Innovación abierta contra el zika
El desarrollo conjunto y compartido de la tecnología puede ser la clave para enfrentarse a problemas públicos y que los gobiernos den con soluciones adecuadas
El virus del zika es una de las grandes epidemias que azota especialmente a América Latina y el Caribe. Desde su llegada a esta región en 2015, el brote epidémico se convirtió en pandémico, y hasta octubre de 2016 se han confirmado 147.000 casos de personas afectadas y casi 500.000 siguen en fase de verificación.
El rápido cambio en el conocimiento sobre la epidemiología del virus plantea un gran reto para que las autoridades públicas identifiquen medidas adecuadas para contener los brotes. Al inicio de la pandemia, se pensaba que el virus se transmitía solamente a través de la picadura del mosquito, y desde hace poco se sabe que también se transmite a través de otros canales como las relaciones sexuales, como explica un estudio realizado por la Fundación Getulio Vargas y la Secretaria Municipal de Salud de Río de Janeiro. Diana Pinto, especialista de Salud en el BID, destaca que la evidencia emergente sobre las consecuencias neurológicas severas con las que se asocia el zika, tanto en bebés como en adultos, "ha puesto en jaque a los sistemas de salud en la región de América Latina, pues la capacidad para tratamiento y rehabilitación de estos problemas es limitada".
Las medidas tradicionales para controlar estas epidemias, como fumigaciones masivas o tratamiento de aguas y residuos son necesarias, pero no suficientes. Ahora también es necesario conseguir que la población conozca la naturaleza del problema y se involucre en su solución, por ejemplo tomando mayores precauciones en sus relaciones sexuales. Tanto es así que el papa Francisco no dudó en proclamar que el “uso del preservativo era un mal menor para contener la expansión del zika”.
Estos laboratorios agilizan el desarrollo de soluciones tecnológicas innovadoras y aceleran la transformación digital de los gobiernos
Cada vez queda más claro que hay que combinar las medidas tradicionales con soluciones tecnológicas innovadoras. Y eso exige mayor colaboración entre distintos sectores. “El problema no lo va a resolver un Gobierno, ni una organización internacional, ni una universidad por sí solas. En este contexto, es necesario que los gobiernos trabajen con empresas, universidades y organizaciones de la sociedad civil para producir soluciones eficaces”, destaca Rafael Anta, asesor de la vicepresidencia ejecutiva del BID.
Cada vez queda más claro que hay que combinar las medidas tradicionales con soluciones tecnológicas innovadoras
Con este objetivo, en el mes de abril de 2016 el Banco Interamericano de Desarrollo dio inicio a una experiencia piloto para buscar soluciones innovadoras a este problema. Zika SmarterCrowdsourcing es una metodología de innovación abierta que trata de acelerar la búsqueda de respuestas a los desafíos del zika y generar recomendaciones de acción aplicables en el corto plazo. El proyecto viene siendo ejecutado por el Laboratorio de Gobernanza (GovLab) de la Universidad de Nueva York.
Durante cuatro meses, más de 150 expertos de todo el mundo habrán dialogado sobre seis desafíos concretos con los gobiernos que participan en el proyecto: Argentina, Colombia, Panamá y la Ciudad de Río de Janeiro en Brasil. En el campo de las enfermedades transmitidas por mosquitos se han planteado varias innovaciones tecnológicas (pero no siempre con colaboración de una agencia pública) como son el uso de drones para mapear zonas húmedas y calcular la probabilidad de multiplicación de la larva del mosquito; el análisis de las redes sociales para comprobar la percepción de la población sobre el problema del zika; o el uso de técnicas de análisis de Big Data para hacer predicciones sobre el avance de la enfermedad.
Malaria Spot, una aplicación móvil desarrollada por el emprendedor Miguel Luengo, convierte el proceso de diagnóstico de la malaria en un videojuego, y combina las decisiones de los jugadores para obtener resultados de análisis de laboratorio más fiables. El proyecto “Medicines for Malaria Venture” (MMV), galardonado con el premio del Open Data Institute en 2015, llevó la filosofía del código abierto (open source) al estudio de las enfermedades; diseñaron proyectos como la “Pathogen Box” (caja de patógenos) que incluye cerca de 400 moléculas similares a fármacos activos contra enfermedades desatendidas. En una línea similar, la herramienta MagicBox diseñada por UNICEF, permite combinar datos de múltiples fuentes para comprender la expansión del ébola y está siendo utilizada para evaluar la expansión del zika. La experiencia con el ébola permitió demostrar la correlación entre el desplazamiento de las personas y la expansión del virus.
La innovación abierta es una de las principales señas de identidad de Silicon Valley, y muchos creen que es la clave del futuro también para los gobiernos. El término Open Innovation fue concebido por Henry Chesbrough (2003), quien lo definió como “una estrategia de innovación en la que las organizaciones buscan constantemente el intercambio de conocimiento con otras entidades para resolver su incapacidad de actualizarse a los cambios repentinos del mercado”.
Gobiernos como el de Estados Unidos, Reino Unido, Chile, y Uruguay; y ciudades como México, Buenos Aires, Copenhague o París cuentan ya con laboratorios de innovación en donde los gobiernos trabajan con emprendedores para desarrollar soluciones a problemas públicos, como el proyecto Parkopedia, que pretende resolver el problema del aparcamiento en Londres; o BA Teleasistencia, que pretende ayudar a las personas mayores a solicitar ayuda a través de su teléfono móvil. “Estos laboratorios agilizan el desarrollo de soluciones tecnológicas innovadoras y aceleran la transformación digital de los gobiernos” afirma Miguel Porrúa, especialista de e-Gobierno en el BID.
Todos estos ejemplos demuestran que existe un alto potencial para la innovación en el diseño de políticas públicas y, en especial, para responder a amenazas como el zika. Quizás muchas soluciones no funcionen, pero la complejidad de los retos actuales requiere creatividad y capacidad innovadora. Expertos de Estados Unidos argumentan que la falta de innovación explica el fracaso de muchas empresas. ¿Qué le ocurrirá a los gobiernos no innovadores?
Antonio Moneo Lain y Michelle Marshall pertenecen Banco Interamericano de Desarrollo
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