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Tentaciones

¿Por qué ahora todo lo rico (incluso el zumo) es malo? Los expertos responden

Últimamente las noticias sobre nutrición desmoralizan a cualquiera. ¿Estamos condenados a sobrevivir a base de brócoli y agua?

De un tiempo a esta parte asistimos consternados a un goteo incesante de pésimas noticias relacionadas con la comida. Al parecer, prácticamente todo lo que es accesible y está bueno es perjudicial para la salud. Las hamburguesas no son hamburguesas, las patatas fritas parecen diseñadas en laboratorio, la Nutella se ha relacionado con el cáncer y las Coca-Colas tienen más azúcar que todas las películas de Sandra Bullock juntas. Hasta el saludable zumo de naranja resulta que es un timo. ¿Queda algo rico que sea sano comer?

Está claro que los alimentos superdulces, ultrasalados y grasientos nos atraen como un imán, y tiene explicación. “Nuestro cerebro está diseñado, a lo largo de años de evolución, para sentir atracción por alimentos muy energéticos, que nos suministran mucha energía en poco rato”, explica Roberto Cabo Moreta, dietista-nutricionista y autor del libro La dieta ALEA.

"Si vas a una fiesta y hay un bollo y te lo comes, perfecto, pero en casa no deberías tener galletas, croissants, crema untable de chocolate, etc"

Anabel Fernández, directora de nutrición del centro KOA, le da la vuelta a la pregunta: “¿Por qué todo lo malo para la salud nos parece rico? La industria busca alimentos que estimulen nuestro gusto y que activen el circuito de recompensa”, afirma. “Al crear alimentos hiperpalatables se aseguran de que los volverás a comprar. Están altamente procesados, por lo que es fácil que acabemos creando una situación de dependencia”. Así las cosas, ¿terminaremos alimentándonos a base de brócoli y agua? Los expertos nos aclaran cómo de malos son esos alimentos.

Zumos

Sabemos de gente que los ha dejado de lado, como si fueran a provocarles quemaduras de tercer grado en el esófago o algo peor. El problema con los zumos es otro. “Cuando hacemos un zumo le quitamos a la fruta toda la fibra, por lo que la absorción de los azúcares puede ser más rápida”, explica Anabel Fernández. “Además, para hacer un zumo necesitarás usar entre dos y cuatro naranjas, por lo que acabamos consumiendo más calorías en forma de azúcares sin la correspondiente fibra. Y al no masticar, la saciedad es menor”.

Entonces ¿son malos o no?

“No son malos (no hay alimentos buenos o malos en sí mismos, sino frecuencias y raciones correctas), pero no los debemos beber como si fueran agua. Tomar dos litros de zumo al día ‘porque es fruta y la fruta es sana’ es un sinsentido como comerse quince manzanas diarias, por ejemplo”, señala Cobo.

Cacao soluble y bollería industrial

Cuando éramos críos nos alimentábamos casi exclusivamente de todo eso. Y así hemos salido, claro. Al cacao soluble le achacan grandes cantidades de azúcar. “El 70% de su composición es azúcar y el resto de sus ingredientes tampoco es que sean de mucha más calidad nutricional. No es que se deba moderar. Se debería evitar”, dice Fernández. Cobo describe la bollería como un alimento con un perfil muy alto en grasas, en grasas saturadas y azúcares simples, de ahí que establezca este consumo recomendado.

¿Solución?

”Un bollo, pastel o trozo de tarta cada dos semanas y siempre mejor bollería casera: tendrá mejor perfil nutricional”. “Si vas a una fiesta y hay un bollo y te lo comes, perfecto, pero en casa no deberías tener galletas, croissants, crema untable de chocolate, etc”, zanja Fernández.

Chocolate

Te lo meten por los ojos como si fuera un sustituto del sexo, y ciertamente a algunos les produce un placer semejante. “El problema es que la gente no toma chocolate con altos porcentajes de cacao (más del 75% o mejor del 85%) sino chocolates con altas cantidades de azúcar. Si quieres comer chocolate por sus beneficios que sea de los que poseen una mayor concentración de cacao”. En cualquier caso, sin pasarnos: según Cobo, un cuadradito o dos al día.

