Cumplir 100 años de plenitud poética
Un ensayo del profesor James Kaufman asegura que los poetas mueren antes que los narradores, los ensayistas y los dramaturgos
El antipoeta Nicanor Parra ha cumplido 100 espléndidos años en su casa de Las Cruces (Chile) rodeado de hijos, amigos y admiradores, mientras el mundo de habla hispana festeja los centenarios de otros contemporáneos suyos ya fallecidos como Julio Cortázar, Octavio Paz, Adolfo Bioy Casares, Julián Marías y Julio Caro Baroja, la prodigiosa quinta de 1914. ¿Cuántos poetas y escritores han alcanzado la bíblica edad de los 100 años? ¿Es la literatura incompatible con la longevidad?
En 2003, el profesor James Kaufman –director del Learning Research Institute at California State University at San Bernardino– publicó un ensayo titulado The cost of the muse: poets die young (Journal of Death Studies, volume 27, issue 9), donde aseguraba que los poetas mueren antes que los narradores, los ensayistas y los dramaturgos, porque la creación poética es un quehacer “rumiante”, quienes rumian tienden a deprimirse y la depresión tiene muy “mal bajío”, como dicen en Cádiz. Pero si a esa existencia deprimente le sumamos el fracaso, los enemigos, las reseñas negativas, los premios fallidos, los críticos desalmados, las antologías desdeñosas y los suplementos inaccesibles, la mortalidad del poeta será más temprana que tarde. Así, después de analizar 1.987 casos de poetas y escritores de Europa, China, Turquía y América del Norte, James Kaufman estableció que los poetas viven un promedio de 62 años; los dramaturgos, 63; los narradores, 66, y los ensayistas, 67.
En realidad, Nicanor Parra (1914) no es el único creador literario vivo con 100 años, pues le acompañan el francés Jan de Fast (1914) y el colombiano Carlos Delgado Nieto (1912), quien frisa los 102. ¿Qué más da que John Keats haya muerto a los 25, Larra a los 27, Sylvia Plath a los 30, José Asunción Silva a los 31, Dylan Thomas a los 39 y Kafka a los 40, si sus obras viven todavía gracias a sus lectores? Nicanor Parra habrá cumplido un siglo, sí; mas sus antipoemas no tienen edad y todavía nos perfuman de lozanía, frescura y buen humor.
Según James Kaufman, un poeta de veintitantos años siempre tendrá una obra más rica y prolífica que un narrador de la misma edad. No obstante, el precio de la inspiración es tan alto que los poetas mueren mucho antes que los narradores. Sospecho que a don Nicanor le entraría la risa floja si leyera The cost of the muse: poets die young. Aprensivos y melancólicos, favor de abstenerse.
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