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Columna
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Por todas partes

Ver lo invisible que se tiene delante exige, a veces, un esfuerzo constante, una voluntad astronómica

Manuel Rivas

El señor Botín ha dicho que España vive un momento fantástico y que llega dinero por todas partes y yo no soy nadie para llevarle la contraria al señor Botín en la fantástica materia del dinero. Ver lo invisible que se tiene delante exige, a veces, un esfuerzo constante, una voluntad astronómica. Hay quien se empeña en ver solo gansos donde en realidad hay un exquisito foie gras. Si el señor Botín ve dinero es que lo hay. Y si lo ve entrar a chorros, es que estamos a punto de nadar en la abundancia. “Veo cosas y gentes donde ustedes quizás no vean nada”, dice el personaje de Juan Rulfo que nos guía por Comala. Yo pensaba que España iba camino de convertirse en una especie de Comala, un gran purgatorio, gobernado por sombras, donde el viento arrastra sueños y hojas de árboles que ya no existen. La literatura desvela, pero también despista. El verdadero tesoro que vislumbré estos días fue el Évame de Carlos Oroza, editado con calidad de incunable, no sé si real o irreal, pues como dice Pere Gimferrer en el prólogo, el autor es un caso único, “a la vez la presencia y la impresencia más sorprendente de la poesía española”. A Oroza, que tiene por oficio caminante, alguien le interrumpió el andar: “¿Qué, Oroza, matando el tiempo?” Y él respondió: “¡Estoy trabajando! Mi marcha es poética.” Ahora tengo que rumiar el rotundo cambio óptico del señor Botín, que nos devuelve de Comala a Eldorado. Si el dinero entra “por todas partes”, ¿qué objetivo tienen los nuevos recortes del Gobierno, esas purgas sociales, ese clavar más clavos en la cruz? La única explicación es de tipo volumétrico. Entra tanto dinero, tanto, que no hay sitio. Hay que liberar escuelas, teatros, hospitales, viviendas sociales, centros de investigación, talleres de discapacitados, bailes de tercera edad, lo que sea, para que la pasta se sienta a sus anchas.

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