Psicoanálisis, la teoría detrás de los disparates de Jodorowsky
Tras la polémica creada por el escritor en Twitter, analizamos la validez científica de uno de los pilares de la Psicomagia
A ningún usuario de Twitter, y a casi cualquiera que esté conectado a los medios, se le escapa el incendio provocado en la red social por un mensaje del escritor, director de cine y terapeuta psicomago Alejandro Jodorowsky, en el que restaba importancia e incluso banalizaba los abusos sexuales a menores. El tuit en concreto hacía referencia a la consulta de una paciente: “Cuando niña sufrí un abuso sexual. Ahora, a pesar de amarlo, me cuesta desear a mi pareja. Disfrázalo del que abusó de ti, y te excitará”, recomendaba el chileno. Y explicaba su postura con otro mensaje que resultó ser más retorcido y polémico: “Un abuso sexual puede ser feroz o puede ser seductor si es un incesto. El abuso incestuoso puede no ser violento y despertar un Edipo”.
Estas barbaridades son fruto de una disciplina de pseudoterapia psicológica creada por el artista y llamada Psicomagia. Por si el nombre no resultara suficientemente elocuente, hunde sus raíces en el chamanismo, el tarot, el psicoanálisis y el efecto del teatro. El periodista y miembro del Círculo Escéptico Mauricio-José Schwarz, ya advertía hace años de lo disparatado de las teorías de Jodorowsky, que se considera el “elegido” de la psicomagia. “El Movimiento Pánico, que generó junto con [el dramaturgo] Fernando Arrabal, basó su simbolismo en el psicoanálisis, asunto que puede estar muy bien para un artista que pretende encontrar símbolos para provocar ciertas emociones pero que cuando se vende para 'curar' personas con problemas emocionales graves, preocupaciones o situaciones psiquiátricas es de una irresponsabilidad sublime”.
De sus cuatro pilares (tarot, chamanismo, teatro y psicoanálisis), vale la pena detenerse en el último, que aún suscita cierta fascinación en la sociedad, pese a que la psicología actual se desvincula radicalmente de sus postulados. Esta disciplina, propuesta por Sigmund Freud a principios del siglo XX, sostiene que el inconsciente “está compuesto por todo aquello a lo que la persona no tiene acceso: fundamentalmente se trata de material reprimido, es decir, el conjunto de experiencias que, por su carácter doloroso o indeseable, han sido expulsadas fuera de la conciencia, a menudo desde los primeros momentos de la infancia. El inconsciente representa el conjunto de impulsos primitivos (hasta cierto punto, los instintos del animal que todos llevamos dentro) que han sido inhibidos durante nuestro desarrollo hacia la edad adulta”, explican los doctores y profesores de Psicología de la Universidad de La Laguna, Carlos Santamaría y Ascención Fumero, en su libro El psicoanálisis, ¡vaya timo! (Laetoli).
La terapia de Alejandro Jodorowsky ni siquiera tiene algo de vocación científica, según él mismo cuenta en su libro Psicomagia: “La diferencia fundamental de esta terapia con el psicoanálisis es que este fue creado por gente que procedía de la universidad y de la ciencia, mientras que yo he creado una técnica que viene del arte. Yo digo que un científico no puede ser terapeuta. La curación es obra de artistas y poetas”. El artista hace suyos los postulados Freud dándoles una vuelta de campana y basando su tratamiento en representar las memorias de sus pacientes a través de actos o performances teatrales de su propia cosecha, como el citado en Twitter. Otro ejemplo trastornado: a una señora viuda que vivía con la pena de no haber tenido hijos, le aconseja introducirse en la vagina un huevo de gallina antes de eclosionar, para así experimentar la sensación del parto y olvidar su frustración. Esto es la psicomagia.
