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LUCHA CONTRA EL ÉBOLA

Anular un virus mortal con 13 balones de fútbol microscópicos

Científicos españoles crean una supermolécula formada por 13 esferas millones de veces más pequeñas que una pelota y capaz de inhibir la infección por un doble del ébola

Manuel Ansede
Recreación de la supermolécula de 13 fullerenos y azúcares.
Recreación de la supermolécula de 13 fullerenos y azúcares.N. Martín y B. Illescas

Tiene un tamaño de apenas cuatro millonésimas de milímetro y ha sido bautizada por sus autores con un nombre que recuerda a las ferias de pueblo, “superbola de azúcar”, pero puede revolucionar la medicina. Un equipo de científicos europeos ha creado una supermolécula capaz en el laboratorio de impedir la infección de un virus del ébola artificial. Esta superbola está formada por 13 fullerenos C60, las moléculas de carbono que son exactamente como balones de fútbol —pelotas con 12 pentágonos y 20 hexágonos en su superficie— pero 100 millones de veces más pequeñas.

“Nadie había sintetizado una molécula como esta”, sentencia el químico español Nazario Martín, líder del grupo. La superbola de 13 fullerenos funciona como un andamio esférico al que se pueden añadir otras moléculas, hasta 120 de momento, resultando una especie de pulpo con 120 brazos. Con los brazos químicos adecuados, en este caso los mismos azúcares que envuelven al ébola, esa supermolécula se dirige hacia las células dendríticas, un tipo de defensas de nuestro organismo atacado por el virus. En las células dendríticas, la superbola de 120 brazos se agarra a los receptores que facilitan la entrada del virus. Cuando llega el patógeno, las puertas están bloqueadas.

Los investigadores han comprobado el éxito de esta estrategia en células humanas modificadas genéticamente para imitar a las dendríticas, y con un virus derivado del VIH y disfrazado con las proteínas típicas de la envuelta del ébola. Su estudio se publica hoy en la revista Nature Chemistry.

La supermolécula también puede servir para transportar fármacos contra el cáncer, según sus autores

“Hemos creado un andamio versátil, en el que puedes poner azúcares, como en este caso, o moléculas contra el cáncer. La supermolécula puede servir como vector para transportar fármacos. Hemos abierto un melón y ahora hay muchas posibilidades que explorar”, afirma Martín, catedrático de Química Orgánica de la Universidad Complutense de Madrid y presidente desde marzo de la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE).

El virólogo Rafael Delgado es otro de los autores del estudio. En su laboratorio del Hospital 12 de Octubre de Madrid investiga, con virus artificiales, cómo entra el ébola en el cuerpo humano. Su equipo descubrió en 2002 que una de las principales vías de entrada en las primeras fases de la infección eran los receptores DC-SIGN de las células dendríticas. Y Delgado también es uno de los padres de estos virus artificiales inocuos que imitan al ébola y permiten estudiarlo en el laboratorio. Su descubrimiento se publicó en la revista Science en 1998.

“Nuestra nueva molécula tiene una capacidad extraordinaria para inhibir la infección sobre un receptor concreto de las células dendríticas, pero los virus pueden utilizar otros receptores para infectar otras células. Habría que combinar esta estrategia con otras, estamos todavía en una fase muy experimental”, reconoce Delgado. Los científicos tienen que demostrar ahora que su supermolécula funciona más allá de las células humanas en el laboratorio.

El siguiente paso sería probar el método en ratones, con virus real, pero hay solo dos laboratorios en Europa con condiciones de seguridad suficientes para experimentar con ébola y animales, situados en las universidades de Hamburgo (Alemania) y Lyon (Francia), según explica Delgado. En ratones se podrá ver si el bloqueo de los receptores DC-SIGN provoca efectos secundarios inesperados. También si las superbolas de azúcar son tan específicas como parece o si bloquean otros receptores no deseados.

El físico José Ángel Martín-Gago, del Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (CSIC), describió en 2008 una nueva técnica para producir fullerenos. Martín-Gago, ajeno al nuevo estudio, aplaude sus resultados. “Los fullerenos, y las nanopartículas en general, pueden agregarse dentro del cuerpo humano, formar un trombo y matarte, pero en este estudio los autores los recubren de azúcares y los hacen totalmente compatibles”, explica. “Esta estrategia a lo mejor no sirve para curar el ébola, pero es una aproximación muy precisa para estudiar cómo funcionan los procesos infecciosos”, opina.

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Sobre la firma

Manuel Ansede
Manuel Ansede es periodista científico y antes fue médico de animales. Es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Licenciado en Veterinaria en la Universidad Complutense de Madrid, hizo el Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medioambiente y Salud en la Universidad Carlos III

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