Patatas fritas

“Además de ser hiperpalatables por la combinación de carbohidratos con grasas y altas cantidades de sal, son alimentos de alta densidad calórica y baja densidad nutricional. Es decir, te aportan muchas calorías y pocos nutrientes. Por otro lado, aunque este no sería el principal motivo para evitarlas, al freírse a altas temperaturas generan acrilamida, una sustancia carcinogénica”, avisa Anabel Fernández.

¿Entonces las tachamos permanentemente de la lista?

“El consumo de fritos ha de ser no superior a una vez cada dos semanas, aproximadamente. Y puestos a consumirlos, mejor unas patatas caseras: las podemos hacer con un buen aceite, que tendrá un mejor perfil de ácidos grasos”, aporta Roberto Cobo.

Hamburguesas

Carne, pan y un poco de lechuga y tomate. Así diseccionadas no parece el alimento que Kim Jong-un elegiría para exterminar a la humanidad. Los nutricionistas aluden a los peligros del abuso de la carne roja (aumenta el riesgo de cáncer) cuando recomiendan que nos cortemos con su consumo. “Deberíamos comer carne roja magra dos veces a la semana como mucho, de forma que tomar dos filetes de hamburguesa junto con ensalada y trocito de pan no sería una mala cena… si la hacemos nosotros. Ahí sabemos la carne que hemos comprado y cómo la hemos cocinado, y no tenemos el riesgo de caer en la tentación de patatas fritas, nuggets, helados y demás”, dice Cobo.

Cañas y copas

Sin entrar en consideraciones sobre lo que pasa el día después cuando bebemos más de la cuenta, los expertos aconsejan la abstinencia por otras razones. “A todos nos gusta ir de cañas con los amigos, pero si lo hacemos cada día antes de la cena nos suministran calorías innecesarias con un mal perfil nutricional y corremos el riesgo de que la cena se desestructure: si llego a casa medio lleno improvisaré la cena, y seguramente no me apetezca algo rico en fibra y sanito. El no hacer una cena ordenada, planificada y saludable es una causa inconfundible y muy habitual de mala alimentación y predisposición al sobrepeso”, razona Cobo.

¿Cómo actuar? 

El experto sugiere que, en todo caso, pidamos cerveza sin alcohol o copas solas o con refresco light o Zero. “Y dos mejor que cuatro, y una mejor que dos”, añade.

Refrescos azucarados y bebidas energéticas

La directora del centro KOA los mete en el mismo paquete: “Una lata de refresco azucarado supera las recomendaciones máximas de azúcar de la Organización Mundial de la Salud, que los estudios relacionan con obesidad, sobrepeso y enfermedades no transmisibles (cómo la diabetes, la hipertensión…), con todo lo que esto conlleva. Además, aportan densidad energética (calorías) a nuestra dieta sin aportar saciedad ni ningún nutriente interesante”.

Pizza

Tan socorrida…, y tan potente. “Si te comes solo las verduritas y las olivas yo te la recomendaría tomar a diario encantada”, dice Anabel Fernández. “El problema es que la masa no es integral sino de harinas refinadas, e incluye quesos (normalmente no de la mejor calidad si la compras preparada), salsas con exceso de sal… Es decir, la definición de un alimento hiperpalatable de la que hablamos anteriormente”.

Agua

 En poco tiempo hemos pasado de la dictadura de los ocho vasos al día al aviso de que sobrehidratarnos puede tener consecuencias negativas. ¿Cuál sería el virtuoso término medio? “No hay una recomendación fija de consumo, pues dependerá mucho de las necesidades personales de cada uno, del clima en el que se encuentre, de la actividad física o ejercicio físico que realice, etc.”, dice Cobo. “Beber agua regularmente a lo largo del día desde luego ayuda a nuestros riñones e intestino, previene, junto con otros factores, las piedras en el riñón o el estreñimiento… Habría que forzarse a beber mucha agua (algo igual de ridículo como pasar sed aposta) para que esta fuera peligrosa para nuestra salud”. Brindemos por ello (con agua/caña 0,0, por favor). 

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