El océano ácido desencadenó la mayor extinción en la historia del planeta
Fue hace 252 millones de años, 20 millones antes de que surgieran los dinosaurios Un equipo analiza en rocas de Emiratos Árabes Unidos los cambios químicos de las aguas
Más del 90% de los organismos marinos y más de dos tercios de los animales terrestres desaparecieron hace unos 252 millones de años. Unos 20 millones de años después surgieron los primeros dinosaurios. Las causas de aquel cataclismo, a partir del cual evolucionaron los ecosistemas modernos, han sido debatidas por los científicos durante años y ahora un equipo de geofísicos europeos ha dado con una respuesta basada en evidencias directas: una intenso actividad volcánica en Siberia, con ingentes cantidades de CO2 inyectadas en la atmósfera, seguramente provocó la acidificación de los océanos, desencadenando la extinción de tantos organismos que no pudieron adaptarse al cambio radical de las condiciones químicas de su entorno.
El hallazgo parece descartar otras hipótesis basadas en diferentes procesos de origen puramente terrestre o incluso extraterrestre, como el impacto de un gran asteroide. Y no solo ilumina un episodio importante del pasado de la Tierra, sino que también debe ayudar a entender su futuro, ya que las ingentes cantidades de CO2 que se están inyectando en la atmósfera por el uso intensivo de los combustibles fósiles están haciendo el océano mundial más ácido, y a un ritmo mayor que el de hace 250 millones de años, advierten los investigadores. “Los científicos hace tiempo que sospechaban que hubo una acidificación del océano durante la mayor extinción de todos los tiempos, pero se habían escapado hasta ahora las pruebas directas”, señala Matthew Clarkson, investigador de la Universidad de Edimburgo y coordinador del equipo autor del trabajo. “Y es un descubrimiento preocupante”, continúa, “dado que estamos observando ya hoy en día un incremento de la acidez de las aguas como resultado de las emisiones humanas”.
Clarkson y sus colegas explican esta semana en la revista Science que han encontrado las claves de aquel cambio oceánico en rocas localizadas hoy en los Emiratos Árabes Unidos pero que, hace 250 millones de años, formaban parte del fondo marino en una zona de aguas someras y conservan información sobre los procesos químicos que se produjeron. Los análisis minuciosos que ha hecho este equipo aportan incluso pormenores de la secuencia de aquel proceso. La gran extinción duró unos 60.000 años.
Los investigadores (de varias instituciones del Reino Unido y de Alemania) explican que hubo dos fases de acidificación por la inyección masiva de CO2 (billones de toneladas) en la atmósfera. La primera fase fue más lenta (unos 50.000 años), pero afectó a unos ecosistemas que ya estaban debilitados por el incremento de la temperatura del planeta y la disminución del oxígeno. Tras un breve intervalo con una cierta recuperación de los ecosistemas, llegó la segunda fase, más rápida (10.000 años), que fue el golpe de gracia para tantas especies. Las criaturas con estructuras calcificadas eran especialmente débiles ante el cambio del pH del agua al aumentar el CO2 disuelto en el agua. Los famosos trilobites, que habían poblado el planeta anteriormente, se acabaron.
La acidificación del océano fue más lenta hace 252 millones de años que ahora, explica Eric Hand en la revista Science. Clarkson y sus colegas estiman que se inyectaron 24.000 gigatoneladas de carbono en la atmósfera en 10.000 años -2,4 gigatoneladas por año- y la mayor parte acabó en los océanos, mientras que se estima en unas 10 gigatoneladas por año (sumando todas las fuentes) la entrada actual de carbono en la atmósfera. Pero, las reservas actuales de combustibles fósiles viables contienen solo unas 3.000 gigatoneladas de carbono, muy por debajo de la cantidad total que debieron emitir aquellos volcanes del pasado. “Estamos inyectando carbono más rápido pero es improbable que tengamos tanto [como el que provocó la gran extinción]”, señala Tim Lenton, científico de la Universidad de Exeter (Reino Unido) y miembro del equipo que coordina Clarkson. “La biología es muy inteligente, puede afrontar una cierta cantidad de acidificación, pero sospecho que hay límites a la adaptación y en algún punto [las especies] colapsan”, resume.
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