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el pulso
Columna
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¡Hay una postal de un desconocido en mi buzón!

El 'postcrossing' es una moda que conecta a ciudadanos de todo el planeta mediante estas tarjetas, escritas especialmente para ellos

Si The Marvelettes esperasen hoy noticias de sus novios, no cantarían Please, Mr. Postman. Estarían más pendientes de WhatsApp o del e-mail que de su cartero, porque ahora la mayoría de las cartas que recibimos son publicidad o del banco. ¡Y ninguna viene escrita a mano! Sin embargo, Gemma Adeva –una alicantina de 29 años– abre cada día su buzón con la ilusión de recibir una postal. Como el famoso grupo musical, espera ansiosa el correo para saber si hay algo para ella; pero no con remite de su novio, sino de un desconocido, desde cualquier parte del mundo. “Estoy deseando que venga el cartero, al que más de una vez he pillado intrigadísimo leyendo mis postales. Se preguntará cómo recibo tantas”. Y es que, desde 2012, ha sido destinataria de 200 tarjetas procedentes de insospechados países. El mismo número que ella ha enviado. Y, todo, gracias al postcrossing: una moda que conecta a ciudadanos de todo el planeta mediante postales escritas especialmente para ellos.

En España, este juego de “tarjetas cruzadas” aún se practica con timidez

Es irónico que el autor de la mayor plataforma de intercambio de tarjetas que existe sea un ingeniero informático amante de las redes sociales. “También me encanta recibir cartas y postales, y sabía que mucha gente comparte mi interés. ¿Cómo contactar con ellos?”, cuenta el portugués Paulo Magalhães, creador de postcrossing.com. “Se me ocurrió diseñar una plataforma online centrada en este hobby”. En julio de 2005, puso en funcionamiento su idea. El éxito fue tal que, en 2008, ya se había enviado un millón de postales. Hoy esta cifra asciende a 30 millones, con 500.000 postcrossers registrados en todo el mundo.

Su funcionamiento es fácil, y gratuito (el único gasto es lo que cueste la tarjeta y el franqueo). Tras registrarse en la plataforma, se solicita una dirección para enviar una postal; con ella se recibirá un código ID que identifica esa tarjeta, y que se debe incluir al escribirla; se manda por correo y, cuando el destinatario la reciba, la registrará en la web mediante su ID. Entonces, otra persona en cualquier lugar del planeta recibirá tu dirección para continuar la cadena. ¿No se quiere hacer público el domicilio? Pues se da un apartado de correos.

Ahora bien, en una sociedad que nos permite mantenernos en contacto sin esfuerzo e instantáneamente a través de las redes sociales, ¿qué sentido tiene el postcrossing? “Para mí es magia”, confiesa Magalhães.

“Alguien desconocido se toma el tiempo de elegir una postal para ti; escribe a mano un mensaje único; le pone un sello y la envía por correo; la tarjeta viaja, cruzando fronteras, hasta llegar a manos del cartero que la deja en tu buzón. ¿Quién será tu próximo destinatario? ¿De dónde llegará una nueva postal? Este elemento de sorpresa hace atractivo el postcrossing. Nos saca de nuestra burbuja y nos permite descubrir a personas de raíces, edades y creencias diferentes a las nuestras”.

Otra persona en cualquier lugar del planeta recibirá tu dirección para continuar la cadena

En España, este juego de “tarjetas cruzadas” aún se practica con timidez: según la web de Magalhães, en nuestro país se han enviado 323.126 postales y hay 4.724 usuarios registrados. Una de ellas es Gemma Adeva, cuyo principal objetivo es conocer lugares del planeta que, seguramente, jamás visitará: “La gente te cuenta las costumbres de su país, y eso te hace aprender sobre otras culturas. Además, escribir en inglés es genial para practicar. Y puedes hacer amistades a través del primer contacto en postcrossing”. Y sin salir de Alicante, la ciudad donde vive.

elpaissemanal@elpais.es

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