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Las mordeduras de serpiente, la nueva epidemia de África

Se agotan las existencias del antiveneno más eficaz, que dejará de fabricarse en 2016

Guillermo Altares
Mamba negra, una de las serpientes más venenosas de África.
Mamba negra, una de las serpientes más venenosas de África.C.J. Lonides

Parece una de las plagas de Egipto, pero es una realidad a la que se enfrentan cada día miles de seres humanos: 100.000 personas mueren cada año en el mundo por picaduras de serpiente, 30.000 de ellas en África. Según ha difundido hoy la organización Médicos sin Fronteras, la situación podría empeorar radicalmente en los próximos años ya que las existencias del antiveneno más eficaz de África subsahariana, Fav-Afrique, se agotan en 2016 y ya ha dejado de fabricarse.

100.000 personas mueren cada año en el mundo por picaduras de serpiente, 30.000 de ellas en África

“Los datos epidemiológicos crecen cada día. Nos enfrentamos a una auténtica crisis”, explica Gabriel Alcoba, experto de MSF en mordeduras de serpiente, que se encuentra en un simposio sobre el tema en Basilea (Suiza). “Son zonas muy remotas, con poblaciones muy desatendidas, pero es un problema de salud tropical muy grave, que va en aumento”, explica Alcoba. La eficacia del Fav-Afrique, que fabrica la compañía Sanofi, radica en que cubre un espectro que alcanza diez toxinas diferentes: la mayoría de las veces, la persona que sufre una mordedura no es capaz de identificar a la serpiente o ni siquiera ha visto al animal.

Sanofi dejó de producir este antiveneno en 2014 y las últimas existencias caducarán en 2016. Preguntado sobre el motivo por el que esta antitoxina dejará de fabricarse, Alain Bernal, director de Comunicación de Sanofi Pasteur, explica que se abandonó su producción “en un contexto en el que existían otros productores capaces de responder a las necesidades mundiales”. “Desde 2006, los productores que competían con Fav-Afrique se han multiplicado con unas condiciones de precios con las que Sanofi no podía alinearse”, prosigue Bernal.

Sanofi explica que abandonó la producción “en un contexto en el que existían otros productores capaces de responder a las necesidades mundiales”

MSF sostiene, en cambio, que ningún otro remedio es tan eficaz y, aunque se venden otros antivenenos en África, “su seguridad y su eficacia no han sido establecidas apropiadamente”. Según los datos de la organización humanitaria, en total cinco millones de personas son mordidas por serpientes en el mundo cada año. Además de los muertos, 400.000 personas quedan incapacitadas o desfiguradas y unas 8.000 sufren amputaciones.

El producto cuesta entre 250 y 300 euros, un precio desorbitado en la inmensa mayoría de los países que sufren esta plaga, cuyos habitantes solo pueden acceder al medicamento si cuentan con la ayuda de una ONG o, como ocurre en el caso de Suráfrica, si está subvencionado por el Gobierno. Para Alcoba, “la solución pasa por inversiones”. “Hay que subvencionarlo, como ocurre con otros medicamentos, o facilitar la producción de genéricos”, explica este experto en medicina tropical.

Banywich Bone, de 18 años, perdió una pierna tras una mordedura de serpiente en Agok.
Banywich Bone, de 18 años, perdió una pierna tras una mordedura de serpiente en Agok.Pierre-Yves Bernard/MSF

Muchos de los países en los que la mortalidad es más grave —Sudán del sur, República Centroafricana, Sahel—padecen además conflictos armados. MSF trata entre 300 y 400 mordeduras de serpiente al año –más o menos una cada día– en Paua (República Centroafricana) o Agok (Sudán del sur). La mayoría de los pacientes son niños. El problema es que en la mayoría de los casos los pacientes mordidos no llegan nunca al dispensario o al hospital de la organización internacional. Una investigación reciente de MSF en 30 pueblos que rodean Agok reveló que unas 1.500 personas de cada 100.000 son mordidas con un índice de mortalidad entre 2 y el 4%.

El ratio de mortalidad y mordeduras tiene mucho que ver con el desarrollo, como demuestra el caso de Australia. La enorme despoblación de la gigantesca isla continente explica que los ataques no sean frecuentes, pero el motivo por el que la mortalidad es tan baja se debe sobre todo a los enormes medios que despliega el Estado cuando ocurre un incidente –helicópteros medicalizados de urgencia, por ejemplo–. Y, sin embargo, allí viven 8 de las diez serpientes más letales del planeta (sin contar con las arañas, igualmente peligrosas).

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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