Qué puede (y qué no) aprender mientras duerme
¿Asimilar un nuevo idioma? ¿Repasar un examen? ¿Afianzar el recuerdo de una melodía?
Dormir no es solo uno de los grandes placeres al alcance de nuestra mano, también es una actividad imprescindible para mantenernos vivos. Mientras lo hacemos, el organismo recupera fuerzas para poder continuar con su ciclo vital de forma enérgica y sin enfermar. Lo que quizá no sea tan conocido por todo el mundo es que tampoco podemos aprender sin él: el sueño posibilita nuestra capacidad para adquirir conocimientos.
Este descanso nos ayuda a consolidar y a pulir la información que hemos recibido a lo largo del día: "Se producen cambios bioquímicos que contribuyen a eliminar la información menos relevante, dejando así espacio para la importante y los nuevos aprendizajes", explica el doctor Diego García-Borreguero, director médico del Instituto de Investigaciones del Sueño, de Madrid.
La psicóloga Susanne Diekelmann afirma en un artículo publicado en 2013 por el Instituto de Psicología Médica y Neurobiología del Comportamiento de la Universidad de Tuebingen (Alemania): “Dormir estabiliza los recuerdos y los integra en una red de memoria a largo plazo, lo que hace que no se estanquen en el pasado, sino que podamos recuperarlos en el momento oportuno y utilizarlos en el futuro”. El doctor Diego García-Borreguero insiste en la misma idea: "Durante la vigilia los contenidos de memoria son codificados en el hipocampo, una estructura cerebral que permite su utilización rápida, pero en la que se encuentran altamente inestables y susceptibles de olvido. Sin embargo, durante el reposo estos recuerdos son transferidos a un depósito de almacenamiento a largo plazo, al neocórtex cerebral, que es mucho más estable".
No podemos aprender cosas nuevas mientras dormimos, pero sí potenciar un recuerdo ya existente y afianzarlo
En una investigación realizada en 2001 en el estadounidense Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés), los científicos provocaban que unas ratas realizaran continuamente el mismo recorrido, por lo que, cuando dormían, los patrones de actividad cerebral detectados eran tan precisos que podían indicar exactamente en qué parte del laberinto habría estado la rata de estar despierta. Se deriva de este estudio que el cerebro reactiva patrones de actividad neuronal elaborados durante el día, fortaleciendo los recuerdos y potenciándolos a largo plazo. Dicho de otro modo, es como si el cerebro continuara practicando lo aprendido durante la jornada.
Aclarada la función de consolidación, veamos cómo el sueño nos ayuda a perfeccionar habilidades y conocimientos.
Palabras extranjeras
Nada tiene que ver con aquellas cintas de casete que prometían inocular conocimientos de chino cantonés o de hábitos saludables en nuestro cerebro mientras nos encontrábamos en los brazos de Morfeo. El sueño favorece el incremento de vocabulario de un idioma que no es el nuestro, pero no significa que este conocimiento nos aborde mientras estamos inconscientes, sino que existen técnicas para afianzar lo aprendido durante el descanso. Así lo demostró un experimento realizado por los psicólogos Thomas Schreiner y Björn Rasch, publicado en 2014 por Oxford University Press, que consistió en lo siguiente: los científicos enseñaron unas cuantas palabras de holandés a un grupo de alemanes nativos despiertos y después les pidieron que se acostaran. Mientras dormían, los investigadores expusieron al sonido de estas mismas palabras a un grupo de ellos, mientras que al resto no le repitieron ninguna. Por la mañana, aquellos que habían estado escuchando las palabras durante la noche eran capaces de reconocerlas antes y de repetirlas mejor que los participantes que no habían escuchado nada.
Melodías
El profesor Paul J. Reber de la Universidad del Noroeste (Illinois, Estados Unidos) está de acuerdo con la idea de que no podemos aprender cosas nuevas cuando no estamos despiertos, pero sí potenciar un recuerdo ya existente y consolidarlo, también la interpretación de una melodía. Es la conclusión de un ensayo llevado a cabo en 2012 por este experto y su colega, el psicólogo Ken A. Paller. Los participantes aprendieron a tocar dos melodías diferentes en un teclado. Posteriormente, en la siesta, los investigadores hicieron sonar una de las dos melodías. Una vez despiertos, los voluntarios interpretaron con más soltura y menos errores la canción que habían estado escuchando mientras dormían, en comparación con la que no habían oído durante la siesta.
Creatividad
Seguro que alguna vez se ha despertado con una idea genial o con la solución a un problema que le traía de cabeza. Son muy numerosas las ocasiones en las que se produce un ¡eureka! mientras dormimos. “Esto ocurre así porque el cerebro tiene la capacidad de discernir qué recuerdos mantener en la memoria y cuáles descartar en función de su relevancia. Una vez hecho esto, puede mejorar los recuerdos conservados, ya que asocia unos con otros y realiza un proceso creativo para cubrir vacíos de información y generar una línea argumental coherente. En otras palabras: el cerebro favorece el análisis activo de los recuerdos nuevos, brindándonos así la capacidad de resolver problemas y de tener ideas estupendas que a veces no se nos ocurren despiertos”, explica el doctor Diego García-Borreguero.
Aquello en lo que pensamos inmediatamente antes de dormirnos tiene muchas más posibilidades de aparecer en nuestros sueños que lo que hicimos por la mañana
Dónde está el objeto que no encuentra
Otro estudio realizado en la Northwestern University, Evanston, Illinois, esta vez en 2013, demostró que reposar puede ayudarnos a recordar dónde hemos dejado algo que no encontramos. La investigación consistió en mostrar a un grupo de voluntarios varios iconos, que iban siendo colocados en diferentes lugares de la pantalla de un ordenador. Según iban apareciendo, los participantes escuchaban un sonido relacionado con cada uno de ellos. Mientras dormían, unos fueron expuestos a los sonidos que habían escuchado durante el experimento y otros no. Pues bien, cuando se despertaron, los primeros no solo recordaban mejor la posición de los objetos, sino también (y esto es lo más llamativo del caso), el lugar exacto donde se colocaron los iconos cuyo sonido relacionado no habían vuelto a escuchar. ¿Qué conclusión obtuvieron los investigadores de todo esto? Pues que el sueño no solo asocia un estímulo con un recuerdo concreto, sino también con otros similares que se han ido percibiendo a lo largo del día.
El examen de mañana
¿A que si usted repasa algo justo antes de dormir, a la mañana siguiente lo recuerda mejor? El doctor García-Borreguero nos explica por qué ocurre esto: “El motivo principal radica en que una parte muy importante del contenido de nuestros sueños proviene de nuestros recuerdos más inmediatos. Por eso, aquello en lo que pensamos inmediatamente antes de dormirnos tiene muchas más posibilidades de aparecer en ellos que lo que hicimos por la mañana, siempre y cuando esto último sea realmente significativo para nosotros. Si estamos preparando un examen importante y lo hemos estado repasando al final del día, ensayamos la prueba dormidos y consolidamos la información, mejorando su recuerdo e incluso percatándonos de datos que no hemos entendido bien y de cuáles son las lecciones que nos sabemos peor. Por eso es un error enorme que los estudiantes acudan a las pruebas habiendo pasado la noche en vela”, concluye el experto.
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