La igualdad, de las aulas al trabajo
Las mujeres árabes ya se han hecho un lugar en la educación. Ahora el reto es entrar al mercado laboral
En Marruecos y Túnez apenas trabaja —o busca empleo— una de cada cuatro mujeres en edad de hacerlo. Mientras, la proporción de hombres activos en el mercado laboral se acerca a la barrera del 70%, o la supera, según datos de Naciones Unidas, pese a que en algunos países de la región las mujeres ya representan a la mayoría de las estudiantes. Es solo una pequeña muestra de lo que queda por lograr en el Norte de África y Oriente Medio, en la lucha por la igualdad de género. Logros y retos analizados durante el foro Mujeres por el Mediterráneo: motor de desarrollo y estabilidad, organizado por la Unión por el Mediterráneo (UfM) en Barcelona el pasado octubre.
Los órganos legislativos de la región cuentan con más parlamentarias que nunca. Las leyes, poco a poco, dejan atrás la visión estereotipada de la mujer dependiente. Delphine Borione, vicesecretaria general de la UfM, enumera algunos de estos avances: “Los presupuestos de Marruecos tienen en cuenta las cuestiones de género. Egipto trabaja contra la violencia de género. Túnez cuenta con legislación a favor de los derechos de la mujer. Argelia tiene muchas parlamentarias desde hace tiempo”. Los países de la región han dedicado recursos al sistema educativo y a facilitar el acceso de la mujer a este, explica Nabila Hamza, activista y socióloga especialista en temas de género: “En buena parte de los países árabes, la mayoría de los estudiantes universitarias son mujeres. En Túnez, estamos hablando del 60%”.
Sin embargo, el mercado laboral no ha seguido al ámbito educativo. “La tasa de participación de las mujeres en el mercado laboral [incluye a quien tiene o busca trabajo] de Oriente Medio y el norte de África ronda el 25%, de media”, relata Hamza. ¿Por qué sucede esto? Para empezar, porque “la educación, por sí sola, no es suficiente”, avisa esta activista, quien habla de obstáculos “culturales, sociales y religiosos”. “Si, según el código de familia, hace falta el permiso del padre, del hermano, para abrir una cuenta bancaria; para tener un permiso para viajar fuera del país… ¿cómo vas a estar empoderada?”, reflexiona.
Cambiar los libros escolares puede ayudar a superar los roles de género tradicionales
Tampoco ayuda el momento que vive la región, con algunos de sus países arrasados por la guerra y en plena crisis migratoria. Por si fuera poco, “está la crisis económica, que impide la participación de la mujer” en el mercado laboral y los negocios, añade Borione. Cualquier reforma en favor de los derechos de la mujer, además, topa con el “reforzamiento del islamismo”, opina Hamza. Esta tendencia obligará a los gobiernos de la región a acometer cualquier cambio “con precaución”, añade.
Pese a todos los retos, hay maneras de avanzar. La activista menciona algunos: “Los objetivos de desarrollo sostenible ayudarán a mantener la presión internacional sobre los Gobiernos, para asegurar el reconocimiento de la mujer. Es también una necesidad económica [por el potencial que la igualdad de género puede aportar al desarrollo de la región]”. Asimismo, la legislación ya aporta elementos que pueden ayudar a la incorporación de la mujer al mercado laboral, que hay que aplicar. Jihen Boutiba, secretaria general de la organización empresarial BusinessMed, cita uno: “En Túnez las empresas con más de 100 empleados deben tener una guardería. No siempre se cumple”.
“Hay que cambiar los manuales escolares para superar los estereotipos” machistas, añade Hamza. Clichés que dificultan la igualdad en el mercado laboral. “Están presentes en la mente de los hombres, pero también de las mujeres”, recuerda Borione: “Se les dice desde una edad muy temprana que no pueden salir, que tienen que permanecer ligadas a un hombre”. Estos prejuicios, en su forma más extrema, se traducen en violencia de género. El 34% de las mujeres egipcias ha sufrido violencia física o sexual de su pareja, según datos de la OCDE.
La vicesecretaria general de la UfM menciona el proyecto Formando ciudadanos responsables, organizado bajo el paraguas de esta organización internacional. El objetivo de esta iniciativa, “en marcha en Túnez y Marruecos desde hace un año”, es prevenir la violencia contra niñas y mujeres; al tiempo que se introducen valores cívicos en la escuela. Para ello, se ha “revisado [con ministerios, profesores y estudiantes] los libros de texto” que se usan para la enseñanza de los estudiantes de 11 a 15 años, al tiempo que se “forma a los profesores”. Trabajo que, según Elarbi Imad, director del proyecto, ha permitido detectar estereotipos en los libros de texto, como “ilustraciones en las que se muestran una mujer en la cocina, o al hombre leyendo un periódico mientras ve la televisión”. Con la información recogida se involucrará a todos los agentes educativos —docentes, familia y alumnos, sociedad civil— en la enseñanza de conceptos como “la democracia, los derechos humanos, los derechos y responsabilidades de la ciudadanía y el diálogo intercultural”.
