PYME rima con desarrollo
El desarrollo de un país, su crecimiento y la creación de empleo pueden tener un gran impulso a través de las pequeñas y medianas empresas. El caso de Liberia y el turismo
El milagro de la transformación socio-económica de Asia, en particular del despegue de su industria, es un buen ejemplo de cómo el comercio internacional ha contribuido a sacar a millones de personas de la pobreza. ¿Pero quién sabe cuál es ahora la actividad económica de más rápido crecimiento en el mundo? No es la fabricación de productos, sino los servicios, incluido el turismo.
Diseño, empaquetado, publicidad, transporte, logística, comercio electrónico y una larga lista, los servicios representan hoy dos terceras partes de nuestras economías. Pero además los servicios son esenciales para mejorar la competitividad de las actividades manufactureras. De hecho los productos exportados a menudo incorporan un alto contenido en servicios.
Cada país tiene una perspectiva y un potencial diferentes. Pero todos tienen un rasgo en común: el crecimiento y la creación de empleo serán impulsados por la internacionalización productiva de las pequeñas y medianas empresas. Las PYMES representan más del 80% del tejido empresarial y del empleo mundial. En países en desarrollo esta cifra se acerca al 95% y casi la mitad son empresarias. Para el 2030 nuestras economías habrán de generar cerca de 500 millones de empleos. Las PYMES constituirán la columna vertebral del crecimiento económico global, tanto en los países en desarrollo como en los desarrollados. Ellas contribuirán al grueso del empleo. Pero esto no ocurrirá por arte de magia. Necesitamos una estrategia colectiva y concertada para impulsar su potencial de crecimiento.
Dice el refrán “la esencia en frasco pequeño”. El pequeño tamaño de las PYMES les dota de mayor agilidad para adaptarse e innovar y para saltar a mercados regionales y globales. Y el sector de los servicios se presta particularmente a esta dinámica. Pero es también cierto que el tamaño limitado, que a menudo también viene asociado a un gran nivel de informalidad, es un obstáculo a la innovación, a la diversificación y por lo tanto a la generación de empleo, sobre todo si escasea la financiación o si esta es inabordable para empresas de pequeña talla.
Es aquí donde el comercio y las PYMES pueden formar una alianza poderosa. El comercio requiere de una mayor competitividad. Las empresas exportadoras son más productivas, más innovadoras y pagan mejores salarios que sus homologas confinadas al mercado doméstico. Las empresas que mejor se defienden en los mercados internacionales son precisamente aquellas que más mejoran su productividad.
La semana pasada visité Liberia y pude ver de primera mano cómo crear este círculo virtuoso. Liberia, que es un país rico en recursos naturales, se encuentra entre los más pobres del planeta. Décadas de brutales luchas internas que se propagaron más allá de sus fronteras destruyeron el tejido productivo del país, amén de causar innumerables pérdidas de vidas humanas. Hoy su pueblo mira hacia un futuro mejor. La ayuda internacional, el liderazgo de la Presidente Johnson-Sirleaf y la enorme tenacidad de los liberianos han ayudado a aliviar las necesidades inmediatas del país. Pero ahora se necesitan intervenciones transformadoras. Las PYMES son un vector esencial para consolidar el crecimiento económico a largo plazo y generar empleo para los miles de jóvenes y mujeres que cada mes se incorporan al mercado laboral.
El Centro de Comercio Internacional que yo dirijo colabora con el gobierno y el sector privado de Liberia para mejorar la competitividad de las PYMES liberianas. Calidad, etiquetado, empaquetado, innovación, diversificación, acceso a nuevos mercados, conexión con cadenas de valor son algunas de las áreas en las que ponemos nuestros 50 años de experiencia al servicio de las pequeñas empresas de países en desarrollo. Hemos identificado sectores de productos y de servicios con alto potencial de exportación y de generación de empleo: yuca, cacao, pesca, aceite de palma, caucho y turismo. Pero no se trata de ayudar a Liberia a aumentar sus exportaciones de materias primas, sino de agregar más valor a estos insumos en el país, y generar así mayores ingresos.
Todos estos sectores de la industria son importantes, pero el turismo es particularmente crucial debido a sus vínculos con muchos otros subsectores. Para crear una industria turística exitosa, se necesitan arquitectos para diseñar los hoteles y contratistas para construirlos. También se necesita electricidad y muebles, y personal para atender a los huéspedes. Se necesitan guías que acompañen a los turistas mientras los animadores mantienen a los niños (y adultos) entretenidos. El turismo no sólo proporciona beneficios económicos a un hotel, sino también a la cadena de servicios necesarios para que este hotel funcione. El mismo efecto dominó que presenciamos en España a partir de la década de los setenta, y el impulso económico de muchos países asiáticos centrados en los ingresos del turismo.
Países pobres como Liberia necesitarán asistencia técnica y apoyo para transformar este potencial en resultados tangibles. Pero una gran parte de la solución vendrá del propio sector privado, y de su capacidad para generar un modelo de negocios inclusivo con un enfoque en las mujeres, los jóvenes y las comunidades humanas frágiles. Ellos jugaran un papel clave en la erradicación de la pobreza.
Liberia afronta un desafío de gran magnitud. Y quien dice Liberia puede decir Sierra Leona, Burundi, Nepal o Laos. Pero subir la escalera del desarrollo no es tarea imposible. En las últimas dos décadas, tres países han dejado de tener la condición de país menos avanzado: Botsuana, Cabo Verde y Maldivas. Aunque estos países han recibido y siguen recibiendo asistencia para el desarrollo, su evolución se debe fundamentalmente a las decisiones políticas adoptadas en el propio país: identificaron sus propias necesidades y desarrollaron sus propias estrategias para superar los desafíos. Y, a pesar de sus diferentes enfoques, comparten una característica en común: el empoderamiento económico y el comercio fueron la clave de su estrategia de crecimiento.
El ITC seguirá apoyando a empresas y gobiernos de países en desarrollo, pero se necesita un compromiso colectivo por parte de la comunidad internacional en general, ya sea del Norte o del Sur. Aplaudo el interés de la Unión Europea en enfocar una parte más importante de su ayuda al desarrollo a la mejora del sector privado y de las PYMEs. Como española, espero que España siga contribuyendo de manera decisiva a este esfuerzo colectivo, con su apoyo financiero, compartiendo sus conocimientos y su propia experiencia con países más necesitados y con un sector privado que incorpore a empresas de países en desarrollo en sus cadenas de producción y en sus planes de inversión.
Arancha González es la Directora Ejecutiva del Centro de Comercio Internacional (ITC), agencia de desarrollo de la ONU-OMC. Twitter @AranchaGlezLaya
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