El comando del precinto
La clausura del restaurante de Sergi Arola deja en evidencia el doble rasero de Hacienda
Cuarenta comensales en un restaurante de alta gama, intentando degustar exquisiteces mientras unos señores evolucionan entre mesas y camareros, provistos con una cinta. Sellan la bodega y dejan sin vino a la clientela. Sellan la coctelería. Y una mesa. La jefa de sala quiere morir... La escena no es de una comedia, sino de la tragedia que se vivió el pasado lunes en Gastro, el restaurante de Sergi Arola, uno de los seis establecimientos de Madrid con dos estrellas Michelin. De esos de la Marca España.
El comando del precinto es de la Agencia Tributaria. Arola debe 148.000 euros y no ha logrado negociar el pago. Sí ha llegado a un acuerdo con la Seguridad Social para liquidar 160.000 euros pendientes. El chef explica sus apuros. Es un hecho que en España la alta cocina pasa por malos momentos. En Francia no tanto, tal vez porque allí hay más tradición de disfrutar de la buena mesa y la gente está más acostumbrada a pagar de su bolsillo, y no con la visa del ministerio o de la empresa, ahora en reposo obligado. Pero, explicaciones al margen, una deuda es una deuda. Se siente.
Dicho lo cual, cabe preguntarse a qué juegan los comandos del precinto. Porque no es la primera vez que asaltan, sin avisar, un restaurante en pleno servicio. ¿Se trata de humillar, además? A Hacienda le gusta dar escarmientos, pero ella no escarmienta. Está muy bien que sea eficaz, pero ¿por qué no con todos por igual?
Esa es la misma Agencia Tributaria que devolvió a Luis Bárcenas y señora un total de 21.700 euros en 2002 y 2003, los años en que el extesorero del PP defraudó, según la propia entidad, 1,6 millones de euros. (Y por patrimonio ingresó 6.000, en lugar de los 200.000 que le correspondían) ¿Dónde quedó ese celo?
Por no hablar de las ¿explicaciones? de Montoro sobre los DNI volantes de la realeza. El ministro de la amnistía fiscal ha chocado con el lógico escepticismo de una opinión pública que sospecha que hay algunos NIF intocables.
Sergi Arola esgrime como agravio la deuda del fútbol, y ahí tiene razón. Pillaron a Messi, pero no le precintaron las botas. Y con la deuda de los clubes muestran una flexibilidad enternecedora. De aquí a tres años el Gobierno espera reducirla de 4.000 a 3.000 millones de euros con un plan de sostenibilidad.
Que sí, que Hacienda somos todos. Pero no.
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