_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La Tartera

Me da la impresión de que deben ir olvidándose de hacer campaña o demagogia con visititas a hospitales, colegios o centros de acogida

Elvira Lindo

Al presidente del Gobierno parece irritarle que los españoles no comprendan su obsesión por cuadrar el déficit a fuerza de recortes. En realidad, nadie tendría demasiado en contra de que se pegara el tijeretazo a las duplicidades o a ciertos organismos prescindibles. Me temo que sólo a la clase política le conviene perpetuar el costoso sistema del que disfrutan. El problema es que lo que perciben los ciudadanos, y me incluyo, es que se está tratando de reconstruir un país ruinoso a base de dejar al pobre sin resuello o de asfixiar a la clase media, que es al fin y al cabo la que mantiene el mercado vivo.

Asistimos, hasta el momento con inusitada y misteriosa calma, a la adopción de una política económica brutal, consistente en arreglar el desaguisado que la misma clase política provocó con medidas que agobian y humillan: impuestos que encarecen el material escolar, cobro de las instalaciones de comedor para los niños con tartera, retirada de mamografías gratuitas y obligadas, por no hablar del paulatino desmantelamiento de la sanidad pública, de la rebaja de sueldos o de haber convertido la investigación en España en un oficio imposible. Y si el sacrificio sirviera para algo, si alguien supiera a qué conduce, pero de momento lo único que se está provocando es miedo, paralización del riesgo creativo y una especie de desánimo colectivo que degenera ya en un profundo resentimiento.

De momento, nada ni nadie les hace desistir de su plan de ajuste a costa de los más desfavorecidos. Eso sí, me da la impresión de que deben ir olvidándose de hacer campaña o demagogia con visititas a hospitales, colegios o centros de acogida. Esta semana una madre lanzó la primera tartera, pero la situación es tan tensa que una se pregunta cómo alguien no les advierte de que no es el mejor momento para visitar aquellos centros que están esquilmando.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_