Futuro y pretérito
No sabemos si EE UU están volviendo a Cuba o Cuba está volviendo a EE UU
No sabemos si EE UU están volviendo a Cuba o Cuba está volviendo a EE UU. John Kerry, el secretario de Estado, fue a la isla para inaugurar una delegación y tropezó en la calle con este haiga norteamericano de los años sesenta o así al que se asoma como quien se asoma a sí mismo. Quizá habría preferido abrir la puerta del coche antes que la de la embajada. Y si hubiera entrado en una vivienda, se habría dado de bruces también con un frigorífico sacado de los decorados de Mad Men. Un Westinghouse, como el que había en la casa de papá y mamá. A veces, corriendo hacia el futuro llegas, sin querer, al pasado. Este viaje, que era para cortar la cinta del porvenir, lo mismo ha cortado la del pretérito.
Empezó a cortarse hace años, cuando Dios volvió a la isla en forma de Juan Pablo II, al que recibió el mismísimo Fidel con una ceremonia en la que política y religión quedaron de súbito hermanadas para pasmo de ateos y creyentes, conservadores y progresistas, aparejadores y arquitectos. La unión se selló con el segundo viaje de la divinidad, en esta ocasión bajo la apariencia de Francisco I, ante cuyo carisma Raúl, el hermano del Castro por antonomasia, amenazó con convertirse. Tantos años luchando por separar el Estado de la religión, que deberían ser como el aceite y el vinagre, y de repente todo se confunde. Por eso decíamos que no sabemos quién entra en quién ni quién regresa dónde. El tercer advenimiento que los cubanos esperan con ansiedad es el de la wifi, que de momento se resiste, ignoramos si por culpa de la religión o de la política.
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