¿Cómo sería un futuro sin carne?
¿Se nos está yendo de las manos la alarma social después del informe de la OMS?
Todo está oscuro. Abro los ojos. Tras 28 años de profundo coma, volví al mundo de los conscientes entre las paredes de un hospital. Todo el mundo era diferente, envejecido, incluso yo, que había amanecido con 43 cuando me dormí con 15. Pero no solo era mi vello púbico, mis manos y mis congéneres los que habían cambiado. El mundo entero se volvió loco en mi ausencia; y todo por la decisión de un puñado de científicos que controlaron la salud mundial y, por ende, la economía del planeta.
Resulta que ese Bilderberg sanitario decidió durante mi sueño que la carne roja era el mal, y que si ingeríamos carne procesada, esa misma que enriqueció a unos pocos y que significó un nuevo símbolo de la globalización de planeta, nos moríamos. Pero muertos del todo ¿eh? La gente se enfureció contra el sistema y a pesar de las críticas hacia el amarillismo de ciertos medios y los múltiples intentos de las cárnicas por salir a flote en ese momento de crisis empresarial, el sistema se hundió. De repente desaparecieron la sobrasada, el chorizo de Pamplona, el bacon de las pizzas y el jamón de la cesta de Navidad de papá. Los McDonalds diseñaron en un primer momento un preparado de hamburguesa con todo tipo de pescado azul, verduras e incluso frutas, hasta que se extinguieron, lo que provocó la primera oleada de suicidios colectivos en las grandes ciudades. La gente empezó a comprar ganado, a criarlo en sus casas y a comerlo crudo hasta que la famosa OMS aseveró que “podría” ser cancerígena. De la carne roja a la blanca, y de la blanca a las aves, las supuestas restricciones científicas provocaron tal paranoia colectiva que la ganadería acabó siendo otro tema de los libros de Historia.
La clave de la supervivencia estaba en los mares, por lo que hacia 2023 comenzó un éxodo de la población al litoral que convirtió nuestras costas en verdaderos hormigueros. La OMS decidió detectar los primeros casos de cáncer por consumidores de atún en lata y vuelta la histeria. Es en ese momento cuando un nuevo frente se abría sin que nadie pudiera poner freno, haciendo el mismo ruido que hacía apenas una década con la ya extinguida dieta carnívora. No pasaron ni 3 años cuando se declaró el gigante azul como un foco de muerte, y todas las criaturas que habitaban en él como hijos del diablo. El universo de las conserveras, que había encontrado en la cría de peces para el consumo su último aliento, se arruinó y acabó llevando al hambre a miles de familias.
Sería para 2031 cuando el partido socialista vegano tomó el poder en una Europa hipocondríaca y dominada por médicos, que son empresarios y que dirigen la pasta de los continentes con sus políticas apocalípticas y amenazadoras. Al grito de “os lo dijimos”, lo que en su día recordaba cómo una filosofía que pretendía preservar el planeta en su virginidad, ahora lo dominaba legislando, juzgando, encarcelando y sentenciando a muerte. La pena capital tuvo que ser aprobada por la mayoría de Estados ya que, tan deshumanizados y con una precariedad de recursos tan aterradora, había que hacer limpieza; aquí sobrábamos más de la mitad. Y es en estos últimos años cuando la alimentación mineral por vía intravenosa ha empezado a ser efectiva. Bueno, hasta que la OMS diga lo contrario y empiecen a investigar la forma de nutrirse con el aire o, directamente, colonizar otro planeta que sea menos cochambroso que éste en el que vivimos, y no nos provoque una enfermedad con tan solo mirar por el rabillo del ojo.
La verdad es que me quedé dormido en el metro al volver a casa y al llegar al final de la línea he vuelto a la realidad. Lo que sucede es que por un “puede ser” la gente ya se ha visto dentro de la Guerra de los Mundos Porcinos, todo el mundo se ha montado una película digna de 10 razzies y los medios de comunicación quizás han jugado a sacar el titular más bíblico de su cajón de titulares para no dormir. Llevamos comiendo chorizo desde hace siglos y quizás sea más preocupante la capa de ozono y la globalización que comerse un escalope con patatas. A ver, que TODO tiende a ser un pelín cancerígeno, hasta la espirulina y todas esas guarradas que coméis para sentiros más sanos, y el que diga lo contrario, MIENTE.
Quizás deberíamos preocuparnos por comer un poco más de todo y mover el trasero aunque sea para caminar. Igual así la gente vive un poco más y más feliz
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