La única española que entra en el ‘top 100’ de los jóvenes líderes mundiales
La ingeniera y experta en digitalización Rebeca Minguela, elegida por el Foro Económico Mundial por su perfil innovador y social
Rebeca Minguela es una entre 100. La única española entre el centenar de jóvenes (menores de 40) que acaba de reconocer el Foro Económico Mundial por su liderazgo en innovación social. Vive en Nueva York y ha fundado allí Clarity, una empresa que ofrece una herramienta digital automatizada para ayudar a inversores a entender el impacto que tiene su intervención en términos de igualdad, demográficos, de clima o en políticas de contratación. “La distinción va a ser muy buena para nosotros”, dice Minguela por teléfono desde Nueva York, “nos va a dar mucha visibilidad”.
A sus 35 años, la ingeniera posee una marcada vertiente social y una notable experiencia. Fundó Blink, una web de descuentos hoteleros que compró el gigante Groupon al año y medio de lanzar la compañía. Entonces, en septiembre de 2013, la app acumulaba 800.000 descargas y tenía adheridos 3.000 hoteles en seis países europeos. Después continuó en Groupon durante un tiempo y hasta hace seis meses dirigió la transformación digital del Banco Santander.
Ahora ha pasado a formar parte de un variopinto club al que se accede despuntando entre miles de candidatos de todo el globo. El de los Jóvenes Líderes Globales del Foro Económico Social en el que ya están inscritos desde el cofundador de Google, Larry Page, o el presidente de Ali Baba, Jack Ma, hasta el ex primer ministro iltaliano Mateo Renzi o el astronauta japonés Naoko Yamazaki. Durante los próximos cinco años ha de aportar sus conocimientos en open data, inteligencia artificial y big data en proyectos del organismo para luchar contra la pobreza, las enfermedades evitables o el cambio climático.
Mucho camino ha recorrido la emprendedora desde un pequeño pueblo de Segovia. El viaje que comenzó en Cuéllar para llevarla a Nueva York pasa inevitablemente por las oportunidades educativas de un país como España en el que recorrió colegios y escuelas de ingeniería con los más altos honores. “Cuando cursaba un MBA en Harvard, con beca, veía como los extranjeros eran de clase media o media baja y los estadounidenses de procedencia más privilegiada”, explica. Hija de dos profesores de la escuela pública, defiende el valor de un sistema que le ha permitido auparse a la vanguardia de la innovación. “Soy una firme creyente en la universidad pública y siempre me he formado en centros públicos, salvo en Harvard”.
De todos modos, cree que la enseñanza debe de cambiar: “Aunque el talento en España es bueno, hay que asegurarse de que los estudiantes tienen las habilidades que demanda el mercado, y para eso es imprescindible que el plan educativo tenga eso en cuenta y las universidades colaboren con el sector privado. También el método es importante. Se sigue dando clase como hace siglos y hay que evolucionar”.
Con Clarity ha regresado a algo, la vertiente social de la realidad, que ella ha experimentado sobre el terreno como voluntaria en varios proyectos, desde El Salvador, donde trabajó en un centro con ex miembros de las maras, hasta Kenia, como consultora en un proyecto de microcréditos para negocios de agricultura. Clarity clasifica empresas, proyectos, gobiernos y asociaciones humanitarias para evitar inversiones poco igualitarias mediante una herramienta automatizada. También es consultora de varias startups. “Admiro mucho a los empresarios españoles”, asegura, “montar una empresa en Europa me parece mucho más complicado que en Estados Unidos, sobre todo porque no somos un mercado único y es más difícil escalar, contratar en varios países, encontrar salidas a las empresas... Hay que ganar los mercados uno a uno”.
“Soy una firme creyente en la universidad pública. Siempre he estudiado en centros públicos
Abundando en la reflexión sobre la cultura empresarial, Minguela opina que en España y en Europa "hay un poco de confusión con lo que es una startup. Por ejemplo, las ayudas públicas que se dan a startups están orientadas a PYMEs y en general no hay categorías específicas para empresas muy innovadoras, con alto riesgo y alto potencial de crecimiento y escalado", se lamenta. "No se puede evaluar igual una startup que desarrolle un producto nuevo sin modelo de negocio aún que una PYME tradicional, como puede ser la tienda de la esquina. Las dos son empresas muy necesarias, pero deberían estar en categorías distintas¨
Su compañía es estadounidense pero la mayoría de sus 20 empleados, sobre todo investigadores, son españoles. “Hay muchísimo talento en España, con muy buena preparación, y también la lealtad que tenemos en nuestro país hacia la firma en la que trabajamos es mayor de la que tienen los trabajadores en Estados Unidos. Aquí es difícil retener el talento, pero por otro lado, el cambiarse más de empresa también les da mayor versatilidad. Hay que encontrar el equilibrio”.
Y también está la ciencia. Interesante es la colaboración que mantienen con Harvard, el MIT y la Universidad Politécnica de Madrid. “Detrás de las soluciones tecnológicas que construimos hay matemática, mucha investigación. Hablamos mucho de tecnología y nos olvidamos muchas veces de la ciencia y la investigación que hay detrás. Es fundamental invertir también en ciencia y formar alianzas más sólidas entre universidad, investigación pública y empresa”. Esa colaboración, tan común en Estados Unidos, permite pagar un canon al centro universitario para abordar proyectos conjuntos.
“Hay muchas formas de poner los datos al servicio de los ciudadanos. Por ejemplo estudiar patrones de consumo de la gente o ver sus necesidades, y así poder cubrirlas mejor
Desde el otro lado del Atlántico así ve Minguela la península en términos binarios: “España está algo más atrasada en digitalización que otros países europeos, además en general los clientes van por delante de muchas empresas en demandar servicios digitales que aún no ofrecen, y desde luego la transformación digital del Gobierno como servicio público para sus ciudadanos va más lenta de lo que debería”. Minguela vuelve a resaltar la importancia de la administración del Estado: “Hay muchas formas de poner los datos al servicio de los ciudadanos sin dañar la privacidad. Es interesantísimo por ejemplo explotar los datos para estudiar patrones de consumo de la gente o ver sus necesidades, y así poder cubrirlas mejor”. Apunta un aspecto básico: “No oigo aún suficiente debate en España sobre cómo la digitalización, automatización o incluso la inteligencia artificial puede impactar el mercado laboral en los próximos años. Es fundamental estar preparados e implementar medidas ya de medio largo plazo”.
Al tiempo que estudiaba Telecomunicaciones, trabajaba en IBM. Eso no le impidió coleccionar becas y distinciones. Mientras cursaba un máster en Tecnología de la Información en Stuttgart, se empleó en Siemens y luego como ingeniera en el centro aeroespacial alemán DLR. Estudios y voluntariado le han llevado por medio mundo. “Siempre he querido estar fuera de España”, dice, “se habla de forma negativa sobre la fuga de cerebros, cuando también tiene cosas muy positivas. Lo importante es que salgamos a aprender y volvamos, y la mayoría de los españoles volvemos”.
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