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Blogs / El Viajero
El viajero astuto
Por Isidoro Merino

Destinos de cine para enamorados

Lugares donde intercambiar besos y confidencias

Isidoro Merino
Michael Blann (Getty Images)

París

"With the whole world crumbling, we pick this time to fall in love" (El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos), le dice Ingrid Bergman a Humphrey Bogart en un momento cumbre de Casablanca.

En fin, siempre nos quedará París, “La cité de l'amour”. Y no de cualquier amor, sino de L’amour fou, ese arrebato pasional con el que los parisienses venden tan bien sus puentes en el cine: del Pont-Neuf, donde Juliette Binoche y Denis Lavant viven su amargo romance clochard, al puente de Bir-Hakeim, o pont de Passy, donde se cruzan, bajo las vías del metro, las vidas de Marlon Brando y María Schneider en El último tango en París. Los fetichistas tenéis además el Bois de Boulogne, donde Luis Buñuel ató a un árbol a Catherine Deneuve en Belle de jour.

Nueva York 

Si hay una ciudad donde caben todos los amores y desamores, sobre todo los cinematográficos, esa es Nueva York. Desde La tentación vive arriba y El apartamento, de Billy Wilder, hasta Manhattan, de Woody Allen, pasando por Desayuno con diamantes (Breakfast at Tiffany's), la maravillosa adaptación de Blake Edwards de la novela homónima de Truman Capote; una obra perfecta con imágenes icónicas como la de Audrey Hepburn buscando un gato bajo la lluvia, arropada por las notas de Moon River.

Tokio 

En Lost In Translation, de Sophia Coppola, Bill Murray interpreta a un actor en decadencia que viaja a Tokio para rodar un anuncio de whisky. En el hotel, alucinado por el jetlag y las luces de Tokio, Murray conoce a la joven esposa (Scarlett Johansson) de un fotógrafo moderno, que tampoco tiene sueño. Su imposible amor de duermevela coincide en lugares como el New York Bar & Grill, en piso 52 del Park Hyatt, en las alturas del barrio de Shinjuku. Cerca de allí, al norte de la estación de Shibuya se encuentra Dogenzaka, zona de ocio nocturno que concentra restaurantes temáticos y delirantes love hotels (establecimientos que hospedan a parejas por horas) con la atmósfera más kitsh que se pueda imaginar. Más difícil es encontrar el Tokio anterior a la Segunda Guerra Mundial que muestra El imperio de los sentidos. En la tradición de los grabados eróticos de Utamaro, y basándose en un hecho real ocurrido en 1936, el cineasta japonés Nagisa Ôshima cuenta la historia de Sada y Kichizo, una tragedia de amor, posesión, sexo y muerte que en su estreno causó revuelo por la franqueza de sus escenas eróticas.

Arezzo (Italia)

"El corazón es un horno de fuego". Esta frase del libro El paciente inglés, de Michael Ondaatje, inspiró a Anthony Minghella para rodar una historia de amor incendiario interpretada por Ralph Fiennes, Kristin Scott Thomas, Juliette Binoche y Willem Dafoe. En una iglesia de la Toscana, en Italia, suspendida por un arnés, Juliette Binoche, la enfermera canadiense que cuida del misterioso y quemado paciente inglés (Ralph Fiennes), vuela hasta la bóveda sosteniendo una antorcha eléctrica que desvela rostros, cuerpos, ángeles. La secuencia fue rodada en la capilla mayor de la basílica de San Francisco de Arezzo, iluminada por la maravillosa serie de 12 frescos que Piero della Francesca pintó a mediados del siglo XV con episodios bíblicos y legendarios. Como contrapunto, un flashback del filme muestra a Ralph Fiennes descubriendo las pinturas rupestres escondidas en la Cueva de los Nadadores, en la meseta de Gilf Kebir, en Egipto, la gruta donde tendrá que dejar a su amante Katharine (Kristin Scott Thomas), herida tras un accidente de avioneta: "Llévame al palacio de los vientos...".

