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Estilo Canali

La histórica firma italiana se abre a la innovación 80 años después, sin olvidar sus señas de identidad: el proceso artesanal, la calidad y el espíritu práctico.

De izquierda a derecha, Paolo Canali, Eugenio Canali Francesco, Juan Benito y Daniel Yusti, socios en en la primera tienda de la marca en Madrid.
De izquierda a derecha, Paolo Canali, Eugenio Canali Francesco, Juan Benito y Daniel Yusti, socios en en la primera tienda de la marca en Madrid.

Cuando Jeffery Deaver recibió el encargo de prolongar la memoria literaria de James Bond hace tres años, tuvo la consideración de devolverle al personaje su licencia para fardar. “A las siete y cuarto ya estaba vestido: traje azul marino Canali, camisa de algodón Sea Island blanca y corbata de Grenadine burdeos, estas últimas adquiridas en Turnbull & Asser”, relata el autor estadounidense en Carta blanca (Umbriel Editores, 2011), la novela que por fin resintonizaba al agente secreto británico con el impecable gusto indumentario de sus orígenes. La referencia a la aristocrática camisería londinense remite en efecto al universo estilístico concebido por Ian Fleming medio siglo atrás, pero ¿Canali? Pese a la puntillosa descripción de su vestuario, Fleming no dejó testimonio escrito de las firmas en el armario de 007 (a excepción de la gabardina Burberry mencionada en El hombre de la pistola de oro, publicado a título póstumo en 1965), por lo que siempre se ha dado por sentado que escritor y espía compartían sastre, Benson, Perry & Whitley, en Cork Street. La elección de Deaver, sin embargo, no solo denota conocimiento de mito, sino también de marca: Canali es la etiqueta proverbial en el traje de los superhombres, los poderosos hombros de sus chaquetas capaces de aguantar el peso del mundo.

Canali es alta costura masculina. Su baza ante los rivales: un proceso artesanal maestro en 200 pasos

De Bill Clinton a Barack Obama (desde sus días como senador incluso), pasando por David Beckham, Dan Marino y los atildados golfistas del equipo europeo de la Ryder Cup, lo de la sastrería italiana preferida por los caballeros es un clamor. Entre los de Hollywood no tiene parangón: Michael Douglas no la perdona ni dentro ni fuera de la pantalla, sobre todo si le toca pisar alfombra roja, y el inevitable George Clooney la exigió incluso para vestir en Michael Clayton (también Tom Hanks en El código Da Vinci, pero daba demasiado sofisticada para un profesor conspiranoico). Hasta el depredador financiero que interpretaba Alec Baldwin en Blue Jasmine tenía que lucirla. Con tamañas perchas es fácil calar al macho alfa Canali, que no se distingue precisamente por ser un chalado de la moda, sino todo lo contrario. Es el ejecutivo de altos vuelos, el político, el banquero, el profesional liberal que precisa empaque, distinción. Si acaso, elegancia adquirida. Y, siempre, funcionalidad y calidad. Todo tan explícitamente clásico que cabe preguntarse hasta qué punto no será conservador…

“Si eso significa preservar los valores tradicionales, entonces sí somos una marca conservadora, porque ese es su espíritu”, replica Paolo Canali, director comercial y de marketing de la casa, tercera generación al frente de un negocio que, 80 años después, sigue en manos del clan. En Canali todo queda en familia desde 1934, cuando el abuelo Giovanni y su hermano Giacomo pusieron en pie una modesta pero impecable sastrería en el área de la italiana Brianza, allí donde la labor de aguja era una reconocida tradición, pero donde también comenzaba a medrar la moderna industria textil. Hoy, la firma – establecida en Sovico, en el cinturón industrial de Monza, en pleno centro de la región de Lombardía, la de mayor renta per capita y menor tasa de desempleo de Italia– está presente en un centenar de países repartidos entre los cinco continentes, exporta el 75% de su producción y genera unos ingresos anuales cercanos a los 200 millones de euros. Y la siguen llamando “empresa familiar”. “Sí, porque la familia conserva la visión estratégica”, explica el mayor del triunvirato fraternal que lleva actualmente las riendas. Y continúa: “Nunca hemos sentido la necesidad de ser una gran corporación ni de formar parte de conglomerado alguno. Con nuestros recursos financieros y humanos podemos competir mundialmente. Así no precisamos presentar resultados económicos o rendir cuentas ante otros que puedan comprometer la calidad. Nuestro producto no solo es made in Italy, sino que además se confecciona en factorías propias. Por otro lado, una compañía pequeña tiene sus ventajas sobre las grandes: garantiza la atención al detalle, a la calidad, al cliente”.

