente: “Aunque parece demostrado que más de dos copas al día se asocian con la hipertensión arterial, en los últimos tiempos se llega a afirmar que incluso ingestas menores podrían tener un efecto perjudicial desde este punto de vista. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que la bebida es un factor que aumenta claramente la probabilidad de incrementar nuestra presión arterial”.Atendiendo solo a su composición nutricional, un gramo de alcohol supone siete calorías, frente a las nueve de un gramo de grasa y las cuatro de un gramo de azúcar. “Esta bebida engorda por la manera en que se metabolizan esas calorías, porque sube la insulina, bajan los niveles de azúcar en sangre, y eso provoca hambre”, cuenta el doctor Sears. “A la energía que nos aporta, hay que sumar la de los hidratos que provienen de las frutas o cereales que contienen las bebidas. La que menos engorda, por ejemplo, es el cava brut nature, por la poca cantidad de azúcares añadidos, aunque el volumen de alcohol es de aproximadamente del 13%”, sentencia la nutricionista Olga Hernández. ¿Hay que dejarlo para adelgazar? La ciencia no es tan tajante. “La bebida influye en la obesidad, pero el hábito de tomar una copa de vino al día no impide llevar una dieta. A aquellas personas con mucha vida social, como los empresarios, les indicamos que eliminen de sus hábitos la media botella de vino y el gin-tonic diario, para que el índice de glucemia se normalice, y les recomendamos que se tomen en su lugar una copa de vino blanco, porque de esa manera no engordarán”, recomendaba a BUENAVIDA Carlos Ballesta, director del Centro Laparoscópico Dr. Ballesta del Hospital Ruber Internacional.