Así es el mundo, según el nuevo anuncio de Estrella Damm
La casa cevecera ha estrenado hoy la nueva edición de su ya tradicional campaña veraniega, con la consabida reacción en redes sociales
Tonight, tonight… el hecho de que muchos de los que están leyendo este texto puedan completar este estribillo (I wanna be with you tonight) demuestra hasta que punto fue un éxito el spot veraniego que la marca de cervezas Estrella Damm lanzó en el mayo de 2009. El tema de los Summercat se convirtió en una de las canciones del verano. Y desde entonces, la compañía ha buscado repetir semejante cuadratura del círculo marketiniana con cada campaña estival. El año pasado, de la mano de Love of Lesbian, y este, con el grupo británico The Vaccines y su single If you wanna: pegadizo, ligeramente rockero, inofensivo y tan fácilmente digerible como un tercio de cerveza bajo el sol de julio.
El anuncio al que pone música cuenta la historia de dos amigos que montan un festival improvisado en una cala mediterránea. Todo buen rollo, sol y jóvenes bellos y modernos. El fin de la publicidad, como todos los seguidores de Mad men saben, no es retratar la realidad como es sino como nos gustaría que fuera (o como les gustaría que fuera a los consumidores del producto publicitado en cuestión). Y así sería, a juzgar por el spot, en un universo donde todos bebiésemos (mucha) Estrella Damm:
-En los festivales la gente va inmaculadamente limpia y huele a pony. Ya sabíamos que en los anuncios todo el mundo es guapo, delgado, joven y lleva cortes de pelo chulos, pero esto es ir mil pasos más allá. Baños químicos, varios miles de personas apretadas y sudando bajo un sol de justicia durante horas y esa extraña querencia de la cerveza (u otros alcoholes) por derramarse y salpicarnos a nosotros mismos y a las diez personas que nos rodean según va pasando el tiempo y el número de unidades consumidas. Nada de esto sucede en el Santa Clara Fest (el festival D.I.Y de Estrella Damm): allí nadie transpira, las caras no transmiten rastro de cansancio y las melenas de las chicas no se pegan, sino que se mecen al viento cual crines de caballos salvajes. Esto debe ser la evolución.
-Matthew McConaughey es tu colega. Dos amigos llegan a una cala en un coche de aire retro y, cuando se bajan, algo en su estilismo, pelo y expresión de hastío evocan poderosamente a los protagonistas de la serie True Detective. Cuando bajan a la playa uno de ellos aún lleva una americana de solapa fina ¿Metáfora del pasado burocrático y represivo que deja atrás? También hay varios momentos que recuerdan a La playa, la película en la que Leonardo Di Caprio descubría una comuna paradisíaca (entonces de mochileros) en una cala perdida de Asia. Uno de ellos es cuando, ya ha caído el sol, la gente observa al artista de arena Borja González mientras realiza sus dibujos sobre una pantalla.
La cosa, el vestuario y el espíritu de los protagonistas empieza a cambiar cuando alquilan una casa a una abuelita aparentemente en primera línea de playa, porque, en este universo como en la realidad…
-… la ley de costas no se respeta.
-La gente no solo es capaz de englobar todo el espectro de actividades hipster-mainstream en un solo día, sino que lo hace con gusto. En el anuncio aparecen casi todos los símbolos de la modernidad masiva española. A saber: mercadillos de vinilos, sombreros borsalinos, gafas de espejo flúor, camisetas de cuadros y hawaianas, y hamburguesas gourmet. Si no fuese un spot de cerveza, seguro que habría un primer plano de un gin tonic. Los festivaleros también juegan al futbolín, ese clásico tan falto de pretensión que ninguna tribu puede reclamar como emblema por mucho que lo intente.
-Los amigos también se enfadan. El anuncio tiene su nudo dramático con referente cañí: un amigo le pega una colleja a otro porque se dedica a coquetear en vez de ayudarle a montar el festival. Todo se arregla cuando el crápula constata el error de su actitud y se presta a colaborar y llevar una caja de vinilos. Ni la libertad se debe confundir con el libertinaje, ni el buen rollo con la anarquía.
-Lo importante es ligar. En el spot hay miradas lujuriosas, besos apasionados y hasta un despertar de pareja en plan tetris. Porque la música y la cerveza están bien, pero no son el único atractivo de un festival. Para qué sino sirve vivir en un universo donde todos son guapos, nadie suda y hay bebida a raudales.
Con estos y otros elementos, o a pesar de ellos (todo va en gustos), el anuncio consigue su objetivo prioritario: existir. Ese tono indisimulado de buen rollo veraniego con un logotipo en la esquina son algo tan representativo de la saga que inició esta casa de cervezas que cada nueva entrega suscita cada vez más interés. Partiendo de esa base, que no es poca base, las únicas tres tareas que debe cumplir cada variación de este hito publicitario son: existir, no cambiar el tono y, a ser posible, no delatar que el concepto lleva existiendo ya cinco años y que tarde o temprano echará arrugas. Si de paso se consigue que sus espectadores se evadan y deseen imperiosamente tomarse una caña, mejor que mejor. Aunque solo sea para conjurar la envidia malsana que les produce la visión del mar y la playa, seguida de la constatación (en la mayoría de los casos) de lo lejos que están de encontrarse en el Santa Clara Fest.
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