Qué vida
Parece que Rajoy está anunciando una película de atracadores de lujo, protagonizada, es un decir, por Bárcenas y producida por el PP. La verdad es que si se animaran, les saldría barata, pues podrían tirar de imágenes de archivo, como en las miniseries sobre el 23-F. Solo con los vídeos domésticos grabados en la boda de la hija de Aznar llenaban una hora. Por cierto que, observado aquel material con perspectiva, resulta que la mitad de los invitados pertenecían a la banda Gürtel, aunque la presencia de Berlusconi tampoco desmerecía. Si no nos falla la memoria, El padrino, la película de Coppola, comienza también con la boda de la hija del capo. ¿Quién se casa en realidad cuando la boda se lleva a cabo con la publicidad y la pompa (fúnebre) utilizadas para el enlace de la hija de Ana Botella y del entonces presidente del Gobierno? ¿Constituye el desfile de invitados una muestra de poder, un aviso de bomba, una amenaza social, sobre todo si uno se atreve a llevarla a cabo bajo la sombra de Felipe II, cuyo fantasma acudió del brazo de la esposa de Francisco Correa? No lo sabemos, no sabemos nada, excepto que de aquellos polvos vienen estos lodos, estas ironías de la vida, estas crueldades alimentadas por la casualidad (un modo, según Borges, de causalidad cuyas leyes ignoramos). El caso es que por los mismos días en los que nos enterábamos de los sobresueldos en negro de los señores del PP, Rajoy se vio obligado a presentar un acto municipal cuyo cartel parece el reclamo de una peli de ladrones de guante blanco. Qué vida, ¿no?
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