_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Potajes

El daño que determinado tipo de gente produce va mucho más allá de sus delitos legales porque destruyen nuestra fe en el ser humano

Rosa Montero

No quería yo hoy seguir hablando de Rato porque el tema jarrea y todos los columnistas estamos con lo mismo, que ya es hasta cansino este asco a flor de boca que te deja la indigestión de la cosa pública. Pero es que no consigo quitarme la rabia de la cabeza porque es otra caída de gama alta, como los Pujol. Es decir, gente que no sólo te indigna, sino que, de entrada, sobre todo te desconsuela, te hiere y aniquila tus esperanzas en el sistema. Porque una cosa son esos apandadores evidentes a los que, como Bárcenas, o Fabra, o El Bigotes, enseguida imaginas sacados de un repertorio bufo de zarzuela y cantando lo de soy el rata primero, y yo el segundo, y yo el tercero. O incluso esos desahogados tipo Griñán y Chaves, que aseguran con toda tranquilidad que son unos completos incompetentes y no se enteran de nada, cosa vergonzosa en sí misma y harto sospechosa. Pero, antes de Bankia, Rato no tenía ese perfil y, aunque su nombre pegue tan bien con rata, no nos lo imaginábamos tan ratonil. Por eso ahora es un dolor ver sus antiguas y atinadas condenas de la amnistía fiscal, por ejemplo, como lo fue ver las enfáticas y creíbles declaraciones de honestidad de Pujol, El Terrible. Y lo peor es que no sólo parecen estar ellos metidos hasta los sobacos en quién sabe qué charcas, sino que además asoman por detrás grandes clanes familiares, padres e hijos y sobrinos trabajando para el Lado Oscuro de la Fuerza. El daño que este tipo de gente produce va mucho más allá de sus delitos legales porque destruyen nuestra fe en el ser humano y deberían tener por eso penas supletorias, como, por ejemplo, y tras salir de la cárcel, unos cuantos años de servicio en comedores sociales. Habría que verlos sirviendo los potajes.

 

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_