Solo 300 de los cientos de miles de 'apps' de salud merecen la pena: claves para reconocerlas
Para empezar, desconfíe si la lanza un 'youtuber' y no un científico
Actualmente, y solo en la App Store de Apple, existen más de dos millones de apps (aplicaciones informáticas diseñadas para ser ejecutadas en dispositivos móviles) que el usuario puede descargar y utilizar en una gran variedad de dispositivos electrónicos. Si a esto sumamos otros repositorios, como Android o Google, el número de utilidades que puedes descargar se dispara, superando los tres millones. De todas estas aplicaciones, más de 200.000 corresponden a temas de salud, fitness y adelgazamiento.
A pesar de su enorme popularidad, el auge casi inmediato que han conseguido hace que surjan numerosas dudas sobre sus verdaderas ventajas y su eficacia real. Aunque la mayoría de los expertos señalan que su uso conlleva un buen número de beneficios, en temas tan delicados como las dietas, el ejercicio físico o los dispositivos de salud, han aparecido voces críticas que cuestionan la eficacia de estas aplicaciones.
“Las apps de salud hoy en día están dominadas más por la moda y el marketing que por la evidencia científica. Es un mercado en constante desarrollo, y seguro que mejorará en el futuro, pero en este momento no se han realizado demasiados estudios serios sobre sus ventajas”, señala el doctor Salvador Casado, uno de los perfiles profesionales más conocidos en la Red y especialista en Medicina Familiar en el Centro de Salud de Villalba (Madrid).
El enorme abanico de posibilidades dificulta un análisis generalizado. Darío Pescador es consultor de medios y divulgador científico en diversas publicaciones, como QUO, donde mantiene el blog Transformer: “Lo primero que debemos hacer es distinguir entre aplicaciones. Las más populares son las denominadas self-traking, es decir, las que controlan y miden el ejercicio que haces cada día, las calorías que ingieres, los pasos que das… Pueden ser programas que descargas en tu móvil o aparatos electrónicos wearables como pulseras o relojes”.
Busque el sello de calidad
Hace unas semanas, el periódico inglés The Guardian publicó un artículo poniendo en duda la eficacia de la norma de 10.000 pasos diarios que muchos de estos dispositivos, como la pulsera FitBit, asumen como objetivo para el usuario. El argumento principal es que esta regla se basa en un artículo científico de 1960 y algunos se preguntan cómo es posible que lo último en tecnología se base en estudios de hace más de cinco décadas.
“Andar es bueno, moverse es bueno”, señala Pescador, “que lo diga un estudio antiguo o que lo diga uno más reciente no es lo más significativo. De hecho, esos 10.000 pasos se ajustan a las recomendaciones actuales de la OMS sobre actividad física. Es más, hace poco el propio Colegio de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid señalaba precisamente esa misma actividad como beneficiosa para la salud”. La cuestión es que esa información ya la recibimos por otros medios, y muchos la ignoran. ¿Por qué habrían de hacer caso a lo que dicta el móvil?
Iñaki Larraya, ingeniero biomédico especializado en tecnologías de salud, alumbra la evidencia científica que hay tras estos productos: "Las aplicaciones que entran en el ámbito sanitario y que de hecho se consideran un producto sanitario deben llevar obligatoriamente el marcado CE, es decir, la regulación oficial de la Agencia Española del Medicamento y Producto Sanitario. Y aquí se incluyen también aplicaciones móviles con los mismos requisitos y obligaciones que, por ejemplo, un aparato para medir la tensión arterial”, contesta Larraya.
Sin embargo, en la práctica la cuestión no es tan sencilla. “Es cierto que muchas de estas aplicaciones se camuflan, no como producto médico, sino como aplicaciones de ejercicio o estilo de vida, y entonces la regulación es mucho más ligera”, reconoce Larraya. “La responsable de velar por el cumplimiento de esta regulación es la Agencia Española del Medicamento, y en este aspecto, aún está en proceso de actualización a estas nuevas tecnologías. El cambio que suponen todas estas posibilidades es importante y por supuesto, todavía existen aplicaciones en una situación un tanto irregular”.
Esta falta de regulación en aplicaciones camufladas hace que hoy en día uno pueda encontrarse algunas con poco más que cuatro recetas. “Aunque no son la norma general —explica Iñaki Larraya—, las más descargadas son mayoritariamente desarrolladas por grandes compañías que sí se cuidan mucho de realizarlas con respaldo científico. Pero, aun así, en este campo todavía es un poco lotería saber lo que te vas a encontrar”. Ignacio Larraya también está en la herramienta de trabajo para médicos Appdemecum. “Aquí hemos comprobado que, de los cientos de miles de aplicaciones móviles de salud que existen, las que verdaderamente valen la pena son pocas, 200 o 300 como mucho. Hablamos de apps que tengan un verdadero impacto en la mejora de la salud”, concreta.
Y el respaldo de una gran empresa, no de un youtuber
Aunque los sellos de calidad sean el camino a seguir para dotar de mayor fiabilidad a estas aplicaciones, el doctor Casado incide en el riesgo de las tendencias y las modas: “Si un centro de investigación lanza una app para un determinado ámbito de salud, pero de repente un gurú, un youtuber famoso o alguna de estas personalidades que se denominan influencers, sacan su propia aplicación... ¿Cuál se descargará y usará la gente?”. “Parece que añadiendo una pátina de tecnología a cualquier cosa ya se convierte automáticamente en algo efectivo, y no es así”, continúa: “Las aplicaciones de ejercicio no hacen el ejercicio por ti”.
En este aspecto, Larraya añade: “Si yo me compro un cuantificador, lo pongo en la muñeca y me tumbo en el sofá, el cuantificador por sí mismo no va a hacer nada. Las apps self-traking actúan como una báscula, te indican datos, te pueden incluso poner objetivos y animarte a cumplirlos... Pero al final eres tú y tu voluntad las que tienen que ponerse a funcionar”.
Una báscula, o el agujero de tu cinturón, también recogen y te indican tu peso. ¿Por qué es diferente a una aplicación móvil? “El hecho de sentirte controlado, y en cierta manera vigilado, incrementa tu esfuerzo. Se denomina efecto Hawthorne, y unido a la socialización de tu actividad supone un refuerzo positivo que incita a hacer más ejercicio físico”, aclara Darío Pescador.
Si no le motiva jugar con ella, bórrela y apúntese al gimnasio
Su caída en desuso es otro de los hándicaps de las apps de salud. Existen estudios que exponen claramente el problema: una aplicación móvil de fitness no mejora los resultados obtenidos por quienes no la utilizan. El refuerzo de la socialización aún no es suficiente, por lo que se están buscando nuevas tendencias, como la “gamificación” (uso de mecánicas de juego para fomentar la motivación).
“El boom que supusieron las aplicaciones de Pokemon Go fue clave para entender que hay que añadir valor y diversión a estas apps para hacerlas más deseables y que la voluntad de usarlas sea más llevadera porque también son divertidas”, explica Iñaki Larraya.
Teniendo un médico presente en la sala, la última cuestión parece lógica: ¿recomendaría o prescribiría usted alguna app en su consulta? “Ahora mismo, no. Si las apps funcionaran de verdad y tuvieran mayor respaldo científico del que cuentan actualmente, sí que sería algo muy interesante, una tecnología más con la que ayudarnos en nuestro trabajo”, responde el doctor Salvador Casado. “Quizá en el futuro: pero por ahora yo no puedo recomendar algo cuya eficacia aún no está suficientemente probada. Sería el siguiente escalón, usar la tecnología en la consulta, pero aún no estamos allí”.
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