Magia en La Habana

Pamela Ruiz, agente de fotógrafos, llegó a Cuba para buscar localizaciones para campañas publicitarias. Se enamoró de su cultura, y de su gente y se casó con el artista cubano Damián Aquiles. No imaginó que un día descubriría una casa desvencijada, que Vicenta, la propietaria y, en su día, sirvienta de los dueños originales, la invitaría a entrar por la sinceridad de “sus ojos transparentes” y acabaría adquiriéndola mediante permuta. “Es como algunas casas cubanas de campo, no es típica de La Habana, tiene energía, hay algo mágico en ella”.

La idea fue restaurar integrando su pasado. “No pienso en el deterioro, sino en historia y experiencia, simplemente hemos añadido historia a la casa”. Los materiales, reciclados de casas derruidas por fuertes tormentas, los compraron a personas que los recuperaban de los escombros.

La casa, también estudio de Damián Aquiles, se decoró con la intención de dar espacio a su obra y acoger a los amigos. “No buscamos un estilo, compramos muebles y piezas que nos gustaban”. Ruiz ha producido exposiciones de Louise Bourgeois, Robert Mapplethorpe o Ross Bleckner. Su vivienda es el escenario de cenas que ha propiciado la Fundación Cuba Entitled, un network con el extranjero de proyectos y personas que resuelvan los problemas de la isla: “modernizar Cuba sin cambiarla ni colonizarla”.

La luz que para los Aquiles es un elemento clave e “informa sobre el modo de mirar y sentir el entorno”, de día inunda el interior y de noche los candelabros ubicados en puntos estratégicos proyectan luces en las sombras.

elpaissemanal@elpais.es