Cómo ganar 100.000 dólares al año vendiendo plátanos con peluca en Internet
Un chaval de Texas customiza bananas con aspecto de superhéroes o de políticos y las vende a 10 dólares a través de su su web, 'Bananas Gone Wild'. Al día hace unas 75. Así que saquen ustedes las cuentas...
¿Qué quieres ser de mayor? A quién no se lo han preguntado alguna vez. Soñábamos con ser astronauta, cantante de rock, actor, futbolista, tester de videojuegos… Por imaginar que no quede. Hasta hay algún crío que asegura querer estudiar para ser youtuber…
Pues estábamos todos equivocados. La profesión de éxito del futuro no es consultor de big data ni gestor cloud ni ciberabogado. Si quieres ganar 100.000 dólares al año sólo tienes que seguir los pasos de un tipo de Texas llamado Davonte Wilson que asegura llevarse toda esta pasta al bolsillo decorando plátanos. Como lo oyes. Esto es espíritu empresarial y lo demás son tonterías.
La idea de tan sencilla (y ridícula) da un poco de miedo. Porque si hay alguien que decora bananas y las vende, significa que del otro lado, hay alguien que las compra, y, además, por un precio elevado (para lo que es).
El genio vende sus plátanos con pajaritas y barbas a través de una web, Bananas Gone Wild por 10 dólares la unidad y al gusto del consumidor, que puede elegir cómo customizar la que será su fruta muñeco. ¿Por ejemplo? Ahora triunfa la Donald Trump banana con su matojo de pelo al viento. Y si hay alguna festividad lo petan los diseños relacionados con el día de San Patricio o Navidad, pero también los de superhéroes, filón donde los haya. Vamos, que tienes la versión platanera del señor Potato.
La rutina de este fan de Los Fruitis pasa por decorar un máximo de 75 bananas al día, nada menos, que luego envía por correo a los compradores. Al contrario de lo que nos enseñaban en el cole, con la comida sí se juega, pero no se come. A saber cómo llega el susodicho plátano una vez manipulado, enviado y transportado a su destino. “Sólo le doy personalidad a la banana”, dice complacido, mostrando uno de sus ejemplares más codiciados.
La idea, al parecer, le llegó durante una clase para ser técnico de electrocardiograma. ¿Tiene algo que ver? Nada. Seguramente, Wilson, que confiesa ser una persona con “un lado creativo”, estuviera más aburrido que las gallinas y optase por darle escape a esa creatividad dándole forma a su comida.
Pero, ¿Cuál es el truco? ¿Considera Wilson que sus frutas con ojos y pelo son obras de arte? ¿Así lo cree el comprador? El genio de la banana ni lo menta, simplemente es feliz reinventando la postal de toda la vida.
“Mis compañeros se reían de mí cuando pintaba los plátanos, ahora el que me río soy yo”. Porque el negocio va viento en popa y el gasto es mínimo. Decorar, guardar en plástico y enviar. ¿Por qué no se nos había ocurrido antes?
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