Los recuerdos pueden inventarse
Volviendo al creador del psicoanálisis, “para entender el gran impacto que produjo su pensamiento hay que tener en cuenta que Freud vivió en la rígida sociedad de finales del siglo XIX, donde imperaba una estricta moral cristiana. […] Que en ese momento alguien hablara con tanto desparpajo de la sexualidad, criticara la religión o recetase cocaína con tanta alegría supuso una brisa fresca que fue recibida como agua de mayo por la sociedad. Pero su trabajo no se guiaba por una metodología científica”, cuenta el biotecnólogo y divulgación científico J.M. Mulet en su libro Medicina sin engaños (Destino). “Siendo generosos, su única aportación a la psicología ha sido reivindicar el papel del subconsciente en muchos procesos. […] Elucubraba y describía sus teorías, dándolas por buenas sin antes someterlas a ningún tipo de validación experimental. Muy pocas partes de su discurso han sido corroboradas por la ciencia. La mayoría son indemostrables o son falsas”.
"Yo digo que un científico no puede ser terapeuta. La curación es obra de artistas y poetas”, Alejandro Jodorowsky
Y una terapia sin validación científica conlleva peligros para los pacientes: “Uno de ellos es que las personas pueden abandonar otros tratamientos más eficaces para someterse a él”, lo que agravaría el problema, puesto que el psicoanálisis ha demostrado ser del todo ineficaz, aseguran los expertos. Y apuntan a un riesgo mayor: “La práctica psicoanalítica puede implantar y fomentar los falsos recuerdos en las personas, que pasarán a creer, por ejemplo, que miembros de su familia han tenido un comportamiento horrible con ellos. Este binomio trauma-represión planteado por el psicoanálisis ha tenido un fuerte arraigo popular. A la mayoría de las personas les resulta hoy muy razonable pensar que una experiencia traumática tiende a enterrarse en alguna profunda caverna de la mente sin que sea fácil hacerla aflorar de nuevo”.
Pero lo curioso de la popularización que han vivido las teorías de Freud, es que la idea de que olvidamos las experiencias traumáticas “es especialmente contraria al sentido común. Normalmente, las personas que han tenido la desgracia de experimentar situaciones particularmente desagradables indican precisamente lo contrario de lo que dice el psicoanálisis. Por ejemplo, los supervivientes de los campos de concentración tienden a decir que jamás podrán olvidar lo que allí vivieron. A menudo, ese tipo de recuerdos les vuelven a la memoria sin que puedan hacer nada por evitarlo. Para su desgracia, cualquier cosa puede hacerles revivir la terrible experiencia”, aseguran Santamaría y Fumero.
Como explican el psicólogo Antonio L. Manzanero y el neurocientífico Miguel Ángel Álvarez, en el libro La memoria humana (Pirámide), son muchos los argumentos que se han dado en contra de la existencia real de las memorias reprimidas, pero en caso de que existieran “las recuperadas serían en la mayoría de las ocasiones memorias falsas. Nuestros recuerdos son generalmente como caricaturas de la realidad, en las que ciertos rasgos sobresalen más que otros, que quedan borrados o muy desfigurados”. Esto, en el imaginario del psicoanálisis, relacionado íntimamente con la infancia y con el sexo, da lugar a que muchos individuos se hayan enfrentado a recuerdos inexistentes y trágicos por un problema psicológico tratado de manera negligente.
“El psicoanálisis puede implantar y fomentar falsos recuerdos en las personas, que creerán, por ejemplo, que miembros de su familia han tenido un comportamiento horrible con ellos", Santamaría y Fumero
Hoy en día, el psicoanálisis puede ejercerse en España y existe una Asociación Española de Psicoterapia Psicoanalítica (AEPP). Sin embargo, “en numerosos países no está regulado y se puede ejercer sin título: basta con anunciarse como terapeuta o psicoterapeuta.”, afirma Mulet. Si el psicoanálisis es peligroso, imagínese la psicomagia. Los problemas hay que solucionarlos en manos de profesionales. Los conejos que salen milagrosamente de una chistera, para los espectáculos de televisión.
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