Combatir cualquier forma de intolerancia, una necesidad
Estudiar la religión musulmana en toda su complejidad, y el papel que la mujer juega en esta, puede ayudar a luchar contra las interpretaciones más intolerantes del Islam. Aquellas que reducen a la mujer a un papel secundario. Estas son algunas de las ideas que lanza Inès Safi, física teórica del Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia y experta en el Islam.
Debido a la confrontación entre una “visión radical del islam”, y el “extremismo antiislámico”, no hay lugar “para una visión espiritual del Islam”, argumenta esta investigadora de 49 años. Una manera de entender la religión que sea crítica con los textos religiosos, que no someta la mujer al hombre. Al fin y al cabo, “la Europa medieval heredó el amor cortés [que entendía la mujer como superior al hombre] del mundo musulmán”. “La ignorancia y el dogmatismo nos han herido. Ha habido muchos estudiosos de la religión en el Islam que se han mostrado a favor de la mujer”, asegura Safi.
¿Cómo se puede propagar esta visión alternativa? Para empezar, mostrando otra imagen de la mujer musulmana, que sirva de ejemplo. Con “mujeres musulmanas con liderazgo, que puedan inspirar a otras” por ejemplo. “Científicas que ayuden a generar una visión positiva de la religión”, añade.
Al mundo agrícola, por la puerta de la investigación
La historia de la tunecina Sarra Arbaoui es la de quien supera las barreras de un sector especialmente propenso al machismo. Ayudante de investigación del Instituto Superior de Agronomía Chott-Mariem, recuerda como en la escuela de agrónomos a ella y a otras compañeras de clase se les aconsejó “reorientarse para buscar trabajo en otros ámbitos”. ¿La razón? “Los empresarios agrícolas creen que las mujeres no son capaces de tomar decisiones, ni se pueden quedar hasta tarde, por sus obligaciones familiares”, relata esta investigadora, beneficiaria del proyecto ‘WOMED: la siguiente generación de líderes’ de la UfM, sobre formación en liderazgo.
Ella vivió el prejuicio en sus propias carnes: “Para las prácticas, éramos cuatro mujeres y un hombre. Él era el último de la promoción, y pese a ello lo escogieron para trabajar”. Esto, sin embargo, no las detuvo. Una de sus compañeras es lugarteniente del ejército. Otra, especialista en pesca. La tercera se ha hecho un sitio en el sector como “especialista en producción animal, gestionando un proyecto con su marido”. Ella optó por la investigación. Con tanto éxito, que en 2012 recibió el premio L’Oréal-UNESCO Mujer y Ciencia por su investigación sobre la remediación de los suelos.
Sus hallazgos abren la puerta a la recuperación del terreno sin necesidad de componentes químicos. La ciencia, en todo caso, no parece tener los mismos prejuicios que el empresariado agrícola. “Cuando yo me presenté al puesto, me evaluaron por lo que hice y por mi experiencia, no por otros factores”, recuerda.
De la incredulidad al entusiasmo
La familia de Fatima Zahra no creía en su proyecto. Pero su mentor sí. Y este apoyo le bastó para poner en marcha Biodome du Maroc. La empresa que lidera aspira a remplazar el uso del gas butano en agricultura con biogás, más barato y seguro. Sin embargo, el escepticismo inicial se convirtió rápidamente en entusiasmo tan pronto como el proyecto empezó a funcionar, relata Zahra, de 29 años: “Hombres y mujeres han creído que era posible, cuando ha empezado a ser exitoso”.
Los prejuicios siguen presentes:“hay hombres que me contactan para obtener información, pero se esconden”, explica. Pero esta empresaria marroquí es optimista. Entre otras cosas, porque en la actualidad “todo el tema de la agricultura se centra en la innovación”. “Es el momento ideal”, asegura con confianza esta beneficiaria de la iniciativa WOMED de la UfM.
Formarse sí sirve para tener un futuro
Estudiar en la Universidad no siempre abre la puerta a un futuro mejor. Ni en España, ni en Oriente Medio. Pero en el caso de Fatima Al Annan sí fue posible. Su puerta se abrió durante una feria de trabajo en la Universidad Libanesa. Al Annan, estudiante de biología, conoció unos cursos de formación que la ONG Amideast proporcionaba, como parte de un proyecto de la UfM en el ámbito para la empleabilidad de las jóvenes con estudios incompletos o en formación. “Allí nos dieron clases de inglés, de ordenador. También recibimos formación en atención al cliente y emprendimiento. Aprendimos a escribir un currículum vítae y adquirimos habilidades de liderazgo”, relata esta libanesa de 25 años.
“Mucha gente me decía que acabaría cansada, porque las clases eran en verano”, explica. Por si fuera poco, su hermana tenía poca fe en el curso. “Mi hermana siempre me decía: ‘¿qué estás ganando con ello?’. Ella creía que tenía que conocer alguien para obtener un trabajo”. Pero Al Annan sí creía que el esfuerzo valía la pena. “Nos decían que podíamos hacer cualquier cosa. Que teníamos que ser positivas”. Los meses de formación sirvieron para algo. Tanto, que ahora trabaja como administrativa en el Ministerio de Defensa libanés.
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