Deterioro del patrimonio
El derrumbe de una parte del claustro del edificio histórico de la Universidad Pontificia en Comillas (Cantabria) revela la desidia de las Administraciones públicas y hasta su incapacidad para proteger un declarado Bien de Interés Cultural. Nunca se debía haber llegado a la situación actual, con una fase de rehabilitación suspendida sine die tras la excelente actuación en el ala este, pero puede que lo peor aún esté por venir.
En el verano de 2000, gracias a la Asociación Cultural Pro-Comillas, se inició un proceso de movilización ciudadana que frenó la venta especulativa del edificio y la finca de la Universidad Pontificia. Además de pedir la rehabilitación de ese bien patrimonial, se trataba entonces de evitar más construcciones turísticas en un entorno de costa muy sensible y de reivindicar el carácter educativo y cultural que estaba en el origen de la universidad, donación del marqués de Comillas a los jesuitas. Esta movilización logró entusiasmar a personalidades de las artes, la cultura y la empresa, y consiguió la implicación de los Gobiernos regional y central, que pusieron en marcha el Centro Internacional de Estudios Superiores del Español. Complementariamente, con apoyo del Rey, se logró para el mismo espacio la candidatura de Colegios del Mundo en nuestro país, lo que contribuía a darle futuro a la antigua universidad.
La renuncia a Colegios del Mundo por parte de las Administraciones públicas y el derrumbe del edificio histórico llegan en un momento en el que las arcas del Estado están vacías. Ya se escuchan las primeras voces que sugieren la renuncia a este proyecto y la privatización, lo que supone que con el tiempo se desmorone por muerte natural el edificio de la Universidad Pontificia, con lo que ya no habría que invertir un euro en rehabilitación de patrimonio. Y lo que es más sustancioso para los beneficiarios de la crisis: convertir la finca en adosados y apartamentos turísticos que incrementarían el deterioro del conjunto histórico-artístico de Comillas.
Es de esperar que la ciudadanía exija a nuestros gobernantes la renuncia a soluciones fáciles y baratas que llevan a dilapidar la herencia cultural, y un compromiso de futuro con un espacio público tan emblemático como el edificio y el entorno de la Universidad Pontificia.— José Luis Sánchez Noriega. Profesor de Historia del Arte. Universidad Complutense de Madrid.
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