A pesar de mantener el estilo de la casa, Canali no deja de lado los gustos de los hombres actuales. Diseño de su colección otoño-invierno 2014.
A pesar de mantener el estilo de la casa, Canali no deja de lado los gustos de los hombres actuales. Diseño de su colección otoño-invierno 2014.Canali

“El placer sutil de hacer sentir único al hombre”, reza el lema de la casa. La excelencia en el corte, confección y materia prima son sus pilares. El portal consagrado a los placeres del lujo multimillonario, TheRichest.com, le cuelga la medalla de bronce en su top ten de la exquisitez sartorial planetaria (por detrás de sus paisanos Kiton y Brioni, y en realidad solo por cuestión de precios). Para entendernos: Canali es a los trajes lo que Hermès a los bolsos. Digan alta costura masculina, si quieren. Su baza ante los rivales: que los Canali ya hacían trajes cuando el resto de los que ahora son sus competidores directos apenas eran a los que compraban los tejidos (de los que siguen proveyéndolos). Eso, y un proceso artesanal maestro en 200 pasos cuya máxima expresión es el entretelado total de las chaquetas, genuina alma de cualquier pieza de sastrería que se precie –lo que le permite adaptarse a los movimientos del cuerpo– frente a los modernos métodos de fusing (pegado industrial), que cuestan hasta cuatro veces menos, pero restan durabilidad (la rigidez y, por consiguiente, la incomodidad aumentan tras cada visita a la tintorería). Hagan la prueba la próxima vez que vayan a comprar un traje: froten una solapa entre los dedos y si se deja escuchar el canto del roce entre las capas de tejido (tela, entretela y forro), entonces hay premio.

“Para competir tienes que abrirte a la innovación. Para continuar hay que conocer el lenguaje de las nuevas generaciones”

Explica Paolo Canali que cada nuevo trabajador que entra en la empresa recibe una formación que puede prolongarse durante más de seis meses. “Estamos en constante evolución, sobre todo desde hace 10 años, pero en nuestro ADN va el valor de la tradición y de la calidad sartoriales. Tenemos muy claro cuál es nuestro estilo y quién es nuestro cliente, aunque eso no quiere decir que renunciemos a sorprenderlo. Hay que abrir el apetito a nuevas experiencias”. Sus palabras encuentran eco en la sala privada destinada a la confección a medida (en italiano, su misura) de la flamante tienda que la firma inauguraba a principios de octubre en el 22 de la calle de Ayala de Madrid, la primera monomarca en España. Un proyecto que ha sido posible gracias a la alianza con la familia Yusty, propietaria de la centenaria boutique multimarca a la que da nombre y que hasta la fecha despachaba los trajes Canali en la capital.

“Hace un par de años pensamos que ya era hora de mostrar que somos capaces de ir con la imagen y la moda actuales, algo que tenía que reflejarse en las tiendas. Fue un poco como empezar de cero. Además, hemos añadido nuevas categorías de producto, más casual, que requerían su espacio. La de Madrid es una de las primeras de este ciclo que acaba de comenzar y que quiere adelantar lo que será Canali en los próximos 10 años”, informa el director comercial, invariablemente atento a los mercados propicios (el africano es su próxima meta). “Es nuestra manera de celebrar estos 80 años de historia: no mirando al pasado, sino pensando en el futuro”, apostilla.

La etiqueta Canali luce en hombres como Barack Obama (arriba), David Beckham, Dan Marino, Michael Douglas o George Clooney, personas que, lejos de ser chalados de la moda, buscan distinción.
La etiqueta Canali luce en hombres como Barack Obama (arriba), David Beckham, Dan Marino, Michael Douglas o George Clooney, personas que, lejos de ser chalados de la moda, buscan distinción.

Precisamente para diseñar ese futuro, la casa anunciaba el pasado marzo el fichaje de un creador externo por primera vez en su historia: Andrea Pompilio (Pesaro, 1973), protegido de Armani que pasó por Prada, Dell’Acqua, Calvin Klein o Yves Saint Laurent antes de lanzar su propia marca en 2011, ejerce ahora de consultor estilístico y se encarga de una colección cápsula más afín a las tendencias del momento que se estrenará durante la próxima primavera-verano. No, no se trata de un director artístico al uso, pero su reveladora presencia en la casa habla de vientos de cambio.

“No es un empleado a tiempo completo, porque él tiene otros intereses aparte, pero tener a alguien como Andrea que nos sugiera y nos inspire ideas que incorporar al estilo Canali es fantástico. El hombre de hoy presta más atención a lo nuevo y nuestro cliente también es más permeable a la moda”, explica Paolo Canali. Y su conclusión no tiene pérdida: “En este sector hay otras empresas que hacen lo mismo, así que para competir tienes que abrirte a la innovación. Pensar más allá de tus límites, incorporar ideas o trasplantarlas para que puedan generar productos más frescos. Para continuar, hay que conocer el lenguaje de las nuevas ­generaciones”.

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