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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Optimismo moderado

El buen dato del paro en mayo invita a optar por una política económica más expansiva

La evolución de paro registrado en mayo puede interpretarse en clave optimista, como ha hecho el presidente del Gobierno que proclamó ayer un cambio de ciclo en el empleo, pero también con cierta cautela, a la espera de que la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre confirme las expectativas. Lo cierto es que las estadísticas del mes pasado son prometedoras. Primero, porque cae el paro, incluso depurado de efectos estacionales; después, porque crece la afiliación a la Seguridad Social en casi 200.000 cotizantes; y por último, porque empiezan a aumentar los contratos fijos, aunque todavía es baja su proporción en el conjunto de las contrataciones.

Pero la incógnita principal no está en las estadísticas, puesto que una vez certificado el final de la recesión es lógico que el paro inicie una curva descendente, sobre todo si se ayuda con una caída de la población activa. La cuestión es qué política económica debe encauzar esta nueva fase de la coyuntura económica. Puesto que, como ya se ha repetido, el empleo depende de las expectativas de demanda (consumo e inversión) y en consecuencia de las previsiones de beneficio, cualquier obstáculo al aumento de la demanda —contracción persistente del crédito, restricciones presupuestarias, ajustes salariales drásticos— retrasará la creación sustancial de empleo.

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Las mejoras en el mercado laboral que sugiere el paro registrado de mayo exigen un cambio de política económica que el Gobierno tiene dificultades para articular. Está en contra el mensaje repetido de Bruselas, que le insta a seguir por la senda de nuevos recortes y ajustes, una exigencia que solo puede despejarse con una negociación política. Pero es que, además, las propuestas del presidente del Gobierno son demasiado genéricas como para suscitar reacción alguna.

Una inversión de 6.300 millones en un plan para mejorar la competitividad no parece un tratamiento de choque con la suficiente potencia para impulsar el empleo; y bajar los tipos del impuesto de sociedades en cinco puntos, si no se adoptan otras decisiones que eleven la capacidad recaudatoria del sistema fiscal, tampoco proporcionará recursos ni incentivos suficientes para combatir los dos grandes males del mercado laboral: el paro juvenil y el desempleo de larga duración. Por tales razones, la respuesta adecuada a los buenos datos laborales de mayo es la cautela.

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