Madison (Iowa, EE UU)

“Eran buenos sueños. No se realizaron, pero me alegro de haberlos tenido”, le dice Clint Eastwood a Meryl Streep en una conmovedora secuencia de Los puentes de Madison, una de las historias de amor que más ha hecho llorar a los espectadores en el cine. El responsable es Robert, fotógrafo de National Geographic que, harto de selvas, montañas y desiertos, encuentra el vértigo del amor en una granja familiar de Iowa (EE UU). Por su culpa, a los fotógrafos nos corren a gorrazos en Iowa en cuanto enseñamos el zum.

Piedras Negras (México)

“Como de costumbre, Tita lloraba mientras picaba la cebolla. Tenía la vista tan nublada que sin darse cuenta se cortó un dedo con el cuchillo. Lanzó un grito de rabia y prosiguió como si nada con la preparación del champandongo. En esos momentos no se podía dar ni siquiera un segundo para atenderle la herida. Hoy por la noche vendría John a pedir su mano y tenía que prepararle una buena cena en tan sólo media hora. A Tita no le gustaba cocinar con premura”. En Como agua para chocolate, una joven hacendada pasa su vida entre moles, champandogos, huitlacoches, pozoles, chilpacholes y otros deliciosos y enigmáticos platos de la cocina mexicana. El amor y la pasión acabarán aliñando su corazón en la adaptación al cine de la novela homónima de Laura Esquivel.

Londres 

En la década de 1990, la capital británica fue escenario de comedias románticas como Notting Hill, de Roger Michell, protagonizada por Hugh Grant, Julia Roberts, o Cuatro bodas y un funeral, de Mike Newell, con Hugh Grant, Andie MacDowell y James Fleet. De talante muy distino es 9 Songs, de Michael Winterbottom, una historia de amour fou ambientada en los conciertos de la noche londinense. En ella, Kieran O'Brien y Margo Stilley se entregan en cuerpo y alma, sobre todo en cuerpo, a sus respectivos papeles. En Londres también transcurre una de mis películas fetiche: Blow-Up (1966), de Michelangelo Antonioni, traducida en España como Deseo de una mañana de verano. En este filme, Thomas, un fotógrafo de moda interpretado por David Hemmings, descubre al revelar las fotos tomadas en un parque londinense (Maryon Park) algo que su ojo había pasado por alto, pero no así la cámara. El personaje está basado en un fotógrafo real: David Bailey. Blow up está inspirada en el cuento Las babas del Diablo, del escritor argentino Julio Cortázar, que aparece como cameo en un plano de la misma.

Roma 

En Vacaciones en Roma, de William Wyler, Audrey Hepburn interpreta a una princesa que baila, se corta el pelo, monta en Vespa y se deja camelar por un periodista con principios llamado Gregory Peck, en la historia en blanco y negro de un breve romance vacacional que da la vuelta al argumento de La Cenicienta. Nada que ver con Calígula, un filme erótico del italiano Tinto Brass en el que Malcolm McDowell, Teresa Ann Savoy y Peter O'Toole ponen el talento interpretativo, y un largo elenco de actores desconocidos la carne (de la parte del lomo bajo) en el asador, sobre todo en la escena de la orgía, dirigida e interpretada con mucha entrega.

Río de Janeiro

Estaréis pensando en sensuales garotas y musculosos mulatos. Pues no. La escena más caliente rodada en Río es el beso en blanco y negro entre Cary Grant e Ingrid Bergman en la película Encadenados, de Alfred Hitchcock, uno de los más largos y sensuales de la historia del cine. Hubo que usar tenazas para separarlos.

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Sobre la firma

Isidoro Merino
Redactor del diario EL PAÍS especializado en viajes y turismo. Ha desarrollado casi toda su carrera en el suplemento El Viajero. Antes colaboró como fotógrafo y redactor en Tentaciones, Diario 16, Cambio 16 y diversas revistas de viaje. Autor del libro Mil maneras estúpidas de morir por culpa de un animal (Planeta) y del blog El viajero astuto.

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