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Los humanos modernos no tienen la marca del macho neandertal

A pesar del sexo recurrente entre ambas especies, ningún gen del cromosoma Y pasó al 'Homo sapiens', según un estudio

Nuño Domínguez

Si lee esto y no procede del África negra, lleva en su interior unas gotas de neandertal. Se debe a que hace por lo menos 100.000 años los Homo sapiens empezaron a tener sexo e hijos con esa otra especie, que nos pasó entre un 2% y un 4% de su ADN. Lo que hasta ahora no está del todo claro es por qué esa herencia genética es tan pequeña.

Un estudio publicado hoy ofrece parte de la respuesta. Las nuevas evidencias se desprenden de los restos de un hombre neandertal que vivió en la cueva de El Sidrón, en Asturias, hace unos 49.000 años. Por primera vez se ha conseguido extraer y analizar parte del cromosoma Y de esta especie, el que solo pasa de padres a hijos varones y que en los humanos es clave para determinar el sexo junto con el cromosoma X.

El estudio, realizado por científicos de la Universidad de Stanford, en EE UU, y del Instituto de Antropología Evolutiva de Leipzig, en Alemania, muestra que ningún gen del cromosoma masculino neandertal ha pasado a poblaciones actuales. Su marca se ha extinguido por completo.

Los datos indican que sapiens y neandertales compartieron un último ancestro con el mismo cromosoma Y hace 550.000 años. Estudios anteriores con ADN mitocondrial, el que pasa de las madres a los hijos, indicaban una horquilla más amplia, hace entre 400.000 y 800.000 años.

El trabajo contribuye a delimitar qué genes hacen única a nuestra especie: sexo y capacidad cognitiva

La razón de que se haya perdido el aporte masculino neandertal no está clara, aunque hay dos opciones, como explica el biólogo español Sergi Castellano, investigador del Max Planck y coautor del estudio, publicado en The American Journal of Human Genetics. “Pudo ser puro azar, es decir, padres neandertales que tenían hijas con una sapiens y su cromosoma Y no pasaba a la siguiente generación”, explica.

La segunda hipótesis es que existiese “una incompatibilidad genética”. Los investigadores han confirmado que varios de los genes del cromosoma Y neandertal están relacionados con el sistema inmune. Algunos de esos genes son muy similares a los que determinan la compatibilidad en un trasplante de órganos, en especial si el donante es un hombre y la receptora una mujer. En teoría, el sistema inmune de una sapiens preñada de un neandertal podría haber atacado al feto y provocado un aborto, aventuran los autores del estudio, algo que también sucede en mujeres embarazadas actualmente cuando hay incompatibilidad genética.

El trabajo contribuye a delimitar qué hace única a nuestra especie y apunta a dos áreas fundamentales: sexo y capacidad cognitiva. “Habíamos visto que hubo una mezcla de ambas especies cuyo rastro llega hasta hoy, pero ahora, por primera vez, empezamos a observar que también había incompatibilidades que explican por qué ciertas regiones del genoma humano actual nunca tienen ADN neandertal”, argumenta Castellano. El otro cromosoma sexual, el X de las mujeres, también está vació de ADN de la otra especie, resalta el investigador. Y otro estudio reciente ha demostrado que los genes encargados del desarrollo de la corteza cerebral, epicentro de la mente humana, es exclusivamente sapiens. En otros ámbitos, como la especialización a nuevos entornos, neandertales y denisovanos hicieron contribuciones importantes a nuestro genoma.

“Era de esperar que hubiese más ADN neandertal en las poblaciones actuales ya que hubo mucha convivencia entre ambas especies”, opina Antonio Rosas, uno de los jefes de las excavaciones en la cueva de El Sidrón. El paleoantropólogo del CSIC cree que el nuevo trabajo ayuda a explicar por qué no es así. “Ahora vemos que neandertales y sapiens eran dos linajes evolutivos lo suficientemente diferenciados para ser distintos, pero no tanto como para ser totalmente incompatibles”, concluye.

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Sobre la firma

Nuño Domínguez
Nuño Domínguez es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo Científico por la Universidad de Boston (EE UU). Antes de EL PAÍS trabajó en medios como Público, El Mundo, La Voz de Galicia o la Agencia Efe.

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