Así es el sistema que detecta los ensayos nucleares secretos
El Sistema Internacional de Monitorización es una infraestructura de 1.000 millones de dólares que analiza terremotos, ondas hidroacústicas o partículas radiactivas
“Nuestras estaciones de vigilancia recogieron una actividad sísmica inusual en Corea del Norte hoy a la 1.30 (UTC). La localización era muy similar a otro suceso registrado por nuestro sistema el 12 de febrero de 2013. Nuestra estimación inicial de la localización muestra que la actividad tuvo lugar en la zona de la base de pruebas nucleares norcoreana. Corea del Norte también afirmó hoy que había llevado acabo un nuevo ensayo nuclear, el cuarto desde 2006”. Con estas palabras informaba ayer Lassina Zerbo, secretario ejecutivo del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBTO), sobre lo que parece el último test nuclear del país asiático. Esta organización es la responsable del Sistema Internacional de Monitorización (SIM), la infraestructura encargada de vigilar las pruebas nucleares en todo el mundo.
El SIM es una infraestructura de unos 1.000 millones de dólares que surgió para evitar que las naciones se hiciesen con un arsenal nuclear o lo renovasen en secreto. Tiene 282 estaciones de observación repartidas por todo el planeta que buscan indicios de test atómicos subterráneos o atmosféricos a través de mediciones sísmicas, hidroacústicas, de infrasonidos o de partículas radiactivas. La triangulación con las señales recibidas a través de las varias de estas estaciones permite localizar con mucha precisión la procedencia de las agitaciones.
Tanto en el caso de las explosiones nucleares en la atmósfera como en el de las submarinas, los detectores de las ondas que producen lo tienen fácil para saber cuándo una sacudida es fruto de un test atómico. En ambos entornos, estos estallidos son los fenómenos más intensos que se pueden detectar. Algo distinto sucede bajo tierra, donde los terremotos pueden sacudir la tierra tanto o más que una bomba atómica.
Ensayos como el de Corea del Norte se detectan gracias a años de estudio de los movimientos sísmicos que provocan todo tipo de fenómenos, desde los grandes terremotos, hasta las explosiones provocadas por explosiones mineras o incluso accidentes de aviación. Una de las diferencias fundamentales entre terremotos y bombas atómicas es el tipo de ondas que generan. Los terremotos producen ondas P débiles y ondas S fuertes y las bombas al revés. Las primeras son ondas de compresión, como las que produce el sonido de una explosión y las segundas son más parecidas al movimiento de una soga cuando se sacude uno de los extremos.
El conocimiento profundo de las características de cada movimiento había permitido identificar ya detonaciones bajo tierra de Corea del Norte en 2006, 2009 y 2013. En 2013, además de analizar las ondas subterráneas a través de los medidores sísmicos y de infrasonidos, se pudieron detectar trazas de xenón radiactivo, un gas producido por las explosiones nucleares, y ahora se está tratando de acumular información similar para saber más sobre el ensayo. La sensibilidad de los detectores es tal que hoy, casi treinta años después del desastre en la central nuclear de Chernóbil, los detectores de partículas de la sede del CTBTO en Viena (Austria) detectan todavía isótopos producidos en aquel accidente.
Pese al éxito en el caso norcoreano de este “oído que todo lo escucha”, como llaman a la red, este método para garantizar la vigilancia mutua no ha servido para que países como Estados Unidos o China ratifiquen el tratado y aún no ha entrado en vigor. La red supone una inversión anual de alrededor de 120 millones de dólares aportados por los estados miembros.
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